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Once: una tragedia anunciada

Domingo, 26 de febrero de 2012 15:57

La tragedia de Once, con un saldo de 51 muertos y más de 700 heridos, no fue un accidente, sino la “crónica de una muerte anunciada”.

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La tragedia de Once, con un saldo de 51 muertos y más de 700 heridos, no fue un accidente, sino la “crónica de una muerte anunciada”.

El editor del diario Tiempo Argentino aseguró el jueves que “ayer se cerró un ciclo”. Según Roberto Caballero, el ciclo que se cerró es el de la gestión de la familia Cirigliano como concesionaria del Ferrocarril Sarmiento. Como ocurre con el periodismo militante, Caballero intenta remontar las culpas al pasado, porque el contrato original lo firmó Carlos Menem, pasando por alto que Roberto Dromi, el artífice de las privatizaciones menemistas, asesora al actual gobierno y que el otro satanizado en esa nota, Domingo Cavallo, siempre contó con el manto protector del kirchnerismo.

El grupo Cirigliano se convirtió en fabricante de ómnibus, importador de combustibles, consignatario todo terreno y, en definitiva, un caso testigo del capitalismo de amigos, de la mano de Néstor y Cristina de Kirchner. En Salta quedó la prueba: solamente una bendición muy poderosa pudo permitirle a Tatsa, de Cirigliano, ganar la licitación de cien colectivos técnicamente reprobados frente a los Mercedes Benz que aconsejaba el dictamen de los especialistas.

No parece que se haya cerrado ciclo alguno, por más que a Cirigliano le saquen la concesión del Sarmiento. En Once implosionó un sistema de subsidios que son insostenibles en un país que resignó la inversión.

Señales ignoradas

El pésimo servicio del Sarmiento estalló el martes 1 de noviembre de 2005, cuando se vivieron horas de extrema violencia en la estación de Haedo. Decenas de vagones quemados, 20 personas heridas y 113 detenidos fue el saldo de la violenta reacción por las demoras en el servicio. Ese día, Haedo fue un caos: Aníbal Fernández acusó a los activistas, que los hubo, pero no agotan la explicación. De hecho, el jueves 4 de septiembre de 2008, la violencia estalló nuevamente cuando un tren quedó varado en plena hora pico y se desataron graves incidentes en Merlo y Castelar. El 2 de mayo de 2011 se repitió la violencia. Casi seis meses más tarde, el delegado Rubén Sobrero fue detenido, acusado de asociación ilícita por los incendios en Ramos Mejía y Ciudadela. Todo terminó en un bochorno, y el juez federal Juan Manuel Yalj, que contaba con la bendición de la Presidenta y que había ordenado la medida, se quedó sin el ascenso a camarista.

Unos días antes, once personas habían muerto y 228 resultaron heridas cuando una formación del Sarmiento embistió a un colectivo en Flores.

Gustavo Gago, gerente de Relaciones Institucionales de TBA, acusó al colectivero, que ya estaba muerto.

La mano de Jaime

Sergio Claudio Cirigliano y su hermano Jorge acumulan infinidad de e-mails enviados al exsecretario de Transporte Ricardo Jaime y a sus colaboradores. Se trata de los mensajes que el juez elegido para los casos que comprometen al Gobierno, Norberto Oyarbide, desestimó como pruebas de corrupción.

Los e-mails rechazados documentan que los Cirigliano participaron en infinidad de operaciones, no todas transparentes, y hablan de los subsidios al gasoil, a los trenes y a los colectivos.

La tragedia de Once también remite a Salta: además de la licitación de los ómnibus de Tatsa, en mayo de 2009, en plena campaña electoral, dos vagones de descarte importados desde España fueron traídos a la provincia. Los iban a utilizar como transporte urbano. Pero ya pasaron tres años y continúan guardados en los galpones.

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