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Cumple 50 años la nena más querida

Martes, 13 de marzo de 2012 17:51

Después de leerla y admirarla tanto, nadie que pase por la esquina de las calles Chile y Defensa, en el barrio porteño de San Telmo, se resiste a la tentación de sentarse un ratito junto a ella. Mafalda es irresistible porque nos remite al asombro permanente. El personaje creado por el dibujante Joaquín Lavado, “Quino”, es una de las caricaturas más famosas de la historia de la humanidad. No vuela como Superman, no se desplaza por los techos como Batichica ni tiene la velocidad del Hombre Araña, pero es la heroína de varias generaciones de argentinos. Mañana, esta niñita de frases contingentes, lúcidas y punzantes cumplirá 50 años. “En la vida real, yo nací el 15 de marzo de 1962”, dijo ella misma en una carta de presentación de 1968. Ha pasado medio siglo desde que Joaquín Salvador Lavado configurara a este personaje inolvidable.

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Después de leerla y admirarla tanto, nadie que pase por la esquina de las calles Chile y Defensa, en el barrio porteño de San Telmo, se resiste a la tentación de sentarse un ratito junto a ella. Mafalda es irresistible porque nos remite al asombro permanente. El personaje creado por el dibujante Joaquín Lavado, “Quino”, es una de las caricaturas más famosas de la historia de la humanidad. No vuela como Superman, no se desplaza por los techos como Batichica ni tiene la velocidad del Hombre Araña, pero es la heroína de varias generaciones de argentinos. Mañana, esta niñita de frases contingentes, lúcidas y punzantes cumplirá 50 años. “En la vida real, yo nací el 15 de marzo de 1962”, dijo ella misma en una carta de presentación de 1968. Ha pasado medio siglo desde que Joaquín Salvador Lavado configurara a este personaje inolvidable.

Pero antes de citas como “­Paren el mundo, me quiero bajar!”, Mafalda estaba destinada a ser el rostro publicitario de la marca de electrodomésticos Mansfield. Con la obligación de que su nombre tuviera las letras M y A, Quino tiró las líneas que la crearon. Se acordó de que en la novela “Dar la cara”, de David Viñas, se hablaba de una niña llamada Mafalda. El nombre le gustó pero la campaña publicitaria no se llevó a cabo, por lo que Mafalda y compañía fueron a dar a los archivos de Quino por dos años.

Pero Julián delgado, jefe de redacción del semanario Primera Plana, animó a Quino a publicar una tira con su personaje. De esta manera, el martes 29 de septiembre de 1964 salió el primer episodio de Mafalda.

Luego de un tiempo, la tira cómica pasó al matutino El Mundo, ya con una periodicidad diaria, por lo que su creador se vio obligado a aumentar la familia y crear nuevos personajes. Aparecen así el sempiterno soñador Felipe -alter ego del propio Quino-, el despistado Miguelito, el materialista, calculador y comerciante inescrupuloso Manolito, la conservadora y frívola Susanita, la pesimista y militante revolucionaria Libertad y el entrometido Guille, el hermanito de Mafalda; los padres de la niña conformaban una típica pareja de la clase media urbana, con su bagaje de ilusiones y frustraciones a cuestas. Mafalda es, definitivamente, un fenómeno del cómic vinculado directamente con la época en la que surgió. Desde ahí la leyenda y el éxito se dispararon a todo el mundo, incluso luego del fin de la tira, en 1973.

Mafalda se convirtió en celebridad y en ícono de la infancia, espejo de la clase media latinoamericana y de la juventud progresista. Y aunque es inevitable ubicarla en su contexto de producción, muchas de sus ácidas consideraciones tienen una actualidad que apabulla.

La génesis

Hasta la creación de Mafalda, nunca antes Quino (hoy de 79 años, con una residencia que varía entre Argentina y Europa) había creado una serie gráfica enfocada en un solo personaje. Sus chistes siempre hablaban de la contingencia, con ingenio y acidez. De hecho, justo antes de que Mafalda fuera publicada, en 1964, un libro compilatorio de su obra, Mundo Quino, salió a la venta con gran éxito.

“Me pidieron que tuviera algo de Peanuts (la tira cómica de Charles Schulz, con Snoopy y Charlie Brown), pero que fuera con una familia en la que hubiera adultos”, contó el dibujante en una de sus últimas entrevistas, dada a la BBC en 2004. La insertó entonces dentro de una típica familia de clase media argentina, con un padre empleado de una compañía de seguros, siempre con problemas para hacer cuadrar las finanzas y amante de su auto. En medio, la niña gozaba con los Beatles y se cabeceaba con la contingencia política argentina y mundial, una que iba desde la guerra en Vietnam hasta el bloqueo a Cuba, con una agudeza e ironía que por un lado encantaba y también llevaba a la reflexión. Fue un éxito casi instantáneo, al que luego se fueron agregando los demás personajes arquetípicos de la tira. El genial mundo de Mafalda llevó a que la obra fuera traducida a más de 26 idiomas y con una influencia innegable.

El “papá” retirado

La última viñeta se publicó el 25 de junio de 1973, cuando ya el continente entraba en una fase demasiado oscura para los ojos de Mafalda. Pero no quedó ahí: series animadas, películas y reediciones la mantienen viva. Y hay veces en que Quino levanta el lápiz y la revive. La última vez fue el 2009, en el diario italiano La repubblica. Molesta, Mafalda le gritaba a Silvio Berlusconi: “­No soy una mujer a su disposición!”, luego de que el expremier italiano se propasara con una diputada. Con 50 años, Mafalda sigue fresca y despierta.

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