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Maestros desprestigiados

Jueves, 15 de marzo de 2012 20:53

En este bendito país solo los que triunfan son los poseedores de las verdades reveladas y para eso qué mejor que nuestra Presidenta nos la revele. Resulta que los docentes son unos privilegiados, se quejan de llenos. Para eso llegaron los políticos, que se olvidan que fueron alumnos, hijos de trabajadores que dieron todo para que sean educados por estos “trabajadores privilegiados”.
Esta democracia nos dio un gobernador y una presidenta que sí saben apreciar a los trabajadores de la educación. Pagando poco, culpándolos de las fallas de la educación, tratándolos de privilegiados, de que trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones. ¡Qué falta de memoria!, aquí los únicos privilegiados son los que llegan a cargos donde disponen de los dineros públicos para su beneficio. Se olvidaron de dónde vienen, y como todos los que olvidan, se creen inimputables.
 

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En este bendito país solo los que triunfan son los poseedores de las verdades reveladas y para eso qué mejor que nuestra Presidenta nos la revele. Resulta que los docentes son unos privilegiados, se quejan de llenos. Para eso llegaron los políticos, que se olvidan que fueron alumnos, hijos de trabajadores que dieron todo para que sean educados por estos “trabajadores privilegiados”.
Esta democracia nos dio un gobernador y una presidenta que sí saben apreciar a los trabajadores de la educación. Pagando poco, culpándolos de las fallas de la educación, tratándolos de privilegiados, de que trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones. ¡Qué falta de memoria!, aquí los únicos privilegiados son los que llegan a cargos donde disponen de los dineros públicos para su beneficio. Se olvidaron de dónde vienen, y como todos los que olvidan, se creen inimputables.
 

Qué triste ver tanta desconsideración. Soy hijo de un maestro, que le dedicó 25 años de su vida a la actividad gremial, siempre con dos trabajos para poder salir adelante. Soy esposo de una maestra especial, y en ambos casos sé de la dedicación y el esfuerzo, de las horas restadas al descanso para preparar material para los alumnos, correcciones de pruebas, cursos, jornadas pedagógicas, etc., todo por una vocación que muchos no entienden, por eso la descalifican y desprecian.
Solo pido respeto hacia la memoria de mi padre y en él a la de todos los maestros. Respeto a mi esposa, que entrega todo a sus alumnos ciegos para que tengan una oportunidad en esta vida, a pesar de su discapacidad y de los gobernantes que tenemos.

Daniel E. Giménez, Ciudad
 

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