Incansables. Con una garganta envidiable, miles y miles de chicas acompañaron todos los temas de sus ídolos. Cantaron por lo menos tres horas, sin parar, a modo de improvisado coro multitudinario que se escuchó con la misma potencia adentro como afuera del predio.
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Incansables. Con una garganta envidiable, miles y miles de chicas acompañaron todos los temas de sus ídolos. Cantaron por lo menos tres horas, sin parar, a modo de improvisado coro multitudinario que se escuchó con la misma potencia adentro como afuera del predio.
Fue el viernes, la noche de los jóvenes del Festival de la Chicha, en La Caldera, que arrancó con toda la fuerza para el delirio de las más jovencitas, atraídas por figuras de reconocido magnetismo y singular carisma, condiciones que repotencian sus condiciones artísticas.
Abel Pintos fue un broche de oro de lujo, con esa notable comunicación que el muchachito de Bahía Blanca supo generar y reafirma todo el tiempo con sus seguidores, la inmensa mayoría mujeres jóvenes.
Con su cálida forma de interpretar, en su mayoría temas propios, el exitoso cantante paseó por su repertorio más conocido, con un soporte musical cada vez más cercano al rock que al folclore, y con arreglos musicales y vocales constantes.
Y no le va nada mal. El sabe cómo “trabajar” para llegar hasta la intimidad de sus fans, conmoverlas y, al fin, convertir al show en un espacio de comunión, plena y total. Una especie de ritual.
Pero la previa no había sido muy diferente en el escenario. La multitud (8 mil personas en el predio y unas 4 mil afuera, estimaban) ya venía entonada. Es que acababa de acompañar a los potentes y cada vez más consolidados Huayra. Fieles a su estilo, el “Colo”, Juan, Sebastián y Luis dejaron el alma y el sudor de artistas en el escenario Jorge Cafrune, y el complejo deportivo caldereño pareció venirse abajo cuando desde allí arriba gritaron que “Los Huayra somos de ustedes”.
El consagrado cuarteto actuó poco más de una hora, todo el tiempo acompañado por las mismas voces que, como encantadas, surgían desde la platea y las tribunas, ya a esa hora ganadas por la completa algarabía.
Pero si de consagrados y ascendentes se habla, hay que subrayar el nombre de Los Izquierdos de la Cueva, última revelación del festival de Jesús María, que subieron al escenario en los primeros minutos de ayer. Como siempre, se lucieron con mayoría de letras propias y muy conocidas, y ratificaron su ductilidad para crear un clima de completa comunicación con su gente.
En los primeros minutos del sábado, “Toni” y Daniel arrancaron fuerte con “Quisiera decirte adiós”, con lo que la multitud empezó a pisar el acelerador rumbo a la gran fiesta.
También fueron de la partida en la noche del viernes, Federico Maldonado, aclamado largamente por sus fans; La viuda; el bagual Prieto y su hija Paola; Los Jayitas; El Quebracho; el ballet Tierra Gaucha de la Caldera, y la pareja de baile ganadora de Cosquín, Guadapule Figueroa y Luis Tolaba, que recibió una distinción del municipio.
Anoche, al cierre de esta edición, subía al escenario caldereño Sergio Galleguillo. El cierre del programa musical estaría a cargo del Chaqueño Palavecino, entrada la madrugada.