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Nadie defiende a la turista mexicana, ni sus amigas

Sabado, 24 de marzo de 2012 12:48

En Cafayate nadie parece creer la desgarradora versión de la turista-inversionista mexicana, Kena Moreno López, quien aseguró haber sufrido una terrible violación en el baño de mujeres del pub Ñanta a manos de un desconocido.
Los dueños y empleados del local dicen que su testimonio es falso y sus amigas, las que fueron con ella, Walkiria Lerena y Ximena Godoy, no salieron a defenderla. La primera, al ser interrogada por El Tribuno, no quiso fotos, se puso como loca y espetó: “Es mi amiga, pero no estuve en ese baño y no sé lo que pasó. No pongo las manos al fuego por nadie”. La otra, desapareció de Cafayate y nadie sabe dónde está.
Por su lado, el dueño del bar, Marcos Vélez, habló también con El Tribuno: “Kena y su marido vienen muy seguido al pub desde hace dos años. Esa noche fue la primera vez que lo hizo sola. Llegó aproximadamente a la 1.30. Justo ese día era el cumpleaños de mi esposa por lo que me retiré temprano y me la encontré en la puerta. Me preguntó si iba a volver y le respondí que no, a lo que dijo ‘qué lástima porque hoy vine sola’. Me molestó su comentario pero no le di mucha importancia y me fui”.
 

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En Cafayate nadie parece creer la desgarradora versión de la turista-inversionista mexicana, Kena Moreno López, quien aseguró haber sufrido una terrible violación en el baño de mujeres del pub Ñanta a manos de un desconocido.
Los dueños y empleados del local dicen que su testimonio es falso y sus amigas, las que fueron con ella, Walkiria Lerena y Ximena Godoy, no salieron a defenderla. La primera, al ser interrogada por El Tribuno, no quiso fotos, se puso como loca y espetó: “Es mi amiga, pero no estuve en ese baño y no sé lo que pasó. No pongo las manos al fuego por nadie”. La otra, desapareció de Cafayate y nadie sabe dónde está.
Por su lado, el dueño del bar, Marcos Vélez, habló también con El Tribuno: “Kena y su marido vienen muy seguido al pub desde hace dos años. Esa noche fue la primera vez que lo hizo sola. Llegó aproximadamente a la 1.30. Justo ese día era el cumpleaños de mi esposa por lo que me retiré temprano y me la encontré en la puerta. Me preguntó si iba a volver y le respondí que no, a lo que dijo ‘qué lástima porque hoy vine sola’. Me molestó su comentario pero no le di mucha importancia y me fui”.
 

“Al día siguiente, la Brigada de Investigaciones fue a mi casa y me informaron sobre la denuncia, me dijeron que tenían que hacer una inspección; no entendía nada. Fuimos al pub, me contaron todo, sacaron fotos y revisaron las instalaciones”, confesó. “Cuando se fueron, inmediatamente llamé a los chicos que trabajan conmigo para preguntarles. Todos se sorprendieron porque la noche transcurrió con total normalidad y Kena se había quedado hasta el cierre”, dijo. “Fernando Murúa es habitué y ya la conocía a la mexicana; se vieron muchas veces en el pub, donde ella se hizo amiga de Walkiria y Ximena”, agregó.
“Esa noche Fernando vino junto a unos amigos. A eso de las 3 se fue a arreglar el baño de mujeres porque estaba trancado; siempre hace algunos trabajos en el lugar. Fue ahí cuando Kena entró. El nunca se escondió como ella dice, además el lugar es muy chico y Fernando mide más de 1,90 metros. Según lo que nos contaron algunos clientes que estaban sentados frente al baño y lo que nos dijo Murúa, la mujer entró y cuando lo vio agachado trabajando le tocó la cola y cerró la puerta”, explicó. “Hace dos días apareció una nueva testigo, se llama Olga, y vino por cuenta propia. La mujer dijo que quiso entrar al sanitario y que desde el interior Kena contestó que estaba ocupado y que no estaba sola. A los pocos minutos salió él, y Ximena y Walkiria entraron al baño y se escuchaban muchas risas. Antes de eso, otros clientes que estaban sentados junto a ellas en la barra escucharon cuando las tres se reían y le decían que se le acercara a él de una vez”.
 

Por otra parte, dijo: “Esa noche habían alrededor de 90 personas en el lugar y nadie vio salir a Fernando con los pantalones abajo, no escucharon ningún grito y tampoco la vieron llorar. Al contrario, ella se quedó hasta el final, se fue a las cinco de la madrugada; se tomó tres cervezas de litro y tres mojitos cubanos (en su testimonio Kena desmiente eso) y, por si fuera poco, después se puso a bailar con Fernando. No entiendo cómo una mujer que fue supuestamente violada se queda y baila con su supuesto agresor, hay muchas personas en Ñanta que la vieron”, informó.
“Cuando se fue saludó a todos y gritó ‘Nos vemos en Acapulco!!!’”, finalizó.
En la calle, la gente común consultada por El Tribuno sobre Ñanta y lo sucedido se niega a hablar. Solo un empresario, opinó: “Es un antro”.
 

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