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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El camino hacia el cielo, con música de sikus

Miércoles, 11 de abril de 2012 20:08

Todas las fechas de Semana Santa, la Quebrada de Humahuaca se viste de fiesta. Con unos días de diferencia, ha terminado una de las grandes celebraciones que tienen a la zona como escenario: el carnaval. Pero ahora ha llegado un tiempo diferente, donde el recogimiento y la devoción preanuncian a la época más dura del año.
El centro de las actividades de Semana Santa es sin dudas el Santuario del Abra de la Virgen de Copacana de Punta Corral, ubicado a unos 3.800 metros sobre el nivel del mar, en una gigantesca abra donde se acomodarán fácilmente los miles de peregrinos. La imagen que se venera en Jujuy, es semejante a la Virgen cuyo santuario está en Copacabana, a orillas del lago Titicaca, en la cercana Bolivia. La altura en la que se ubica esta imagen es semejante a la de Punta Corral: 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Según algunos historiadores, los rituales relacionados a los cerros parten de mucho tiempo antes de la llegada de los españoles a la región. Antiguamente se les llamaba “apu de la montaña” y se lo representaba con piedras sagradas. Todos los pueblos andinos, cuando comenzaba la “enfermedad” de la Pachamama -la infertilidad del invierno-, peregrinaban hacia esos santuarios de altura.
Uno de los mejores ejemplos de estos rituales antiguos lo encontramos en la ciudad del Cusco, en Perú, con la peregrinación del “Qoyllur Riti”, que se lleva a cabo entre mayo y junio y cuyo ascenso -¡a 3.800 msm!- y descenso, se prolonga durante tres días, igual que la fiesta quebradeña.
La celebración cusqueña le rinde culto a la imagen de un Jesucristo enclavado en una piedra. Se halla en la base del cerro Colquepunku y, según varios estudios, los incas celebraban allí “el Oncoymita” o “enfermedad de las Pléyades”, cuando la constelación se oculta. Son meses que se relacionan con el fin de las lluvias y con la infertilidad (“enfermedad”) de la Pachamama. Por otro lado, el Apu Colquepunku tenía un función principal: velar por la salud de los pobladores. Cuando consultamos a los peregrinos jujeños, nos damos que la subida al Abra de la Virgen de Punta Corral tiene la misma función, ya que los promesantes en general piden por la salud de quienes aman y por la de ellos mismos.

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Todas las fechas de Semana Santa, la Quebrada de Humahuaca se viste de fiesta. Con unos días de diferencia, ha terminado una de las grandes celebraciones que tienen a la zona como escenario: el carnaval. Pero ahora ha llegado un tiempo diferente, donde el recogimiento y la devoción preanuncian a la época más dura del año.
El centro de las actividades de Semana Santa es sin dudas el Santuario del Abra de la Virgen de Copacana de Punta Corral, ubicado a unos 3.800 metros sobre el nivel del mar, en una gigantesca abra donde se acomodarán fácilmente los miles de peregrinos. La imagen que se venera en Jujuy, es semejante a la Virgen cuyo santuario está en Copacabana, a orillas del lago Titicaca, en la cercana Bolivia. La altura en la que se ubica esta imagen es semejante a la de Punta Corral: 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Según algunos historiadores, los rituales relacionados a los cerros parten de mucho tiempo antes de la llegada de los españoles a la región. Antiguamente se les llamaba “apu de la montaña” y se lo representaba con piedras sagradas. Todos los pueblos andinos, cuando comenzaba la “enfermedad” de la Pachamama -la infertilidad del invierno-, peregrinaban hacia esos santuarios de altura.
Uno de los mejores ejemplos de estos rituales antiguos lo encontramos en la ciudad del Cusco, en Perú, con la peregrinación del “Qoyllur Riti”, que se lleva a cabo entre mayo y junio y cuyo ascenso -¡a 3.800 msm!- y descenso, se prolonga durante tres días, igual que la fiesta quebradeña.
La celebración cusqueña le rinde culto a la imagen de un Jesucristo enclavado en una piedra. Se halla en la base del cerro Colquepunku y, según varios estudios, los incas celebraban allí “el Oncoymita” o “enfermedad de las Pléyades”, cuando la constelación se oculta. Son meses que se relacionan con el fin de las lluvias y con la infertilidad (“enfermedad”) de la Pachamama. Por otro lado, el Apu Colquepunku tenía un función principal: velar por la salud de los pobladores. Cuando consultamos a los peregrinos jujeños, nos damos que la subida al Abra de la Virgen de Punta Corral tiene la misma función, ya que los promesantes en general piden por la salud de quienes aman y por la de ellos mismos.

Miles de peregrinos
Este año los peregrinos en Tilcara han sumado a más de 6.000 personas. En su mayoría, se trata de Bandas de Sikuris, que superan al centenar y medio y representan a las poblaciones que se reparten por la Quebrada de Humahuaca. Las cañas de los sikus -que nunca se tocan en verano-, comienzan a sonar con melodías sacras al pie del camino que sube hacia el santuario. Las agrupaciones se ubican al costado de la Garganta del Diablo, en “Chilcaguada”. Este sendero está muy bien construido, es ancho, y se lo repara todos los años después de que pasan las lluvias. Desde 1930 son dos las imágenes de la Virgen que se veneran en la Quebrada: una de ellas desciende durante el Domingo de Ramos a la localidad de Tumbaya y la otra el Miércoles Santo a Tilcara. Punta Corral está ubicada detrás de ese cerro o Loma Larga que se observa a la derecha de la Ruta entre Tumbaya y Tilcara. Allí encontraremos el Abra de Punta Corral, señalada por una
gigantesca y antiquísima apacheta para la Pachamama. Más arriba está el Santuario de la Virgen que desciende a Tilcara, y hacia el sur, un poco mas abajo, el Santuario de la Virgen que baja Tumbaya. Para subir hasta estos lugares, existen cuatro senderos principales. El primero está en Tumbaya. Para tomarlo se debe cruzar el Río Grande y entrar por la quebrada del arroyo que baja desde Punta Corral. Esta senda está muy bien marcada. Los pobladores aseguran que fue construida por “los antiguos” y se extiende por unos 23 kilómetros, siendo la más larga pero con menor pendiente. El ascenso más corto se lo hace desde Tunalito, pero la subida es con una pendiente mucho mayor. Pero este camino desciende directamente sobre Punta Corral.

Caminos de subida
Desde Maimará tenemos el sendero más difícil. Se inicia en los cerros llamados “la Paleta del Pintor”. De allí debe pasarse hasta los cerros Amarillo, El Churqui, y las Doce Vueltas, donde algunas personas se sienten afectados por “el mal de la Puna”. Luego se desciende hasta la Apacheta del Abra, donde se bifurcan tres sendas muy bien marcadas; por la izquierda se desciende hacia Chilcaguada y Tilcara, hacia el frente está el Santuario de la Virgen del Abra de Punta Corral, y por la derecha se va al Santuario de la Virgen de Punta Corral.
Durante una larga jornada los peregrinos ascienden hasta el santuario. En estos meses ya comienza el frío en la Quebrada, por lo que todos llevan abrigos, lo que se suma a la carga de alimentos y agua. En diferentes tramos nos encontramos con las “apachetas”, o montículos de piedra donde los caminantes dejan hojas de coca o cigarros, con lo que le rinden tributo a la Madre Tierra y los espíritus del camino. En ningún momento dejan de hacer su música las bandas de sikuris. Bombos, redoblantes y platillos, van marcando el ritmo de la música y de los pasos.
Una vez arriba, los músicos no se detendrán. Seguirán tocando incluso cuando vuelvan a sus parajes y la fiesta de Semana Santa sea un recuerdo. Una misa se lleva a cabo en las alturas. La imagen es colocada sobre una piedra, recordándonos que su adoración proviene de mucho antes de la llegada del cristianismo. Al amanecer, los sikus volverán a tocar y la imagen descenderá hacia Tilcara.
Las bandas representan a distintos grupos sociales como torneros, empleados municipales, mujeres, trabajadores del tendido eléctrico, barrenderos, panaderos, etc.
En todos los casos, los promesantes han pedido por la salud de sus seres queridos. El esfuerzo físico y la concentración que se exige para tremenda actividad, mezclados con la música y la pasión de la fe, llevan a un estado emocional especial que reconforta a los promesantes en su regreso al pueblo. Todos se concentran frente a la iglesia, donde se deposita a la imagen de la Virgen. Por eso la música no se detiene sino hasta la madrugada. Y sigue, aún cuando los colectivos y camiones parten hacia todas las direcciones de la Quebrada, llevando de regreso a los peregrinos.
Todo se alistan ante la inminencia del invierno, pero no importa, esta vez, llevan el abrigo de su fe.
 

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