A la crisis futbolística de los últimos nueve meses se le sumó la contienda por la presidencia de la Liga Salteña.
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A la crisis futbolística de los últimos nueve meses se le sumó la contienda por la presidencia de la Liga Salteña.
Rubén González, el presidente de Juventud Antoniana, aprovechó el único hueco que dejó abierto la actual dirigencia liguista.
Porque si bien la conducción de Sergio Chibán arroja saldos positivos en muchos aspectos (especialmente en materia de obras), es evidente que no terminó de convencer a los diecisiete clubes que le dan vida y conforman la institución madre del balompié local.
Indudablemente algo se hizo mal en el edificio de la calle Deán Funes. Si no, no se hubiera suspendido tres veces la asamblea por la cual Chibán busca extender sus ocho años de mandato y no se estaría hablando ahora de una cuarta suspensión.
No se trata solo de un error de cálculo o administrativo ya que la oposición escarba, encuentra fallas y Personas Jurídicas le fue dando la razón.
La gestión de Chibán puede haber convencido a quince de esos diecisiete clubes, especialmente a los que pudieron levantar paredes en sus sedes; pero descuidó a un peso pesado, como Juventud, lo que terminó por generar una disputa que hoy parece interminable.
Se dice que González es el único dirigente de un club grande en desacuerdo. En realidad, Central Norte y Gimnasia y Tiro piensan igual, aunque actuaron de distinta manera. Los tres clubes más importante de nuestra ciudad creen que la liga los podría acompañar mucho más en el Consejo Federal, donde se organiza el Argentino A. Es que los tres, además, son los que le dan a la liga el sustento económico con las recaudaciones.
Por otro lado, y mientras Chibán busca un cuarto mandato, González solo acusa la falta de atención. Pues, puede llegar a tener o no razón, pero lo que no tiene es un proyecto y eso también es cierto y hasta perjudicial.
En definitiva, la Liga está envuelta en un conflicto que se suma a la crisis actual de todo el fútbol.