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YPF

Axel Kicillof: la insoportable necesidad de insultar

Sabado, 21 de abril de 2012 21:33

Dice un proverbio chino: “En las discusiones, el primero que se incomoda y grita es quien no tiene razón”. El personaje de la semana, Axel Kicillof, no debió su notoriedad al talento académico que le atribuyen los legos en economía, sino más bien a sus gritos (y a su pinta, para alguna revista del corazón). Que se sepa, ninguna obra suya figura como referencia, ni siquiera, en las universidades bolivarianas.
Tampoco brilla por su pericia en el manejo de la cosa pública. Son de otra índole los antecedentes que fue acreditando este exdirigente estudiantil desde que Cristina lo ungió como uno de sus “jóvenes brillantes”, en la línea de Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina.
Kicillof es uno de los administradores del déficit de la Aerolíneas con gestión estatizada - sigue siendo de Marsans-, déficit que él reivindica como un valor, quizá sin tener en cuenta que eso se paga con los impuestos que no se aplican a financiar las grandes necesidades del país. Debería saberlo.
Lo cierto es que cualquier línea privada cubriría los trayectos que se suponen no rentables con subsidios que, de ser necesarios, serían muy inferiores a los dos millones de dólares
diarios que hoy aporta el Tesoro. Kicillof muestra fibra de dirigente estudiantil y el modelo de administración de Aerolíneas se ajusta bastante a una estudiantina donde nadie debe rendir cuentas del dinero gastado.
 

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Dice un proverbio chino: “En las discusiones, el primero que se incomoda y grita es quien no tiene razón”. El personaje de la semana, Axel Kicillof, no debió su notoriedad al talento académico que le atribuyen los legos en economía, sino más bien a sus gritos (y a su pinta, para alguna revista del corazón). Que se sepa, ninguna obra suya figura como referencia, ni siquiera, en las universidades bolivarianas.
Tampoco brilla por su pericia en el manejo de la cosa pública. Son de otra índole los antecedentes que fue acreditando este exdirigente estudiantil desde que Cristina lo ungió como uno de sus “jóvenes brillantes”, en la línea de Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina.
Kicillof es uno de los administradores del déficit de la Aerolíneas con gestión estatizada - sigue siendo de Marsans-, déficit que él reivindica como un valor, quizá sin tener en cuenta que eso se paga con los impuestos que no se aplican a financiar las grandes necesidades del país. Debería saberlo.
Lo cierto es que cualquier línea privada cubriría los trayectos que se suponen no rentables con subsidios que, de ser necesarios, serían muy inferiores a los dos millones de dólares
diarios que hoy aporta el Tesoro. Kicillof muestra fibra de dirigente estudiantil y el modelo de administración de Aerolíneas se ajusta bastante a una estudiantina donde nadie debe rendir cuentas del dinero gastado.
 

Papagayos

El viceministro de Economía y subadministrador de la YPF intervenida se destacó, sí, por su capacidad de hablar varias horas, pero sin hacer un análisis crítico de la gestión a la que pertenece, sino describiendo una crisis energética en términos que podrían esperarse de un opositor, un analista o un gobierno que recién comienza.
Y se destacó también porque, protegido por Julio De Vido y Aníbal Fernández, se dedicó a insultar.
Lo más suave fue “papagayos”, para desacreditar a quienes recuerdan lo que vienen diciendo los secretarios de Energía de tres décadas y que ahora el Gobierno repite sin darles créditos (los mismos secretarios a los que antes calificaron de “golpistas”).
El subadministrador trató de “papanatas” a Ricardo Alfonsín porque había señalado que las falencias de una empresa que tiene el 34 por ciento del mercado no explican una crisis global. Trató de “tarados” y de “imbéciles” a quienes le señalan que su palabrerío trata de eludir las responsabilidades del Gobierno nacional en la gestión energética y, muy en particular, en las deficiencias de Repsol YPF.
 

Patoteros

Insultar, gritar y amenazar siempre han sido hábitos de patoteros.
Hace pocos días, Jorge Coscia trató de “débiles mentales” a los lectores del diario Clarín. Aunque parezca mentira, este personaje es nada menos que el secretario de Cultura de la Nación. Y parece lógico que lo sea, porque la cultura de la Argentina de estos tiempos acepta ese tipo de lenguajes soeces. Ni Kicillof ni Coscia, que agraviaron a los discapacitados mentales, ni Guillermo Moreno, que discriminó en una sola andanada a los gordos, a los homosexuales, a los polacos y a los misioneros, recibieron objeción alguna del Inadi. Ni una palabra.
Es la cultura de la ahora silenciada Carta Abierta, un grupo de graduados que en la mayoría de sus pronunciamientos actúa como un centro de estudiantes sexagenarios; una patrulla perdida de los años sesenta.
Pero Kicillof debió prestar atención a otro proverbio chino: “El bruto grita, el inteligente discute, y el sabio calla”. El, al parecer, prefiere la ovación que le dedican sus compañeros cuando festejan su look “casual”.
 

Agresión como autodefensa

Detrás de la verja de palabras agresivas, pero no persuasivas, Kicillof disimula que en la nueva aventura que emprende en YPF lo acompañan el ministro Julio De Vido, el secretario de Energía, Daniel Cameron, ambos con tres décadas de kirchnerismo sobre sus espaldas, y el titular de Enarsa, Exequiel Omar Espinosa, quien se ocuparía de los negocios y de los aspectos operativos.
Enarsa fue creada hace más de ocho años como empresa estatal para cumplir los objetivos que el personaje de esta semana enunció ante el Senado. La verdad es que esta entidad se dedicó a importar combustibles, negocio en el que también participaron los multifacéticos hermanos Cirigliano, tuvo a su cargo los negocios nunca blanqueados con Venezuela, Antonini Wilson incluido y, como reconoció su mentor, el economista Aldo Ferrer fracasó como la nueva YPF que se prometía.
El 10 de julio del año pasado, en un editorial titulado “La imprevisión nos lleva a una crisis energética”, El Tribuno advertía: “Las reservas comprobadas caen porque no se explora. En la década del ’80 se hacían 103 pozos por año; en los ’90 se cavaban 95 pozos; el año pasado (2010) se hicieron 26. La economía argentina creció desde 2002 más del 80%, pero la producción de gas cayó un 11% y la de petróleo, un 25%. Nada es casual: cavar un pozo supone una inversión de alto riesgo... En el año 2000 nuestro país exportaba el 20% del gasoil que producía; hoy está obligado a importar el 25% del gasoil que consume. En la economía no existen los milagros. El único criterio válido es la previsión. Sin energía, el crecimiento económico se frenará, tarde o temprano”.
Palabras más, palabras menos, el mismo diagnóstico que hizo Kicillof el martes. Con una diferencia: el interventor habla de supuestas culpas de Repsol y nuestro editorial se refería a la crisis energética global.
Y, en este punto, no hay señales claras. Si las ganancias de YPF se reinvierten en exploración, puede haber un cambio leve pero favorable. Pero es demasiado grande usarlas para cubrir la falta de financiamiento, tal como se hizo con la Anses y con las reservas del Banco Central.
 

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