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La crisis derrumbó a 16 gobiernos en Europa

Martes, 24 de abril de 2012 20:34

Rody Mascali, analista internacional de la agencia Télam
 

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Rody Mascali, analista internacional de la agencia Télam
 

En una Europa que es cada vez menos metrópoli, la crisis del euro dio por tierra con 16 gobiernos que, siguiendo los dictados de la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE), cayeron por no ajustar más.
El lunes, el Gobierno holandés presentó su renuncia a la reina Beatriz, el segundo de ese país que cae por el ajuste, y se convirtió en el número 16 derribado por la crisis que se inició en 2010.
El listado de los gobiernos víctimas de la profunda crisis la completan Reino Unido, Irlanda, Finlandia (dos veces), Dinamarca, Portugal, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bélgica, España, Grecia, Italia y Rumania.
La reacción política frente a la crítica situación económica volcó a los habitantes de los países europeos a seguir propuestas electorales de derecha, en una especie de círculo vicioso en el que el remedio es peor que la enfermedad.
Solo en Francia podría torcerse esa tendencia si, como coinciden todas las encuestas, en el balotaje del 6 de mayo el socialista François Hollande derrota al actual mandatario, Nicolas Sarkozy.
Lo cierto es que en todos los casos la crisis fue la culpable. Crisis causada por una combinación de factores complejos, entre los que se encuentran la globalización de las finanzas y las fáciles condiciones de acceso al crédito durante el período 2002-2008.
Esto impulsó prácticas de endeudamiento arriesgado, desequilibrios en el comercio internacional y burbujas inmobiliarias que estallaron a partir de 2008, frenando el crecimiento. La difusión de rumores sobre el nivel de la deuda de Grecia y el riesgo de cesación de pagos de su Gobierno fue como la nafta con la que se trató de apagar el fuego.
Todos los países de la eurozona se vieron afectados por el impacto que tuvo la crisis sobre el euro y hubo temor de que los problemas griegos en los mercados pudieran desatar un efecto contagio.
Finalmente, la UE y el FMI acordaron un plan de rescate para Grecia por 750.000 millones de euros, destinado a tratar de evitar que la crisis se extendiera por toda la eurozona.
Con la creación, anunciada, de un fondo de estabilización colectivo para la eurozona, la propuesta de la canciller alemana Angela Merkel, sustentada por Sarkozy, comenzó a dar sus frutos. Uno tras otro, los principales países europeos adoptaron sus propios planes de ajuste, inaugurando una era de austeridad en el continente.
En todo caso los brutales planes de ajuste comenzaron a inclinar a los europeos a desconfiar de los inmigrantes y de sus vecinos ricos, volcando sus preferencias políticas hacia los ultranacionalistas. La gran duda que hoy desvela a analistas, gobiernos y ciudadanos es si vale la pena mantener el euro como moneda en países que no tienen una economía que los sustente. Sobre esta cuestión deberán ponerse de acuerdo, mientras un fantasma recorre Europa y amenaza con quedarse.
 

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