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Dylan siempre Dylan, a los 71 años y con la voz áspera

Viernes, 27 de abril de 2012 21:35

Bob Dylan arrancó el jueves la primera de cuatro presentaciones en la Argentina, con una voz cada vez más áspera recorrió canciones de su impactante década de los 60 y de la última etapa, iniciada en 1997.
Con 71 años, comenzó en 1998 la gira interminable llamada la “Never Ending Tour”. El show en el Gran Rex de la Capital Federal se repitió anoche, seguirá hoy y el lunes 30.

El espectáculo comenzó a las 21.30, la hora exacta en que se había anunciado. Alegre, chispeante, comunicado con sus músicos, bailando pequeños pasos mientras tocaba la armónica, sonriente. Vestido con uno de sus usuales chaquetones oscuros con vivos plateados, pantalones negros y sombrero sureño, el show arrancó bajo el fondo de las ruedas girantes de un ferrocarril.

Un momento sorprendente se dio con “Trying to Get to Heaven”, con cuatro guitarras sonando juntas y otro el trío de mandolina, guitarra y armónica que se armó en “High Water”, de “Love and Theft” de 2001.
Cerrando el concierto hubo nuevas versiones de sus dos canciones emblemáticas: “Like a Rolling Stone” y “Blowin‘ in the Wind”.

El repertorio del concierto estuvo marcado por las dos épocas centrales de Dylan: la del 60, cuando se inventa, y la que arranca en 1997 con “Time Out of Mind”, en la que hace una lectura de sí mismo y su tiempo y retorna a la música con una modernidad avasallante.

Lo de anoche fue como una vuelta al pasado desde el futuro, una pirueta extraña que Dylan sostiene en una voz grave y batallada que denuncia más marcas que la cara de Keith Richards.

En su última presentación en la Argentina, cuando Dylan tocó en 2008 en Vélez, su sonido estaba más emparentado con la época de “Modern Times 2 y “Love and Theft” de comienzos de siglo; ayer tuvo más que ver con los 60, pero desde el futuro.

Estuvo más cerca del rock y más lejos del swing. Más country-blues.
 

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Bob Dylan arrancó el jueves la primera de cuatro presentaciones en la Argentina, con una voz cada vez más áspera recorrió canciones de su impactante década de los 60 y de la última etapa, iniciada en 1997.
Con 71 años, comenzó en 1998 la gira interminable llamada la “Never Ending Tour”. El show en el Gran Rex de la Capital Federal se repitió anoche, seguirá hoy y el lunes 30.

El espectáculo comenzó a las 21.30, la hora exacta en que se había anunciado. Alegre, chispeante, comunicado con sus músicos, bailando pequeños pasos mientras tocaba la armónica, sonriente. Vestido con uno de sus usuales chaquetones oscuros con vivos plateados, pantalones negros y sombrero sureño, el show arrancó bajo el fondo de las ruedas girantes de un ferrocarril.

Un momento sorprendente se dio con “Trying to Get to Heaven”, con cuatro guitarras sonando juntas y otro el trío de mandolina, guitarra y armónica que se armó en “High Water”, de “Love and Theft” de 2001.
Cerrando el concierto hubo nuevas versiones de sus dos canciones emblemáticas: “Like a Rolling Stone” y “Blowin‘ in the Wind”.

El repertorio del concierto estuvo marcado por las dos épocas centrales de Dylan: la del 60, cuando se inventa, y la que arranca en 1997 con “Time Out of Mind”, en la que hace una lectura de sí mismo y su tiempo y retorna a la música con una modernidad avasallante.

Lo de anoche fue como una vuelta al pasado desde el futuro, una pirueta extraña que Dylan sostiene en una voz grave y batallada que denuncia más marcas que la cara de Keith Richards.

En su última presentación en la Argentina, cuando Dylan tocó en 2008 en Vélez, su sonido estaba más emparentado con la época de “Modern Times 2 y “Love and Theft” de comienzos de siglo; ayer tuvo más que ver con los 60, pero desde el futuro.

Estuvo más cerca del rock y más lejos del swing. Más country-blues.
 

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