“Debe ser gente que tiene una pobreza sin esperanzas”, dijo el prestigioso profesor de la universidad de Valencia (España), María Senent Sánchez, mientras miraba un mapa político de nuestra provincia en general y del departamento Rivadavia en particular.
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“Debe ser gente que tiene una pobreza sin esperanzas”, dijo el prestigioso profesor de la universidad de Valencia (España), María Senent Sánchez, mientras miraba un mapa político de nuestra provincia en general y del departamento Rivadavia en particular.
Frases contundentes si las hay la dijo este especialista en animación sociocultural observando que en el mapa colgado en la pared, el departamento de Rivadavia Banda Sur estaba “limpio”.
Limpio porque no tiene marcados pueblos, ni rutas; no tiene nada de referencia.
Tampoco hay demasiada información si alguien busca referencias en internet.
Se podría decir que la pobreza es más que estructural en la zona: está en la mentalidad del chaqueño y del aborigen.
En sus discursos, en sus elaboraciones racionales y en sus significaciones suponen que viven en medio de tantas necesidades porque es natural que sea así.
No hay chaqueño que no se queje de su intendente, pero en las elecciones de diciembre vuelven a elegir una y otra vez a quienes se aferran a los cargos públicos.
Los aborígenes se quejan de sus caciques pero nunca harían nada para contradecir sus órdenes.
Es más: votan ciegamente al candidato político que les dice el cacique que voten.
Y las escuelas no escapan de esta realidad sociocultural.
Los docentes, que en su gran mayoría no son de la zona, se mimetizan con los pobladores y con el pausado trascender del monte chaqueño.
En El Ocultar, uno de los primeros parajes recostado sobre la ruta 13, está la escuela 4189 con los techos a punto de caerse.
Su director se queja, pero hasta pasada la Semana Santa no había ido a buscar el fondo destinado, dado a principios de año, por el Ministerio de Educación para la reparación de los edificios.