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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Tras la euforia por YPF, volvió la confrontación

Sabado, 12 de mayo de 2012 20:26

El Gobierno nacional demostró esta semana una llamativa incapacidad para aprovechar el blindaje en la opinión pública que le había dado la expropiación de YPF. Con toda la iniciativa política sobre sus espaldas, y con una oposición decorativa y enredada en sus disputas internas, Cristina Kirchner volvió a elegir el camino directo de la confrontación, reabriendo así algunos debates que no le son para nada favorables en términos de imagen.

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El Gobierno nacional demostró esta semana una llamativa incapacidad para aprovechar el blindaje en la opinión pública que le había dado la expropiación de YPF. Con toda la iniciativa política sobre sus espaldas, y con una oposición decorativa y enredada en sus disputas internas, Cristina Kirchner volvió a elegir el camino directo de la confrontación, reabriendo así algunos debates que no le son para nada favorables en términos de imagen.

Esta vez, los destinatarios fueron Daniel Scioli, los gremialistas, los empresarios, Mauricio Macri y -como siempre- los medios de comunicación. Cualquiera puede preguntarse con un alto grado de razón, qué tiene eso de nuevo, si es la radiografía lineal del modelo “K”. Lo novedoso en este momento es que en todas las embestidas desnudó públicamente sus propias falencias y contradicciones, más allá del elevado nivel de aceptación que aún posee la Presidenta, pero que no logra trasladar al resto de sus funcionarios.

¿Con qué cara puede Cristina pararse en un atril y decirle a los sindicalistas que viven demasiado bien? ¿No está hablando también de ella misma, que admitió tener más de 70 millones de pesos en un patrimonio que creció 27% en un solo año?

Además, al meterse innecesariamente en ese terreno, termina admitiendo que los sindicalistas son luchadores cuando le responden y corruptos cuando no. No hace falta aclarar que, durante los últimos nueve años, los negocios de la CGT con la Casa Rosada fueron sistemáticos, millonarios y con controles casi invisibles. La mafia de los medicamentos es un ejemplo paradigmático en ese sentido.

¿Por qué Cristina reforzó su ofensiva contra los sindicatos ahora? La explicación está, básicamente, en que la economía no es la de antes y que eso está desembocando en un marcado aumento de la conflictividad sindical. Metalúrgicos, camioneros, bancarios, estatales, médicos, aeronáuticos y petroleros son solo algunos de los gremios que están en pleno apogeo de sus protestas.

La ecuación es sencilla: la inflación, estimada en un 23% anual, sería muy parecida a la del año anterior, pero los aumentos salariales se ubicarían bastante por debajo de los acordados en ese período. Resultado: una pérdida en el poder adquisitivo de la gente, una lógica caída en el consumo, una baja de la recaudación y un mayor descontento social.

De hecho, la casi absoluta imposibilidad de comprar dólares en la Argentina, que se profundizó notoriamente esta semana, es otro claro ejemplo de que la economía está entrando en una compleja nebulosa.

Pese a su apoyo incondicional a la gestión, los empresarios también fueron receptores de la inexplicable furia oficialista de esta semana. No hay acto en el que Cristina no los acuse de falta de inversión y de haber ganado mucha plata. Que ganaron mucha plata no hay dudas, lo que sí sorprende es que la mandataria deposite en ellos la culpa por las pocas condiciones que tiene el país para atraer más inversiones privadas. ¿Qué empresario no querría invertir en un país en donde podrá hacer grandes negocios para sí mismo? Evidentemente, para muchos de ellos, este no es el caso.

La política

El bochorno que protagonizó el candidato oficial a la Procuración, Daniel Reposo, al falsear datos de su currículum vítae, le da la oportunidad a Cristina de enmendar su error y proponer a otro postulante con más pergaminos (o al menos con alguno) para ser jefe de los fiscales. El problema es que el estilo “K” no contempla marchas atrás y todo indica que será designado por la nueva mayoría automática del Congreso. ¿Acaso Dilma Rousseff no se desprendió de siete ministros sospechados de corrupción? La presidenta de Brasil, autocrítica como pocos, goza de una imagen positiva elevadísima.

El único argumento del Gobierno para justificar lo de Reposo es que la denuncia salió en la prensa, y por ende es mentira. Nada más. Demasiado poco para un puesto de semejante jerarquía que deberá investigar, entre otros, a las máximas autoridades del Estado.

Esta semana también quedará marcada como una de las más hostiles entre el kirchnerismo y su aliado más competitivo en materia electoral, Daniel Scioli. Ayer, el exmotonauta confirmó de su boca lo que todos sabían: que sueña con sentarse en el sillón de Rivadavia en 2015. Lo hizo un día después de que el sciolismo deje de lado su pasividad habitual y contraataque los embates de Gabriel Mariotto, su vicegobernador y principal opositor interno.

Lo curioso, al igual que con las críticas al nivel de vida de los sindicalistas, es que la avanzada kirchnerista en Buenos Aires tuvo como excusa el supuesto manejo discrecional de la pauta publicitaria provincial, justo uno de los asuntos por los que la Casa Rosada le da menos explicaciones a la sociedad. El mensaje es preocupante: el kirchnerismo quiere que los demás hagan lo que ellos no hacen.

Si hubo algo en lo que el kirchnerismo no cambió esta semana fueron sus críticas habituales a Mauricio Macri, a quien el Gobierno desea como rival que polarice con ellos la elección de 2015. En las más altas esferas del Gobierno están convencidos de que una confrontación directa con el macrismo, que aún no tiene un armado nacional, puede ser más ventajosa que una con un peronista como Scioli.

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