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En Morillo lograron frenar las muertes por desnutrición

Sabado, 05 de mayo de 2012 21:49

Luego del drama vivido el año pasado, el personal del área operativa Morillo, en Rivadavia Banda Norte, pudo evitar que en esta temporada se produzcan muertes por el flagelo de la desnutrición que desde hace años afecta a esta zona considerada la más pobre del país.

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Luego del drama vivido el año pasado, el personal del área operativa Morillo, en Rivadavia Banda Norte, pudo evitar que en esta temporada se produzcan muertes por el flagelo de la desnutrición que desde hace años afecta a esta zona considerada la más pobre del país.

Este logro fue atribuido a que se mejoraron las estrategias del trabajo que se venía realizando, principalmente en las comunidades aborígenes que son las más afectadas por el mal del hambre. Pese a que la batalla aún no está ganada, las autoridades sanitarias del hospital local están convencidas de que con la planificación que se hizo se puede ir controlando de manera más efectiva la situación y evitar la muerte de niños en el futuro.

El año pasado las comunidades aborígenes tuvieron que lamentar la muerte de tres pequeños con diagnóstico de desnutrición grave. Las víctimas fueron Julián Pérez, en el propio pueblo de Morillo; Yanina Belinda Díaz, en Misión El Chañar, y Leandro Arias, en Misión Sachapera, todos menos de tres años.

Además del drama de la pobreza, el deceso de esos niños fue atribuido a la falta de atención sanitaria y por ese motivo los familiares pidieron la renuncia de la gerente Fernanda Siuffi. Con la intervención de la intendenta Marcela Carabajal, el problema se pudo solucionar, ya que la gente pudo entender que con el escaso personal el equipo de salud no se podía dar abasto para atender ésta y otras patologías.

El hospital cabecera cuenta apenas con siete médicos para atender un área operativa de 12.500 kilómetros cuadrados ocupados por unos 12 mil habitantes, más de un tercio aborígenes.

La médica Tania Dávalos explicó a El Tribuno que, pese a estas dificultades, el equipo de salud se propuso como meta hacer frente a esta situación. Para ello pusieron en marcha un plan riguroso de seguimiento de todos los niños afectados con desnutrición, que involucró a los que padecían grado leve, moderado y grave. “Todo el personal del hospital, sin distinción, se puso manos a la obra y de esa manera pudimos controlar la situación”, expresó a El Tribuno. Dijo que para garantizar la alimentación de los desnutridos el hospital habilitó un lugar para proveer la comida necesaria a todos los afectados por el flagelo, además de la provisión de un bolsón con alimentos no perecederos y leche para todos ellos. “La tarea más complicada fue el seguimiento, ya que muchas familias aborígenes deambulan de un lugar a otro y, por suerte, los agentes sanitarios siempre estuvieron atentos para alertar a los centros de salud de la zona sobre esta situación”, expresó la joven médica.

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