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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Pelea en la calle entre dos que van por todo

Jueves, 21 de junio de 2012 22:53

La conmoción provocada por el paro activo del gremio de los camioneros cedió lugar a la calma, pero es una calma transitoria. El desabastecimiento de los cajeros, hace unos días, y el de combustibles, hasta ayer son señales calculadas de un gremialista que desde hace casi tres décadas ha dado pruebas de que conoce muy bien cómo se construye poder.
La amenaza de aplicar la ley de abastecimiento y las denuncias contra la familia Moyano parecieron tan frágiles como la televisada impotencia de los gendarmes en la destilería de La Matanza.
Hugo Moyano puso en evidencia las ventajas con que corre cuando se trata de ganar la calle. A su juego lo llamaron: siempre hizo el papel del malo de la película para pelearse contra los enemigos del Gobierno y ahora aplica la energía contra sus viejos aliados.
 

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La conmoción provocada por el paro activo del gremio de los camioneros cedió lugar a la calma, pero es una calma transitoria. El desabastecimiento de los cajeros, hace unos días, y el de combustibles, hasta ayer son señales calculadas de un gremialista que desde hace casi tres décadas ha dado pruebas de que conoce muy bien cómo se construye poder.
La amenaza de aplicar la ley de abastecimiento y las denuncias contra la familia Moyano parecieron tan frágiles como la televisada impotencia de los gendarmes en la destilería de La Matanza.
Hugo Moyano puso en evidencia las ventajas con que corre cuando se trata de ganar la calle. A su juego lo llamaron: siempre hizo el papel del malo de la película para pelearse contra los enemigos del Gobierno y ahora aplica la energía contra sus viejos aliados.
 

En ausencia de Cristina y de Scioli, la aparición en público de Amado Boudou fue la peor de las soluciones en el conflicto: en seguida le recordaron el currículum. Para componer salió al ruedo Gabriel Mariotto, un entusiasta ejecutor de las órdenes de sus jefes, pero sin fogueo como conductor. Lo primero que hizo fue aislar a la presidenta al ubicar a Daniel Scioli al lado de Moyano, una ingenuidad que indica la ausencia de pautas claras. En tanto, Pablo Moyano preguntaba sin ingenuidad: “¿dónde están los jóvenes de la Cámpora que van a defender al gobierno?”. Mientras el comité de crisis deliberaba en el edificio Centinela, el joven sindicalista explicitaba, sobrador, que en el territorio elegido por Hugo Moyano, la calle, el adversario no podía vencerlo.
La confrontación no es sindical, sino política. Por eso, la salida de la crisis debió buscarla la propia Cristina. Todo empezó unos días antes de la muerte de Néstor Kirchner, en el Monumental, cuando Moyano expresó su deseo de ver a un “trabajador” en la Casa Rosada y Cristina le retrucó que ella trabajó “toda su vida”. La diferencia es semántica y ambos la conocen. Nadie ignora que Cristina resolvió abandonar la estrategia de Néstor y quiere reemplazar a los barones del conurbano, los sindicalistas y los peronistas clásicos por una nueva generación política.
Moyano, hasta hace unos días un cadáver político, recuperó vertiginosamente espacio con un paro compulsivo, de alto impacto y escasa ortodoxia. El miércoles redoblará la apuesta con una movilización que puede llegar a ser una espectacular demostración de fuerza.
El acuerdo salarial logrado ayer borra cualquier vestigio gremial del conflicto: Cristina expresa la voluntad de “ir por todo”, y Moyano va por todo.
 

El veterano camionero demostró que está vivo, lo que no es poco. Hace casi un año y medio fue colocado como el trofeo a lograr por la nueva generación kirchnerista; en ese momento era una de las personas más desacreditadas ante la sociedad. Un mes atrás, solo quedaba por saber como terminaría sus días al frente de la CGT. El miércoles en pocas horas puso al país en vilo; sobre la medianoche, serenamente, comenzó a paladear una victoria mezquina, y dirigió un mensaje convocante para los asalariados que pagan impuesto a las Ganancias, del gremio que sean.
Para el Gobierno sigue siendo una prueba de fuego. La presidenta deberá apelar a sus mejores recursos para evitar que la resurrección de Moyano se prolongue y se transforme en asedio.
Moyano fue uno de los principales aliados del kirchnerismo; es, además, un “tiempista”. La presión tributaria sobre los salarios y el congelamiento de subsidios y pensiones, por efecto de la inflación, juegan en contra del Gobierno y a favor de Moyano.
 

Detrás de la confrontación no hay proyectos ideológicos en pugna, sino ambiciones de poder. Difícilmente el sindicalista pretenda derribar al gobierno; más bien, quiere demostrar que es mejor y más poderoso que los Gordos y los barrionuevistas.
El kirchnerismo necesita aceitar sus herramientas políticas, pero es claro que sigue siendo la fuerza con más posibilidades políticas y con mayor voluntad de poder. Sin embargo, el desconcierto que generó la rebelión de Moyano le exige a Cristina recurrir a los dirigentes fogueados y reservar a figuras como Mariotto o Boudou para otras tareas, de menor riesgo.
 

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