Un clima de conmoción, tensión y temor se vive en la localidad de Salvador Mazza tras los asesinatos de sesgo mafioso ocurridos ayer por la mañana.
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Un clima de conmoción, tensión y temor se vive en la localidad de Salvador Mazza tras los asesinatos de sesgo mafioso ocurridos ayer por la mañana.
Ejecutados
Sus cuerpos fueron hallados en una finca ubicada a un kilómetro del acceso a la localidad, sobre la ruta nacional 34, entre el paraje Arenales y el barrio La Pista.
Fuentes investigativas señalaron que los crímenes fueron cometidos a sangre fría. Los cuerpos estaban boca abajo y uno de ellos, Aráoz, con signos de haber recibido una feroz golpiza y con el tabique nasal destrozado.
Cada una de las víctimas presentaba un disparo de arma de fuego en la cabeza. “Esto huele a un típico ajuste de cuentas narco”, dijo uno de los detectives encargados de la pesquisa.
Los macabros asesinatos fueron perpetrados por al menos tres personas, según datos recabados en el sitio.
Hay conmoción en los habitantes de la localidad a raíz del hecho, ya que las víctimas eran personas muy conocidas.
Además, no se descarta que los asesinatos estén relacionados con otro episodio violento, un tiroteo que tuvo lugar en el barrio La Pista, a las 9 aproximadamente, lo que confirma cada vez más que Salvador Mazza es tierra peligrosa.
Juan José López, quien encontró los cuerpos, dijo a El Tribuno: “Yo vivo aquí. Me levanté temprano y prendí fuego para hacer mate. Guzmán y Aráoz llegaron a la finca, los saludé y me fui a dejar a mi hija a la escuela porque ya eran las 8.30. Cuando volví, después de las 9, fui a darles maíz a las gallinas, en la parte de atrás, y los encontré muertos”, relató. “Luego, llamé a la Policía”.
Los cadáveres estaban uno al lado del otro, detrás de una modesta y pequeña casa de ladrillos con frente anaranjado y paredes laterales despintadas. Al costado derecho estaba estacionada una Renault Kangoo gris con vidrios polarizados, propiedad de Guzmán. El jefe de la Unidad Regional 4 con asiento en Tartagal, Fernando Camacho; el titular de la comisaría local, Ramón Almazán; personal de la Brigada de Investigaciones 4, de Tartagal; de Criminalística y un médico forense se constituyeron en el lugar.
“Los cuerpos, uno al lado del otro, boca bajo. Guzmán, con una herida de bala con orificio de entrada en la nuca y de salida en la frente. Aráoz, con entrada de proyectil en la nuca y salida en un pómulo. Además, presentaba el tabique nasal fracturado, con evidentes signos de haber luchado”, informó el comisario Camacho. Los cadáveres fueron trasladados a la morgue del hospital Juan Domingo Perón, de Tartagal, para la autopsia legal, solicitada por la Justicia.
Vinculación con el narcotráfico
“Cada uno tiene un tiro en la cabeza, estaban boca abajo cuando los encontraron. Aparentemente, los asesinos los redujeron, los hicieron arrodillar y los ejecutaron desde atrás, por la espalda”, dijeron fuentes ligadas a la investigación.
El lugar
La finca donde ocurrieron los homicidios está ubicada sobre la ruta nacional 34. A unos 15 metros de la cinta asfáltica se encuentra un primer portón y 100 metros más adelante hay una tranquera que flanquea la entrada al predio.
En la parte trasera del inmueble rural existe un camino vecinal y unos 300 metros más atrás hay una quebrada. A tres cuadras de allí está ubicado el cementerio municipal. “Todo indica que los autores los esperaron dentro o en cercanías de la finca. En la parte posterior hay un camino vecinal que en invierno es transitable, no así en verano. Puede haber sido empleado por los homicidas para movilizarse. Los crímenes tienen connotaciones mafiosas. Estarían vinculados con el narcotráfico, fundamentalmente por la forma en que los ultimaron”, dijeron en el lugar del hecho fuentes abocadas a la investigación. “En la escena hay signos de pelea. Guzmán fue reducido primero, casi sin oponer resistencia, ya que solo tenía la herida de bala, no así Aráoz, quien, aparentemente, luchó por su vida”, informaron las fuentes policiales.
Un detenido y varios demorados
Cerca de la medianoche, el jefe regional Camacho y los comisario Escalante y Miguel Almazán analizaban el gravísimo crimen, que obliga a replantear las estrategias de seguridad en las fronteras.
Extraoficialmente, se supo que varios sospechosos se encontraban demorados y sometidos a investigación. Al mismo tiempo, una alta fuente de gobierno informó que una persona, de nacionalidad boliviana, se encontraba detenida, luego de haber sido observada mientras merodeaba la vivienda de una de las víctimas. En su poder encontraron un celular donde la pesquisa habría detectado mensajes comprometedores.
El episodio, que se suma a un largo historial delictivo en la región, conmovió a la localidad fronteriza. A las 8, Guzmán abrió su carnicería, “Hijos de Guzmán”, está situada en la calle Balcarce 40, a una cuadra de la Aduana. Posteriormente, en compañía de Aráoz, se trasladaron a la finca donde los asesinaron. Guzmán era separado, tenía un hijo y residía en dos inmuebles de manera alternativa: en una casa ubicada en la parte posterior de la carnicería y en el barrio Armada Argentina.
Aráoz vivía en el barrio Norte, junto a sus tres hijos y su esposa.