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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La seguridad no necesita golpes de efecto sino hechos

Domingo, 22 de julio de 2012 02:04

La muerte de Luján Peñalva y Yanina Nuesch tocaron lo más hondo de todos. Eran adolescentes, se vieron fotos de ellas alegres y llenas de vida, y nadie sospechaba que serían protagonistas de una tragedia.

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La muerte de Luján Peñalva y Yanina Nuesch tocaron lo más hondo de todos. Eran adolescentes, se vieron fotos de ellas alegres y llenas de vida, y nadie sospechaba que serían protagonistas de una tragedia.

Dos horas después de que encontraran sus cuerpos cerca del río Ancho, el gobernador Juan Manuel Urtubey salió por todos los medios, en una especie de cadena salteña y nacional, a confirmar que eran ellas y que la búsqueda de dos días había terminado.

Dar la cara, ponerse al frente de todos, siempre se ve bien, y se ve bien porque como gobernador es la máxima autoridad y por ello le caben todas las responsabilidades.

Pero Urtubey no logró serenar el miedo y la incertidumbre pública, sensibilizados al extremo en una semana muy compleja.

Cuatro día antes de que aparecieran muertas Luján y Yanina, un horrendo crimen de dos hombres en Profesor Salvador Mazza, le puso una cruda imagen al avance del narcotráfico en el norte salteño. Tres días después de la tragedia de río Ancho, Salta fue noticia nacional e internacional con un repudiable video que muestra a cinco policías antinarcóticos de General Güemes mientras torturan a dos detenidos, uno de ellos menor de edad.

Los tres hechos son de naturaleza diferente.

Lo sucedido a las chicas aún no se sabe si fue un suicidio (es decir, una decisión personalísima) o un hecho de inseguridad.

Los asesinatos de Salvador Mazza están claramente relacionados con lo peor del crimen organizado internacional.

Las torturas policiales hablan de la flaqueza más baja de una institución responsable de la seguridad de todos los ciudadanos, exactamente lo contrario de lo que aparecen haciendo los efectivos.

Sin embargo, un interrogante los une inevitablemente: ¿Salta es segura?

Fue la pregunta que miles de salteños y cientos de medios de todo el país e incluso del mundo se hicieron día tras día en la última semana.

Con su cadena por televisión y radio, Urtubey se puso al frente respondiendo que sí. Su ministro de Gobierno, Julio César Loutaif, repitió el libreto.

¿Es verdad que Salta es segura como ambos dicen? La respuesta nadie la tiene, sólo algunos hechos permiten analizar lo que sucede.

El año pasado, después de que miles de salteños dijeran que tenían miedo, el Gobierno anunció un plan de seguridad que pondría en la calle 90 móviles nuevos, más efectivos, mejor armados, cámaras de seguridad en capital y el interior, etc. etc. Pasaron pocos meses, el gobernador renovó su mandato y antes de que terminara el verano, Urtubey se vio obligado a cambiar su ministro de Seguridad como consecuencia de varios ataques contra turistas y un aumento increíble de casos de femicidio.

Pasó el otoño y en pleno apogeo del invierno, el frío corre por las venas de Salta porque la seguridad no está asegurada.

La inversión para incrementar los recursos de la policía no terminó de completarse. La reforma del Código Procesal Penal dejó enfrentados, aunque nadie lo dice frontalmente, a la Policía con la Procuración. Su actual y joven ministro de Seguridad acompaña a Urtubey en las cámaras pero muchos dudan de sus respuestas al reclamo social.

Otra vez, el golpe de efecto que fue la conferencia de prensa del lunes en la noche tiene una parte buena: Urtubey, el gobernador, está al frente del problema.

Pero la contracara es que el problema es su principal desafío. A su favor juegan que: el turismo sigue viniendo a Salta (de hecho llenó los hoteles) porque siente que en esta tierra aún se respira tranquilidad; los salteños que van a las marchas de los viernes pidiendo justicia se cuentan en centenares en una provincia de un millón de habitantes; y ni la mafia ni los delincuentes son mayoría.

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