¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

25°
28 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Damasco, la más antigua del mundo

Martes, 03 de julio de 2012 21:24

Siempre se llama a Roma la ciudad eterna. Pero no es porque sea la más antigua, sino porque sufrió todo tipo de invasiones y destrozos. Además, por haber sido capital del imperio más grande de todos, que duró siete siglos. Esta ciudad fundada por Rómulo y Remo tiene 2.765 años y es, subjetivamente hablando, la más hermosa.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Siempre se llama a Roma la ciudad eterna. Pero no es porque sea la más antigua, sino porque sufrió todo tipo de invasiones y destrozos. Además, por haber sido capital del imperio más grande de todos, que duró siete siglos. Esta ciudad fundada por Rómulo y Remo tiene 2.765 años y es, subjetivamente hablando, la más hermosa.

Pero Damasco, la capital de Siria, fue fundada hace más de 6.000 años y es considerada la ciudad más antigua del mundo. Posee un valioso e histórico barrio dominado por callejuelas y casas medievales que la convierte prácticamente en un museo al aire libre.

Esta tierra ancestral fue invadida una y mil veces por otomanos, romanos, persas y cristianos. También por franceses, sus últimos ocupantes, que por un mandato de la Liga de las Naciones estuvieron entre 1920 y 1945. En ese lapso, tuvieron una férrea oposición de los sirios, hasta que, finalmente, lograron la independencia y se formó lo que hoy se llama República Arabe Siria.

Rompecabezas histórico

Llegué a Siria por tierra desde Beirut, conocida como la “capital occidental del medio oriente”, situada a 86 km. Como el transporte es muy precario, en la capital del Líbano debí tomar un taxi, el cual costó US$ 150. A pesar de lo caro, fue una buena inversión, porque gracias al conductor, que hablaba inglés y árabe, pude ingresar al vecino país.

Como me pasó otras veces en diferentes países, pero con mayor rigor aquí, la policía militar desconfiaba de mí porque tenía como equipaje apenas un bolso y viajaba solo. Fue en ese momento que la mediación del chofer fue indispensable, ya que calmó a las irritables autoridades y explicó para que me dejaran pasar. Desde esta frontera hasta Damasco nos separaban solo 20 km, en medio de un desierto interrumpido por oasis de cultivos auxiliados por riegos artificiales.

Llegar a Damasco fue un sacudón, porque estaba visitando una ciudad monumental, llena de mitos que dieron forma a un rompecabezas histórico. No es la ciudad más bonita, pero ninguna como esta tiene tanta historia. Su lema es: “Dios es para ti, pero el país es para todos”. Aunque se tenga que hacer esfuerzos enormes para entender hasta lo más elemental, se llega a sentir que sus habitantes son acogedores. Cuando uno saluda debe decir “salam aleikum”, que significa “la paz sea contigo”. Esta cortesía en árabe es muy estimada, así que vale la pena aprenderse estas palabras.

Mejor, en primavera

Para muchos será una buena noticia que esta ciudad, a contramano de los itinerarios habituales, todavía no ha sido invadida por turistas. Quienes viajen deberán tener en cuenta primero la época. Lo ideal es hacerlo en primavera, la época de lluvias y temperaturas moderadas, cuando la tan molesta calima, que son partículas de polvo o arena en suspensión, desaparece.

Quienes deseen ir hasta Siria deberán cuidarse de no tener en su pasaporte un sello israelí, ya que esto es motivo suficiente para ser rechazado. Además, todo tipo de conversación sobre política es muy difícil, porque los sirios, ahora en una cruenta guerra civil, desconfían de todos. Resulta que el régimen autoritario de Al Asad despierta temores porque, suponen, siempre habrá alguien detrás escuchando.

Otras costumbres

Al contrario de lo que hacemos nosotros, los sirios no dan la mano y, menos que menos, besan a mujeres que no conocen. Esto, aún hecho por un extranjero está muy mal visto. Las muestras de afecto entre una pareja, simplemente, no existen en público y las mujeres no deben usar ropa insinuante.

El regateo, tan típico de los países árabes para lograr rebajas importantes, debe hacerse educadamente y con buen humor. La cocina, uno de los orgullos, es considerada la más sabrosa del oriente medio y, a su vez, la más compleja en su elaboración. Damasco es, además, un refugio de extranjeros. Allí vive el 7% de todos los kurdos del mundo, 300 mil palestinos y 1.500.000 de iraquíes que huyeron de la guerra con Estados Unidos.

Esta ciudad, la más antigua del mundo, que estuvo habitada continuamente durante más de seis mil años, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979, pero nada más que en su casco histórico, el cual está amurallado y al que se puede ingresar a través de ocho grandes puertas. Hay numerosos vestigios romanos, pero de los 125 edificios declarados patrimonio, la gran mayoría pertenece al arte islámico.

Omeya, la gran mezquita

El mayor orgullo de esta capital de tres millones de habitantes es, sin duda, la mezquita de los Omeya, construida en el 705. Es un lugar santo para el islam, enaltecido por sus mosaicos dorados. Según la tradición, el minarete más alto, denominado Jesús, marca el sitio donde el Mesías volverá a la Tierra el día del juicio final. También allí está la tumba del cristiano Juan Bautista, un caso excepcional para este culto.

Para dar una idea somera de la importancia que la religión tiene en estas tierras, cabe destacar que solamente en Damasco hay 710 mezquitas. Algo movilizador ocurre cinco veces al día, cuando se escucha al muecín, la persona encargada de llamar a la oración, y se ve a todos los fieles arrodillarse para rezar.

Comprar en el zoco

Una tradición de miles de años es ir a comprar al zoco de Damasco, uno de los mercados más grandes del medio oriente. Aquí se pueden encontrar especias, vestimentas, accesorios, artesanías y manualidades propios de aquellas regiones. Una de las características es que los zocos, por su alta concentración de gente, también sirven para manifestaciones políticas, tal como se puede observar en la actualidad.

Los vendedores, aún en medio de la guerra civil, ofrecen a viva voz sus mercaderías. A pesar de la barbarie se los ve animados y, a la siesta, si uno camina más allá de las murallas, es interesante ir a una de las tantas cafeterías a compartir un momento con ellos, mientras juegan a las cartas y fuman narguile, la pipa de agua con tabaco de distintos sabores.

Damasco, siglos atrás, fue un punto de encuentro y traslado hacia La Meca, donde se formaban caravanas de miles de personas y camellos. Hoy está lejos de tener la última tecnología, pero lo que ofrece es un dechado de piezas valiosas. Muy pocos corren detrás del dólar, porque su cultura no está diseñada para la acumulación o el consumo.

Es verdad que su ingreso per cápita es bajo, de unos U$S 5.300 anuales, y que el desempleo llega al 20%, pero a cambio de eso, ofrece al viajero una experiencia irrepetible: no hay ciudad en el mundo que concentre tanta historia en un espacio tan reducido.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD