Granadas de fragmentación contra helicópteros Black Hawk; un hospital asaltado para intentar rematar a policías heridos; un campus universitario con los alumnos bajo la mesa; un comando que entra en un bar y ajusta cuentas con los comensales de una de sus mesas; o autos abandonados llenos de cadáveres. La violencia vinculada al crimen organizado en México parecía haber dado una tregua, con los mexicanos sobre todo pendientes de la guerra postelectoral y los juegos olímpicos. Pero todo fue un espejismo.
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Granadas de fragmentación contra helicópteros Black Hawk; un hospital asaltado para intentar rematar a policías heridos; un campus universitario con los alumnos bajo la mesa; un comando que entra en un bar y ajusta cuentas con los comensales de una de sus mesas; o autos abandonados llenos de cadáveres. La violencia vinculada al crimen organizado en México parecía haber dado una tregua, con los mexicanos sobre todo pendientes de la guerra postelectoral y los juegos olímpicos. Pero todo fue un espejismo.
Según el recuento del diario Reforma, las muertes despuntaron en los diez primeros días de agosto con 283 víctimas mortales en una veintena de estados, un centenar de ellas en menos de tres días.
Las escenas más impactantes se vivieron en Michoacán, territorio donde el expresidente Felipe Calderón lanzó su guerra contra el narco en diciembre de 2006 y que está bajo control del grupo criminal “Los Caballeros templarios”.
Desde el viernes, cuando centenares de policías federales iniciaron un operativo para capturar a uno de los líderes del grupo, la región conocida como Tierra Caliente (casi pegada a la costa pacífica) se convirtió en zona de guerra. Los narcotraficantes incluso atacaron el hospital al que habían trasladado a varios policías heridos y personal médico y civil tuvo que ser evacuado. El saldo fue de seis muertos, cinco delincuentes y un agente.
Las víctimas se suman en todos los estados
En San Luis Potosí, centro de México, los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y delincuentes también sembraron el pánico junto a zonas comerciales de barrios acomodados y hasta los alumnos de uno de los campus universitarios de la ciudad, el Tecnológico de Monterrey, tuvieron que protegerse bajo las mesas de las aulas debido a la cercanía de los disparos.
El saldo de los varios tiroteos fue de 21 personas muertas. Catorce de esos cuerpos fueron encontrados el jueves en una camioneta donde, un día después se descubrió que también había un hombre vivo que se escondió entre los cadáveres para escapar, según informó la Secretaría de Seguridad Pública.
En el vecino estado de Zacatecas, se localizaron diez muertos en una furgoneta abandonada en la ruta. Miembros de la Marina y el Ejército localizaron un narcocampamento en Río Grande.