Una historia triste de soledad y abandono tuvo por protagonistas a tres hermanas residentes en Concordia, Entre Ríos. Dos de estas mujeres, de 81 y 76 años, convivieron dos semanas con el cadáver de su hermana de 89 años, quien yacía en un sofá y estaba en avanzado estado de descomposición, pero ellas pensaban que dormía.
El lamentable suceso se descubrió anteayer cuando Cecilio Andrade, un sobrino de las ancianas procedente de Corrientes, llegó a visitar a sus tías a las que todos los meses acompañaba a cobrar la jubilación.
El hombre se dio cuenta que algo andaba mal apenas ingresó a la casa y fue recibido por un olor penetrante y nauseabundo.
inicia sesión o regístrate.
Una historia triste de soledad y abandono tuvo por protagonistas a tres hermanas residentes en Concordia, Entre Ríos. Dos de estas mujeres, de 81 y 76 años, convivieron dos semanas con el cadáver de su hermana de 89 años, quien yacía en un sofá y estaba en avanzado estado de descomposición, pero ellas pensaban que dormía.
El lamentable suceso se descubrió anteayer cuando Cecilio Andrade, un sobrino de las ancianas procedente de Corrientes, llegó a visitar a sus tías a las que todos los meses acompañaba a cobrar la jubilación.
El hombre se dio cuenta que algo andaba mal apenas ingresó a la casa y fue recibido por un olor penetrante y nauseabundo.
Al ingresar al dormitorio, se encontró con el cuerpo de su otra tía, identificada como María Delicia Ponce de 89 años. “Estaba todo morado e hinchado, dicen que le dio un infarto y murió en la cama. Falleció hace dos semanas, pero mis tías no se dieron cuenta”, relató el acongojado sobrino.
“Nadie las cuidaba. Yo siempre quise llevarlas a un asilo, pero se oponían. Es un espanto lo que pasó”, narró Andrade, quien de inmediato avisó a la Policía.
Fuentes policiales agregaron que la mujer fallecida vivía desde hacía mucho tiempo con sus dos hermanas, Ramona de 81, quien padece demencia senil, y Elena de 76, la cual parecía lúcida. Asimismo, señalaron que Ponce no sólo tenía rigidez cadavérica, sino que estaba en completo estado de descomposición, ya que había fallecido hace dos semanas, situación que no fue advertida por sus hermanas quienes inocentemente pensaban que estaba dormida, a punto tal que Ramona le acomodaba los pies en el sofá donde fue encontrada, manifestando que estaba enferma, pero nunca no se dieron cuenta que estaba muerta, ni siquiera a pesar de los fuertes olores nauseabundos, que inclusive se respiraban en las adyacencias del inmueble.
Para llevar adelante las pericias profesionales, la labor policial debió intervenir con equipos especiales, incluyendo máscaras, producto del avanzado estado de putrefacción del cuerpo de la mujer.