¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Oposición y Gobierno ante un fuerte desafío

Sabado, 15 de septiembre de 2012 20:29

El cacerolazo del jueves fue la noticia política de la semana. Más allá del debate sobre el número de concurrentes, cualquier analista sabe que juntar 200 o 500 mil personas es difícil. Y sin dádivas, excepcional.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El cacerolazo del jueves fue la noticia política de la semana. Más allá del debate sobre el número de concurrentes, cualquier analista sabe que juntar 200 o 500 mil personas es difícil. Y sin dádivas, excepcional.

La protesta fue convocada por redes sociales, como la primavera árabe. Es un explosión cívica sin liderazgos a la vista. He ahí gran parte del problema: la falta de liderazgos en una oposición disgregada.

Más allá de las presunciones que suele expresar el oficialismo, ni la sociedad estaba tan despolitizada en los noventa ni se repolitizó a partir de 2003. La sociedad es esencialmente política -por eso somos “animales políticos”- pero no hay partidos que sean espacios de debate y de formación de dirigentes - de ningún modo, capillas de adoctrinamiento - y tampoco hay ideologías claras.

No es de ahora. El impacto del cacerolazo eclipsó el increíble diálogo que, ante los jueces, sostuvieron Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez ese mismo jueves. Alvarez aseguró que tiene la “certeza” de que se pagaron coimas en el Senado cuando él era vicepresidente. El otro acusado, el exministro de Trabajo Alberto Flamarique, lloró y afirmó que vive dominado por el odio. Alvarez era el jefe político de Flamarique y estaba al frente del Senado. Si hubo coimas, cosa que nadie va a reconocer, necesariamente, Chacho les dio el visto bueno. La Alianza terminó como empezara: en un fracaso. Se habían reunido - con discurso progre - para que no ganara el peronismo y para evitar que Eduardo Duhalde cumpliera su amenaza de salir de la convertibilidad. La crisis política, por cierto, viene de mucho antes del cacerolazo.

El kirchnerismo tiene como estrategia politizarlo todo en código binario: bueno a malo, santos o réprobos.

La prueba está en la satanización delirante contra el orientalista Ravi Shankar, a quien persiguieron hasta con la AFIP, por el solo hecho de que lo había invitado Mauricio Macri. No se informaron que en el país tiene miles de seguidores, desde mucho antes, y muchos de ellos, votantes K. El país está para otra cosa. (Más allá de que el gurú ya había sido contratado en 2006 por Néstor Kirchner, para que trabajara con los presos federales, antes de la llegada de Vatayón Militante).

Contrariamente a lo que sostienen los twitteros oficialistas, el Gobierno acusó el golpe. Quienes quisieron negar la espontaneidad del cacerolazo cayeron en una trampa: sostuvieron que Federico Pinedo, Patricia Bullrich y Eduardo Amadeo pueden convocar y movilizar por facebook y twitter a cientos de miles de personas. No hay político argentino que hoy pueda hacerlo.

Hay malestar. Difuso, con diversas motivaciones, pero existe y opera en el humor ciudadano. La descalificación oficial contra los manifestantes solo contribuye a dividir y enfrentar más a la sociedad.

A estas horas se habla demasiado de “miedo” y de “odio”, palabras que nos remiten a un pasado nefasto. Las frivolizaciones son peligrosas y decir que los que protestan tienen miedo de no poder viajar al exterior es frivolizar.

Hace diez días, un hombre de Humahuaca fue asesinado por matones vinculados a Milagro Sala. Desde la desaparición física de Néstor Kirchner, suman doce las víctimas por episodios de violencia social.

El Gobierno nacional cuenta con el poder, la legitimidad y los instrumentos para evitar que el miedo y el odio deriven en un espiral de enfrentamientos. Ya se verá si redobla la apuesta o cambia de estilo.

Temas de la nota

PUBLICIDAD