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El dolor en medio de las inundaciones

Martes, 18 de septiembre de 2012 01:04

El concepto de “dolor” para referirse al sentimiento de los hombres de campo apareció con las últimas inundaciones de la provincia de Buenos Aires, pero no había estado presente durante la lucha para conseguir la derogación de la Resolución 125 de alícuotas móviles en las retenciones.En 2008, la exaltación y bronca eran más frecuentes que el dolor. Sin embargo “en la asamblea” realizada en Bolívar, uno de los lugares más afectados por los anegamientos bonaerenses, se dijo que hubo “preocupación y dolor”.

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El concepto de “dolor” para referirse al sentimiento de los hombres de campo apareció con las últimas inundaciones de la provincia de Buenos Aires, pero no había estado presente durante la lucha para conseguir la derogación de la Resolución 125 de alícuotas móviles en las retenciones.En 2008, la exaltación y bronca eran más frecuentes que el dolor. Sin embargo “en la asamblea” realizada en Bolívar, uno de los lugares más afectados por los anegamientos bonaerenses, se dijo que hubo “preocupación y dolor”.

Se trataba del “dolor” de productores bonaerenses inundados y que habían concurrido a la asamblea en la Sociedad Rural de Bolívar, en número, hasta que llegaron a ser un millar descontentos por la falta de soluciones a la catástrofe.

“No eran muchos”, confió la visión oficialista de un funcionario bonaerense. Después reconoció que el sistema representativo todavía existe en el país, y podía ser que un vecino de un campo anegado participara en nombre de otro que no pudo salir de su establecimiento por la misma situación de desborde fluvial.

De todos modos, la definición de “dolor"”que fue lanzada por el diputado provincial y director de Federación Agraria Argentina, Jorge Solmi, por Twitter, logró convencer a algunos que éste es un sentimiento que se encuentra instalado en la frustración diaria de los productores sin soluciones de economías regionales, tamberos y ahora los inundados.

Para el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires sólo llegaron a estar bajo el agua un millón y pico de hectáreas mientras que las entidades ruralistas hablaron de cinco millones y un tercio (10.5 millones de hectáreas) del territorio afectado por los anegamientos.

En los pueblos, había temor por que se desbordara la inundación y penetrara las calles como ocurrió en Azul. Cualquiera de las cifras, sean pocas o altas, significa muchas situaciones particulares y como decía una psicóloga consultada sobre el dolor de los agropecuarios: la sensación de pérdida de ver morir los terneros recién nacidos bajo el agua y las vacas derrumbarse ya es suficiente para causar las más impotentes sensaciones, dijo.

Por lo tanto, las inundaciones bonaerenses y sus consecuencias se transformaron con el correr de los días en “representativas”. El “dolor” de los productores tuvo su impacto mediático (el conductor Marcelo Tinelli ayudó) y Daniel Scioli, el gobernador que decretó un revalúo fiscal de las tierras para recaudar impuestos inmobiliarios altos, empezó a firmar los decretos de emergencia y desastres agropecuarios que difieren esas obligaciones tributarias.

Mezclados entre la gente, muchos hombres de campo, técnicos, productores y dirigentes también marcharon en el último cacerolazo en el país, pero como integrantes de un sector pasaron inadvertidos. Scioli al día siguiente de la manifestación contra el Gobierno se mostró dispuesto a “exigirse más para cumplir con las expectativas” y poder dar “una respuesta de la política” a las nuevas demandas.

¿Cómo se puede resolver la situación de un país que casi triplicó su producción agrícola en 30 años (la duplicó entre el '90 y el 2000) y, lejos de tener más infraestructura en caminos, trenes, puertos, comunicaciones, y otras, decayó nuevamente en la última década?, se preguntó ese mismo día la analista de agro Susana Merlo.

La especialista recordó en su Campo 2.0 que de “los 600.000 km. de caminos con que cuenta el país, apenas poco más de 10% están pavimentados, mientras la gran mayoría es de ­tierra!, y el resto enripiado o mejorado. De autopistas hay solo algo más de 2.000 km., y la mitad están en San Luis”.

El secreto a voces y con complicaciones técnicas es que la cuenca del Río Salado que baja un largo trayecto necesita hace años de obras que no llegan al igual que los canales primarios y secundarios de derivación cuyo desborde pusieron en pie de guerra a intendentes del centro, oeste y sudeste bonaerenses de distintos distritos entre sí, en la semana.

Mientras tanto, la actividad avanza, el clima ayuda y se calcula que la cosecha de soja 2012-2013 en el Cono Sur va a llegar a los 155 millones de toneladas con una Argentina débil en infraestructura vial y de energía.

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