El protagonista de esta insólita situación es un hombre santacruceño, que por cuestiones laborales viaja cada dos semanas a la Capital Federal. Tiene 38 años, es casado y padre de varios hijos, según el mismo confesó a la policía. Admitió también que se solía encontrarse en Buenos Aires con una travesti llamada Lola.
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El protagonista de esta insólita situación es un hombre santacruceño, que por cuestiones laborales viaja cada dos semanas a la Capital Federal. Tiene 38 años, es casado y padre de varios hijos, según el mismo confesó a la policía. Admitió también que se solía encontrarse en Buenos Aires con una travesti llamada Lola.
Antes de regresar a Santa Cruz, a sus “reuniones” con Lola en un departamento de Tucumán al 300, se sumó una amiga de ella, identificada como Ale. Por los “servicios” prestados, el hombre debía pagarles 8000 pesos.
No los tenía y a partir de allí, “por una cuestión de pudor” ideó el falso secuestro extorsivo que hizo movilizar a compañeros de trabajo, a la Policía Federal, a la Secretaría de Inteligencia y a la Justicia.
Urgido por conseguir el monto que les exigían las travestis, le mandó varios mensajes de texto a un compañero de trabajo a quien le “ocultó parte de la realidad”.
“Necesito si me podés prestar 1000, estoy encerrado en un privado. Estoy re tirado [sic] y sin un mango, me sacaron todo. Perdón, 1500 me dicen por el tiempo en que estuve en el cuarto”, rezaban los mensajes según la investigación.
Asustado, el compañero en cuestión hizo la denuncia en la División Antisecuestros de la Policía Federal. En ese momento comenzó un operativo por un presunto secuestro extorsivo. Se intervinieron teléfonos y se evitó que un amigo del hombre entregara el dinero en el “privado”.
“De la investigación hecha por la División Antisecuestros, que demandó varias horas de tareas de inteligencia e intervenciones telefónicas, se determinó que no hubo una privación ilegal de libertad, sino que el hombre estuvo en el prostíbulo por su propia voluntad”, afirmó el fiscal Federico Delgado, a cargo del operativo, en el dictamen en el que le solicitó al juez federal Claudio Bonadio el archivo del expediente.
El cliente contó más tarde a los investigadores que siempre estuvo con Lola por voluntad propia, que conocía los elevados costos de la tarifa y que como no quería quedar debiendo por los servicios contratados se decidió a llamar a sus compañeros de trabajo para saldar la deuda.