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El anuncio que se convirtió en un búmeran para las paritarias

Martes, 29 de enero de 2013 23:21

Si el objetivo de la Presidenta fue encauzar las paritarias que venían algo trabadas, con el anuncio del lunes parece haber conseguido todo lo contrario: los pedidos de aumento salarial que oscilaban el 25% amenazan con incrementarse algunos puntos y la posibilidad de negociaciones semestrales no desapareció en absoluto del horizonte. Si bien ahora hay una certeza para empezar las discusiones entre gremios y empresarios que no había hasta el lunes, lo cierto es que el incremento está muy por debajo de la inflación de 2012 cercana al 25% y más aún de la que se espera para este año, que oscilaría unos cinco puntos más.

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Si el objetivo de la Presidenta fue encauzar las paritarias que venían algo trabadas, con el anuncio del lunes parece haber conseguido todo lo contrario: los pedidos de aumento salarial que oscilaban el 25% amenazan con incrementarse algunos puntos y la posibilidad de negociaciones semestrales no desapareció en absoluto del horizonte. Si bien ahora hay una certeza para empezar las discusiones entre gremios y empresarios que no había hasta el lunes, lo cierto es que el incremento está muy por debajo de la inflación de 2012 cercana al 25% y más aún de la que se espera para este año, que oscilaría unos cinco puntos más.

Los pedidos de “racionalidad” del Gobierno a sindicalistas y hombres de negocios vienen sobrevolando las paritarias de los últimos tres años casi sin excepción. Y la verdad es que en algunos casos no están demás, ya que los sindicatos enfrentados al kirchnerismo varios de ellos antes aliados- suben sus pretensiones muchas veces por el solo hecho de ser oposición. La Casa Rosada no parece haber contribuido demasiado al cumplimiento de ese objetivo. Si la inflación acumulada de los últimos dos años habría superado el 50%, suena lógico que el impuesto al salario acompañe mínimamente esos porcentajes. Eso no sucedió, y hasta los sindicalistas oficialistas se mostraron públicamente decepcionados.

Con la suba del 20% al mínimo no imponible, el Gobierno no tuvo la “racionalidad” que le pide insistentemente a los otros sectores de la economía. Cualquiera dirá que Ganancias es un impuesto que lo paga menos del 20% de la población y que atañe a los sueldos más altos. Eso es real, pero esconde el contexto del debate. Una persona casada con dos hijos que percibe un salario apenas superior a los $9.500 pudo ser considerada afortunada unos años atrás, pero no ahora. Ocurre que las escalas del tributo no se modificaron en la última década y los salarios que antes permitían afrontar un crédito hipotecario o comprarse un auto hoy lisa y llanamente no lo permiten. ¿Qué pasó en el medio? Solo una cosa: el desborde de la inflación.

La ecuación para que no se deteriore el poder adquisitivo de los salarios es simple: si sube la inflación, debe ser acompañada en igual porcentaje por los aumentos salariales y del impuesto a las ganancias. De no ser así, cosa que hace años viene sucediendo, la plata del bolsillo rendirá menos pese a ser mayor en cantidad. La inflación, o el impuesto a los pobres como la llaman muchos, es la variable de ajuste más inequitativa que existe, ya que no perdona ni al que no tiene nada.

La chicana

En un claro intento por desligar al Gobierno del tema, el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, dijo ayer que la modificación de las escalas no está en manos del Ejecutivo sino del Congreso. No hay dudas de que eso es así, pero el argumento sonó más a chicana que a realidad: el kirchnerismo tiene mayoría en ambas cámaras y puede aprobar rápidamente el proyecto que quiera, aún si estos son polémicos. Ejemplos sobran: la ley antiterrorista, la de las ART y la expropiación de Ciccone fueron sancionadas en tiempo récord pese a las críticas de la oposición. Si la tablita de Machinea no se actualiza o elimina es solamente por un criterio de no bajar la recaudación fiscal, nada más.

Esa recaudación que el Gobierno cuida como oro es la que utilizará para inyectar fondos al consumo en pleno año electoral. En los próximos meses se descuenta que subirán las asignaciones familiares, la asignación por hijo y que podría anunciarse un incremento de los créditos entregados por el Estado. La idea del kirchnerismo es ir espaciando los anuncios para que parezcan más y que se vayan incrementando a medida que se acerquen las primarias. Queda claro: todo tiene que ver con todo.

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