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?La radio continúa siendo uno de mis medios preferidos?

Sabado, 05 de enero de 2013 21:13

“Hoy el periodista está multiocupado, trabajando muchísimo más y probablemente ganando menos”.

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“Hoy el periodista está multiocupado, trabajando muchísimo más y probablemente ganando menos”.

“Antes era muy difícil y hasta era objeto de crítica el periodista que se ponía demasiado la camiseta de la empresa”.

Carlos Ulanovsky es un periodista, docente, crítico e historiador argentino. Es autor de numerosos libros sobre la historia de los medios de comunicación en Argentina y uno de los principales referentes del periodismo y la comunicación social en el país.

En diálogo con El Tribuno, repasó sus cincuenta años de carrera y reflexionó sobre los medios de ayer y de hoy. Asegura que no tiene sentido preocuparse por el rating y que en un futuro cercano los medios tenderán a la especialización.

¿Cómo ve a los medios de hoy en día?, ¿qué diferencias encuentra respecto de sus inicios en la profesión?

 

(Risas) Ese es un tema de un seminario completo. En principio, las diferencias lógicas de que hayan pasado cincuenta años nada menos, ¿no? Yo empecé hace cincuenta años, entonces había una cantidad de cosas que no existían. Era otro el país y otro el mundo, eso también condiciona la forma de hacer periodismo. No había multiplicidad de medios como ahora. Me parece que la gran diferencia es la multiplicidad de medios. Por ejemplo, en los 60 que fueron unos buenos años del periodismo argentino luchaban en el quiosco seis o siete diarios y seis o siete semanarios de actualidad y nada más. Obviamente había radio, cinco canales de televisión, no había cable. Hoy hay, por lo menos desde las seis de la mañana en adelante, veinte equipos periodísticos buscando lo mejor para ellos, la noticia más espectacular, la que le dé más rating, la que le resulte más significativa a su audiencia. Eso no existía en aquel momento, todo era más doméstico, más limitado, casi más barrial. Hoy es una cosa mucho más global. Por otro lado, los medios han legitimado una especie de palabra sagrada. Hoy está consagrado eso: “si lo dicen los medios, por algo es”.

 

¿Los receptores de medios

también han cambiado?

Por supuesto que cambiaron.

El otro día leía que la gente que hace televisión prácticamente no debe preocuparse más por el rating. Se preocupan igual, pero no deberían, porque ahora se puede ver televisión en una enorme cantidad de pantallas desde internet al teléfono celular. No solo hay televisión en el televisor de cada casa. Hay montones de opciones. Y, fundamentalmente, está la opción de ver televisión en horarios diferidos, cuando la gente quiere y puede. Entonces, en internet ya no se habla de rating sino de visitas. Programas de la Televisión Pública de 2012, como En Terapia o el de Capusotto, tuvieron más visitas que rating. Fueron más vistos en internet que en modo estreno en la televisión normal.

Eso ha generado un nuevo modelo de televidente, de radioescucha, de lector que ahora también puede leer las noticias on line. Todo eso ha modificado la cabeza de la gente. Hace veinte años nadie soñaba con la computadora y hoy es una cosa absolutamente instalada.

¿Cómo se lleva con las nuevas tecnologías, con las redes sociales?

Me llevo de un modo muy limitado. No tengo Twitter ni Facebook, no navego en el teléfono celular. Sí uso abundantemente la computadora cada vez que me resulta útil, pero siempre desde una perspectiva elemental. No soy un “fierrero” desesperado por las nuevas tecnologías y mucho menos por las redes sociales. Siempre bromeo desde mi programa de radio, porque digo que debe ser uno de los pocos que no tiene ni Twitter ni Facebook.

Si a mí me hubieran dicho hace diez años que Twitter se iba a convertir en una fuente de información como la que es, yo hubiera dicho: “ustedes están locos, no saben de qué hablan”. Y, sin embargo, es así.

Hace diez años también eran impensables los blogs y hoy me parecen territorios muy específicos y valuables. Por ejemplo, frecuento algunos como deradios.com o televisión.com.ar, alguno de cine, porque me generan un tipo de información que no encuentro en otro lugar. Y eso me parece una cosa muy rescatable. Pero yo, la verdad sea dicha, no soy el mejor ejemplo de persona actualizada en este tema, uso las cosas que me resultan elementales.

 

¿Estas herramientas han pluralizado la circulación de la información, han generado sobreinformación?

Creo que sí, me parece que todo va hacia allá. Por ejemplo, esta nueva ley de medios tiene una cosa muy positiva y valorable, me parece que va a multiplicar las voces y creo que los medios van hacia ese lado: hacia la segmentación, la tematización, hacia la especialización. Los medios van a ser, en un futuro no muy lejano, especializados. Todo aquel que pesque truchas en aguas frías con carnada viva estoy inventando, porque nunca fui a pescar, va a encontrar medios especializados.

Se refiere a la especificidad de los medios, ahora usted tuvo que ver con la especialización y formación de periodistas, tanto en la fundación de la carrera de comunicación en la UBA como en TEA, ¿cómo vivió esa experiencia?

 

Me exigiría una respuesta demasiado larga, pero en principio estoy de acuerdo con la existencia de escuelas y con la necesidad de que los periodistas se formen. Cuando estuvimos en TEA y también en la carrera de comunicación, en especial en TEA que es donde estuve más tiempo, le pusimos una duración a la carrera de tres años con la idea explícita de que la formación de los alumnos iba pareja a la formación de la persona que cada alumno era. Las primeras camadas de egresados de TEA eran alumnos verdaderamente interesados en la carrera, luego ocurrió un fenómeno que nos excedió y el paisaje de alumnado se juvenilizó demasiado. Los chicos salían de la escuela secundaria y se acercaban a un mundo que en algún sentido, en ese momento, les quedaba grande. Entre otras cosas, me retiré de TEA porque llegó un momento en que dejé de entender a los alumnos, se sentían más cómodos cuando se ponían a su altura.

¿Y que significado tiene eso?

Y eso también tenía un significado complejo. Permanentemente les sugeríamos a los alumnos que tenían que leer, aprender a escribir, fijarse en aquellos profesionales que les gustaran y les pareciera que escribieran bien.

Muchas veces la respuesta era “no quiero aprender a escribir, quiero hacer radio o TV”. Ahí les señalábamos que estaban en un profundo error, si creían que porque querían hacer radio o TV no tenían que aprender a escribir. Los mandábamos a fijarse en las redacciones que hacía Ariel Delgado en los informativos, que siempre fueron verdaderamente ejemplares. Esas tres, cuatro líneas que escribía Ariel Delgado con tanta precisión, pertinencia y claridad de lenguaje, eso era como una clase magistral involuntaria.

Así como en nuestra época la mayoría de la gente que yo conocí soñaba con llegar al libro de ensayos, de poemas o la novela, me parece que hoy los periodistas más jóvenes, y esto no lo digo como una especie de crítica definitiva, me parece que hoy sueñan con llegar a la 4x4 o a la casa con pileta.

Las cosas han cambiado de un modo muy decisivo. Antes era muy difícil y hasta era objeto de crítica aquel periodista que se ponía demasiado la camiseta de la empresa. Hoy, buena parte de los más jóvenes están enamorados del lugar adonde trabajan y enamorados acríticamente.

En su último libro, “Redacciones”, hace un recorrido de su carrera en el medio gráfico, ¿cuál de todas las que aparecen lo marcó más?

Yo siento que aproveché cada una y que cada una se correspondía a una etapa diferente de mi vida. No fue lo mismo lo que recogí entre el 65 y el 68 en Confirmado que lo que aprendí en La Opinión y luego en Satiricón o en Clarín. Yo hace mucho que no trabajo en redacciones, la última en la que estuve fue en el año 98, en ese breve período en el que salió el diario Perfil. Pero realmente me gustó mucho trabajar en redacciones, el clima de

intercambio, el vínculo con los compañeros de trabajo, cómo ese vínculo era capaz de generar buenas ideas.

Otra cosa que me parece fundamental para este análisis es que, a partir del fracaso del diario Perfil, se estableció en nuestro oficio una especie de precarización que todavía no para. Uno antes con una cadena de colaboraciones más o menos bien pagas podía llega a sobrevivir. Hoy un diario líder paga poco, eso nos ha afectado a todos, limitado proyectos.

Hoy los periodistas no tenemos tiempo. Por ejemplo, en radio se han eliminado las reuniones de producción, porque cada uno tiene además de esa obligación otras tres o cuatro. Hoy el periodista está multiocupado, trabajando muchísimo más y probablemente ganando menos.

Eso se da en otras ramas también, por una cuestión de las tendencias de mercado. Seguro, yo hablo de lo que conozco, no soy obrero de la construcción. Pero si uno se pone a averiguar, el trabajo que antes hacían cinco periodistas hoy lo hace uno solo.


Usted es un hombre ligado al periodismo en general y a lo radial en particular, ¿qué significa la radio en su vida?

La radio sigue siendo uno de mis medios preferidos. Siempre sentí que la radio me generaba una cosa de impunidad y que tenía en la cabeza que en la radio la gente no me ve, lo cual no es cierto: la gente me ve perfectamente. En la radio hice personajes, reinterpretaciones, como si fuera un actor.

La radio me parece que sigue teniendo una promesa básica que es fuertísima: cuando uno escucha lo que viene de un lado que se puede imaginar y cuando el mensaje del emisor llega al oído de uno, llega a pesar del propósito masivo, como si le fuera dedicado exclusivamente a usted. Yo creo que esa promesa básica está muy vigente. Eso genera también que le gente tenga una gran credibilidad en la radio y en las cosas que se dicen en la radio. A veces se dicen animaladas y burradas, sin embargo, la gente sigue aceptando al medio.

Por ejemplo, en los últimos días del año hubo cortes de luz en Buenos Aires y la gente llamó a la radio primero. No llama a las empresas de luz. Porque en la radio lo van a escuchar y si llama a las empresas lo va a escuchar una máquina. Y si tiene suerte, en la radio su llamado sale al aire


¿Y se soluciona la situación?

No necesariamente, pero sabe que lo escuchan y al menos se saca la bronca.

El perfil de Carlos Ulanovsky

Carlos Ulanovsky es un periodista, docente, crítico e historiador argentino. Es autor de numerosos libros sobre la historia de los medios de comunicación en la Argentina y uno de los principales referentes del periodismo y la comunicación social.

Estudió en el Colegio Nacional Mariano Moreno y a los quince años fundó con Terragno la revista Orbe. Periodista profesional desde 1963, colaboró con Leoplán, Siete Días, Casos, Ocurrió y Panorama. Integró las redacciones de Confirmado, La Opinión, Satiricón, el diario Noticias, Chaupinela, El Ratón de Occidente, Clarín, Humor, El Porteño y Página/12 

 

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