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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La increíble derrota de Manuel Belgrano

Domingo, 13 de octubre de 2013 03:36

Durante los catorce años que duró la guerra de la Independencia (1810-1824), hubo innumerables enfrentamientos donde cosechamos triunfos y derrotas. Las victorias son harto conocidas: Suipacha, Las Piedras, Tucumán, San Lorenzo, Salta, La Florida, Chacabuco y Maipú, por ejemplo. Las derrotas también son sabidas aunque, por lo general las pasamos por alto. Eso ocurrió el 1 de octubre pasado, el día del bicentenario de la batalla de Vilcapugio, donde Manuel Belgrano cayó derrotado cuando todo estaba a su favor. Nadie, ni siquiera los más recalcitrantes belgranianos, recordaron esta batalla de la que participaron, además de Belgrano, hombres tan patriotas como los de Tucumán y Salta, entre ellos, Apolinario Saravia, quien casi pierde la vida.

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Durante los catorce años que duró la guerra de la Independencia (1810-1824), hubo innumerables enfrentamientos donde cosechamos triunfos y derrotas. Las victorias son harto conocidas: Suipacha, Las Piedras, Tucumán, San Lorenzo, Salta, La Florida, Chacabuco y Maipú, por ejemplo. Las derrotas también son sabidas aunque, por lo general las pasamos por alto. Eso ocurrió el 1 de octubre pasado, el día del bicentenario de la batalla de Vilcapugio, donde Manuel Belgrano cayó derrotado cuando todo estaba a su favor. Nadie, ni siquiera los más recalcitrantes belgranianos, recordaron esta batalla de la que participaron, además de Belgrano, hombres tan patriotas como los de Tucumán y Salta, entre ellos, Apolinario Saravia, quien casi pierde la vida.

Belgrano y Pezuela

A principios de julio, Joaquín de la Pezuela llegó a Desaguadero para hacerse cargo del ejército realista abandonado por Tristán. A fin de mes arribó a Potosí el General Belgrano con el grueso del ejército del Alto Perú. Su presencia conmocionó tanto que las patriotas potosinas le obsequiaron una magnífica lámina de plata artísticamente cincelada “en reconocimiento de la libertad”.

A mediados de septiembre de 1813, Belgrano ordenó a Baltazar Cárdenas (uno de los caudillos con más ascendientes sobre los indios) movilizar su ejército de dos mil indios coordinadamente con las fuerzas de Cochabamba comandadas por el coronel Cornelio Zelaya. “La combinación era terrible -dice Mitre- y la pérdida del enemigo era casi segura”. Así fue que Belgrano, en previsión del triunfo, adelantó emisarios para insurreccionar Arica, Tacna, Arequipa y Cuzco”.

El campo de batalla

Y mientras Pezuela reorganizaba sus fuerzas en Oruro, Belgrano eligió dar pelea en la pampa de Vilcapugio. La vanguardia criolla al mando de Diego Balcarce, estacionó en Leñas, una estrecha garganta ubicada a 12 leguas de Potosí, a 20 de Lagunillas y a cinco de Vilcapugio.

El 5 de septiembre, el grueso del ejército patrio salió de Potosí con 3.500 hombres. Eran seis batallones más la caballería de 500 hombres. El 27 de septiembre acampó en la pampa de Vilcapugio mientras las fuerzas de Pezuela de 4 mil soldados y 18 piezas de artillería ocupaban Conco-Condo, a cuatro leguas de distancia.

Acción de Castro

Belgrano, confiado en que Pezuela no atacaría, se limitó a vigilar los desfiladeros por donde los realistas podrían bajar, mientras el esperaba la incorporación de las divisiones de Zelaya y Cárdenas. Con ellas pensaba reunir 5 mil hombres de pelea y otros tantos indios armados con macanas para perseguir a los que huyeran. Por su parte, Saturnino Castro, el salteño que estaba con los realistas, también vigilaba los desfiladeros que iban a Vilcapugio. En eso estaba cuando vió al patriota Cárdenas avanzar con una multitud de indios. El renegado no dudó ni un instante y se lanzó sobre la indiada causando una carnicería. Para peor, se hizo de la correspondencia de Cárdenas donde figuraba el plan de Belgrano de sublevar los pueblos del Bajo Perú. Al enterarse Pezuela de estos planes, resolvió jugarse y atacar por sorpresa a Belgrano antes de que llegara Zelaya y los refuerzos.

La sorpresa

El 29 de septiembre, Pezuela se puso en movimiento; el 30 comenzó a trepar la cuesta que lo llevaría a la cima desde donde podría observar los movimientos de Belgrano en Vilcapugio. A las 12 de la noche hizo cumbre y dos horas después comenzó a descender para tratar de sorprender a Belgrano al alba.

El 1 de octubre temprano, los patriotas detectaron las columnas de Pezuela y alertaron a Belgrano, quien ordenó organizar la defensa.

Minutos después, los realistas ya estaban a media legua formados en batalla y avanzando al son de marcha granadera. Ante ello, Belgrano desplegó en batalla y sorprendió rompiendo el fuego con su artillería que, por ser de gran calibre, pronto comenzó a dañar al enemigo. “De pronto -dice Mitre- rompiose un fuego horroroso por ambas partes”, y del feroz encontronazo los patriotas sacaron ventaja. Belgrano, animando a su tropa, continuó atacando hasta que cayó muerto el comandante realista Las Heras y, tras él, tres capitanes y más de cien soldados.

Ante tan exitoso ataque criollo, los realistas comenzaron a abandonar el campo de batalla, mientras Pezuela, intentaba contener a los dispersos.

A las once y media de la mañana Pezuela daba por perdida la batalla, pero de pronto detectó algo increíble: los soldados patriotas misteriosamente habían detenido su ataque y entraban en retirada. Pezuela reordenó sus fuerzas, regresó al campo de batalla y se alzó con una victoria.

 

 

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