¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

10°
3 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Abel Moya: “Siempre soñé con ser el gobernador de Salta”

Domingo, 17 de noviembre de 2013 01:38

Una anécdota dura. Difícilmente se la olvide. La tiene tan presente en la memoria como la obligación de salir a trabajar todos los días. La relata después de que su mente le indicara que le traería recuerdos que lo emocionarían. Tenía ocho años. Salió con su hermano en bicicleta a vender diarios. “Era una mañana helada. Sentimos tanto frío que nos detuvimos en un esquina. Mis pies estaban congelados y no se me movían los dedos. Recuerdo que miré mis zapatillas y estaban rotas hasta la mitad y por ahí entraba el aire. Eran marca Flecha”, cuenta con la poca fluidez que la emoción le permite. Sigue porque cuando se detuvieron prometieron algo: “frenamos. Y nos miramos con mi hermano: Nos prometimos que íbamos a salir adelante pase lo que pase”. Abel Moya tiene 48 años y hace una semana fue electo concejal por el Partido de la Victoria. Conoce la política porque a los 18 años comenzó a militar en el Partido Justicialista. Es canillita de profesión. A los seis años arrancó repartiendo diarios y hoy cumple esa misma función. Tal vez no es lo que hubiera elegido pero el destino lo puso a él frente a sus seis hermanos a quienes tuvo que mantener para que estudiaran. Sus padres, se habían ido al campo en busca de mejores oportunidades. Quedó encargado de todo. Y mal no lo hizo. Sostuvo a sus hermanos para que estudiaran en Buenos Aires. Hoy, Zulma es médica cardióloga, Mirta es abogada igual que Alvaro, el más chico.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Una anécdota dura. Difícilmente se la olvide. La tiene tan presente en la memoria como la obligación de salir a trabajar todos los días. La relata después de que su mente le indicara que le traería recuerdos que lo emocionarían. Tenía ocho años. Salió con su hermano en bicicleta a vender diarios. “Era una mañana helada. Sentimos tanto frío que nos detuvimos en un esquina. Mis pies estaban congelados y no se me movían los dedos. Recuerdo que miré mis zapatillas y estaban rotas hasta la mitad y por ahí entraba el aire. Eran marca Flecha”, cuenta con la poca fluidez que la emoción le permite. Sigue porque cuando se detuvieron prometieron algo: “frenamos. Y nos miramos con mi hermano: Nos prometimos que íbamos a salir adelante pase lo que pase”. Abel Moya tiene 48 años y hace una semana fue electo concejal por el Partido de la Victoria. Conoce la política porque a los 18 años comenzó a militar en el Partido Justicialista. Es canillita de profesión. A los seis años arrancó repartiendo diarios y hoy cumple esa misma función. Tal vez no es lo que hubiera elegido pero el destino lo puso a él frente a sus seis hermanos a quienes tuvo que mantener para que estudiaran. Sus padres, se habían ido al campo en busca de mejores oportunidades. Quedó encargado de todo. Y mal no lo hizo. Sostuvo a sus hermanos para que estudiaran en Buenos Aires. Hoy, Zulma es médica cardióloga, Mirta es abogada igual que Alvaro, el más chico.

Su historia es distinta a la de todos. Y tiene un condimento que muchos políticos no: sensibilidad. No es la primera vez que El Tribuno entrevista a Abel Moya. Revisando los archivos, es posible encontrar dos elementos a destacar: estuvo presente en la mayoría de las protestas que 15 barrios de la zona sur realizaron cuando el Ejecutivo quiso instalar en un terreno expropiado, a familias para que se asienten. Y los reclamos por las malas prestaciones de servicios. El otro elemento, es que en 1983, en una nota que este medio le realizó por el día del canillita, Abel dijo: “Algún día voy a ser gobernador”.

El paso de los años lo alejó de la política. La indiferencia y la banalización de los problemas sociales hicieron que se dedicara exclusivamente a repartir diarios. “Después hace varios años atrás, me di cuenta que si no me involucraba no podía pedir ningún cambio”, cuenta.

Abel si intenta recordar cómo era un día en su casa hace 30 años atrás. ¿Que es lo primero que se le viene a la cabeza?

Muchas cosas juntas. Tengo muchos recuerdos lindos. Eramos pobres pero salíamos adelante siempre. En mi casa...tengo recuerdos valiosos. Yo llevaba el pan todos los días. Mis hermanos tenían que ir a la escuela y estudiar. Los domingos si me los acuerdo como si fueran ayer. Después de vender el diario yo llegaba a mi casa y mi hermana Mirta preparaba las empanadas para vender. Así que con la bicicleta, después de terminar de vender diarios me iba a repartir las empanadas por el barrio. Es que mi hermana Zulma, estudiaba medicina en Buenos Aires entonces la teníamos que mantener como podíamos. Y hoy es una exitosa cardióloga. Lo hacíamos para ganar unos pesos extras porque éramos bastantes y mis padres se habían ido al campo. Mmm...me estoy acordando que la casa era chiquita y que cada uno aportaba desde su lugar. Yo con mi trabajo y mis hermanos con cumpliendo en la escuela. No había mañana que no saliera en la bicicleta a repartir los periódicos.

¿Y por qué usted se quedó como responsable de todos sus hermanos?

Porque mis padres se fueron al campo por una parcela de tierra que teníamos. Mi papá era camillero del hospital San Bernardo y en 1976 cuando llegó la dictadura lo cesantearon. Y mi mamá era auxiliar de enfermería. Desde que tengo uso de razón que los tenía que ayudar. Por eso comencé a trabajar como canillita. Al principio fue duro pero después aprendimos con mi hermano a vender mejor.

Comenzó a militar desde joven. Hoy tiene 48 años. ¿Qué diferencia encuentra entre aquella época y hoy?

Mirá, hoy la militancia que había antes no existe. Antes luchábamos y mucho. Hoy cambió. Dejé de militar cuando me di cuenta que las bases nunca podíamos acceder a los cargos y que siempre llegaban los mismos. Eso me desilusionó porque los luchadores éramos nosotros.

Pero después volvió

Si. Aunque la mayor desilusión fue durante los años noventa. Ahí conocí la indiferencia.

Por el trabajo tuvo que dejar de estudiar abogacía. Le faltaba poco. Estaba en cuarto año. ¿Esa situación qué aprendizaje le dejó?

Es que siempre fui un obsesivo de mi trabajo. Entonces estudiar era muy difícil porque no podía dejar de sostener a mis hermanos. Pero me di cuenta de algo. De algo que ya no quiero que exista y que me dio bronca. Me dio bronca. La igualdad de oportunidades no existe. No todos tenemos las mismas posibilidades de alcanzar lo que queremos. Depende donde estés parado es que te va a ser menos complicado y eso se vuelve muchas veces, una injusticia. Igual supe ver más allá.

Estuvo varios años militando. ¿Qué lo desilusionó de la política?

Me desilusioné mucho en los años noventa. Ahí ví como la política dejó de tener sentido para los ciudadanos. No daba soluciones a los argentinos entonces no era una herramienta para el progreso del país.

¿Entonces hoy ve un mayor acompañamiento del Estado?

Si. Mirá la Asignación Universal por Hijo y tantas otras medidas que el Gobierno nacional tomó y que benefician a la gente. No digo que todo sea perfecto pero no podemos ser ciegos.

Vuelvo a las preguntas anteriores. Explique ¿por qué observa tanta diferencia entre la militancia de hoy y la de tiempo atrás?

Yo me afilié al Partido Justicialista (PJ) por la militancia. Durante esta campaña, la primera en la que participo, vi que mucha gente se me acercaba, excompañeros de militancia, para pedirme bolsones. ¿Y eso es política? No señor eso es clientelismo puro. Eso hace que el municipio y la provincia no progresen.

Son muchos los problemas de los salteños en la capital como la falta de servicios, la pobreza y los reclamos por mayor eficiencia al Gobierno. De los reclamos que usted oyó ¿qué propuesta considera que contribuiría a solucionar parte de aquellas demandas que todos los días plantean?

Mi plan consiste en detectar los problemas más relevantes de cada barrio. Estudiarlos y llevarlos al Concejo Deliberante para que encuentren una solución. Pero no voy a parar hasta que haya soluciones. No vengo a la política a buscar un carguito ni bienestar. Vengo porque quiero un cambio y que el vecino sea el protagonista. El es el que necesita soluciones.

En las elecciones pasadas en la que usted resultó electo, el Partido Obrero tuvo un amplio triunfo. ¿Qué opina?

El corrimiento hacia el Partido Obrero es un claro voto bronca. No es bueno creo yo. No es una solución para nuestra ciudad. Hay que mirar sus propuestas antes. En los reclamos más fuertes que hicimos los vecinos de la zona sur por diferente problemáticas que tenemos, nunca el PO nos acompañó. Nunca. Todos nos dieron la espalda. Ni el Ejecutivo y menos el Legislativo fueron capaces de acercarse cada vez que hubo problemas que para los vecinos eran graves. Me pregunto: ¿Tanto cuesta escuchar a los vecinos?

Actualmente el Partido de la Victoria es una aliado del isismo en el Concejo Deliberante. ¿Usted va a sostener esa alianza?

Yo solo pienso en el vecino y no en cómo tejer alianzas o acuerdos. Me eligieron los vecinos sin voz, y en nombre de ellos voy a asumir mi banca.

De la política, ¿qué es lo que mayor dolor le provoca?

La pobreza. porque pase por ella. La conozco. La indiferencia también me duele. ¿A los políticos les importa la pobreza? Debe ser que no porque lo que veo en los barrios no demuestra eso. Los pobres tienen mucho para dar por este país. La potencialidad que hay en ellos es importante que los políticos la entiendan y no la ignoren. Que un canillita llegue a concejal no tiene que ser una noticia. El canillita debería tener las mismas oportunidades que uno que tiene cualquier otro trabajo.

Dos anécdotas que más recuerde.

Una mañana salimos a repartir el diario. Me acuerdo que hacía muchísimo frío y no lo soportábamos con mi hermano. Sentimos tanto frío que nos detuvimos en un esquina. Mis pies estaban congelados y no se me movían los dedos. Recuerdo que miré mis zapatillas y estaban rotas hasta la mitad y por ahí entraba el aire. Eran marca Flecha. Frenamos. Y nos miramos con mi hermano. Nos prometimos que íbamos a salir adelante pase lo que pase. Prometimos que...(Nota de la Redacción: llora. Quiere hablar pero se frena. Se limpia los ojos e intenta seguir) íbamos a trabajar incansablemente para salir adelate.

La otra...

Sí. Cuando de muy joven la llamé a mi mamá por teléfono para decirle que había juntado la plata para cancelar el crédito de nuestra vivienda. Me acuerdo que le dije: mamá ya junté la plata para la casa. Ya no debemos nada.

A los vecinos que lo votaron ¿qué les quiere decir?

Que los voy a ayudar cualquiera sea la traba que me pongan. Y que siempre tengan presente que los protagonistas de los cambios son ellos. Quiero que entiendan la importancia de que se concienticen para que aprendamos a vivir mejor. Es lo que más me entusiasma. Es lo que hago hace años.

¿Va a dejar el oficio de canillita ahora que es concejal?

La verdad que no quiero dejarlo pero creo que va a ser inevitable porque ser concejal me va a demandar muchas horas de trabajo. Igual uno de mis hermanos se va a encargar probablemente de seguir con la venta de diarios.

¿Con que sueña?

¿Con qué sueño? (Nota de la Redacción: Sonríe). Sueño con ser gobernador de Salta, algún día...

Temas de la nota

PUBLICIDAD