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La Corte Suprema ocupó el lugar que la política dejó vacante

Domingo, 17 de noviembre de 2013 01:38

Cuando hay un espacio que no es ocupado por la clase política, como viene ocurriendo hace más de un mes, alguien siempre se encarga de tomarlo. Teniendo en cuenta la parálisis en la que se encuentra el Gobierno nacional desde la internación de Cristina y la falta de iniciativa que sigue mostrando la oposición, la salomónica Corte Suprema se transformó indiscutidamente en la principal generadora de agenda política en la Argentina.

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Cuando hay un espacio que no es ocupado por la clase política, como viene ocurriendo hace más de un mes, alguien siempre se encarga de tomarlo. Teniendo en cuenta la parálisis en la que se encuentra el Gobierno nacional desde la internación de Cristina y la falta de iniciativa que sigue mostrando la oposición, la salomónica Corte Suprema se transformó indiscutidamente en la principal generadora de agenda política en la Argentina.

Su impulso al documento de la Iglesia que alertaba sobre el crecimiento del narcotráfico barrió de un plumazo a la ley de medios del eje central del debate público -que a su vez había borrado del mapa al escenario poselectoral- y volvió a instalar en la sociedad un tema muy espinoso para los intereses de la Casa Rosada. El máximo tribunal, en realidad, no hizo más que magnificar un viejo problema del país que no solo no estaba siendo atendido correctamente por el Ejecutivo, sino que varias de sus medidas tomadas últimamente se encargaron de profundizarlo. ¿Qué explicación hay para que los gendarmes que se fueron a controlar el tránsito a Buenos Aires le hayan dejado al Ejército -que no tiene poder de policía- el patrullaje de las fronteras? ¿Cómo se entiende que hace seis meses siga vacante la Sedronar, organismo dedicado a la prevención y lucha contra el narcotráfico? ¿Tiene lógica que todos los radares que deben detectar vuelos ilegales funcionen por horas como admitió el ministro de Defensa Agustín Rossi en una entrevista que publica hoy El Tribuno?

Todos esos interrogantes son de exclusiva incumbencia del Gobierno nacional y sus gobernadores aliados, quienes parecen más preocupados por deslindar responsabilidades en la Justicia que por corregir el cúmulo de desaciertos que vienen llevando en materia de narcotráfico, una de las patas más sensibles de la creciente inseguridad que vive la Argentina. Desbordado por la enorme repercusión política que tuvo la noticia, el kirchnerismo respondió de la misma forma que siempre: pateando la pelota para otro lado. Acusó a la Corte de tenerle “miedo a las víboras” de la frontera norte, a los jueces federales de no condenar el lavado de dinero y a la oposición y los medios de utilizar políticamente la situación. Al igual que ocurre con la inflación, el cepo al dólar y la inseguridad, no hubo una sola autocrítica por la situación actual ni mucho menos una promesa de políticas superadoras para enfrentar un problema que ya parece endémico en la Argentina.

Las visibles desinteligencias exhibidas esta semana entre los funcionarios kirchneristas ligados a la lucha contra el narcotráfico no solo reflejaron la falta de conducción que padece hoy la fuerza gobernante, sino que dejaron en evidencia algo aún peor: la ausencia absoluta de un plan integral para hacerle frente a semejante flagelo.

Mientras el mediático Sergio Berni aseguraba burdamente que las fronteras estaban “bien cubiertas”, su supuesto superior Arturo Puricelli admitía que los límites con los países productores de droga eran “permeables”. Las contradicciones no serían graves si solo se tratara de opiniones aisladas, el problema es que se dieron ni más ni menos que entre las dos cabezas del ministerio de Seguridad, quienes deberían actuar de forma coordinada en la elaboración de las soluciones.

Lo que viene

La vuelta de la Presidenta a sus actividades seguramente estará marcada por este álgido debate público. Más allá de cómo retornará Cristina a su función, se descuenta que no solo habrá anuncios económicos y eventuales cambios de Gabinete: casi con seguridad se presentarán medidas destinadas a desinstalar que al Gobierno no le importa el avance del narcotráfico. “Solo Cristina sabe qué es lo que hará, pero percibimos que ella se sumará inmediatamente al debate público por este tema; no hacerlo podría significar una señal de aislamiento”, se sinceró ayer un influyente colaborador de la jefa de Estado que pidió reserva de su identidad.

La Presidenta tiene un dato a favor que le dará un impulso extra a su retorno: producto de los problemas que tuvo su salud y la compasión que le otorgó la sociedad durante su reposo, la imagen positiva de Cristina se encuentra en su pico más alto en los últimos meses. Eso representa una oportunidad que no debe ser desaprovechada por la Presidenta, ya que la expectativa que se generó por su vuelta debe ser alimentada con medidas concretas en materia de gestión.

Cristina debe dar señales claras de fortaleza tras más de un mes de ausencia y hacerse cargo de manera personal de los temas más álgidos que se fueron postergando por su operación.

¿Volverán los acuerdos de precios? ¿Guillermo Moreno seguirá contaminando la actividad económica? ¿Retornarán los gendarmes a las fronteras? ¿Se concretará definitivamente la vuelta de Argentina a los mercados financieros internacionales? ¿Se terminará la acefalía de la Sedronar? ¿Habrá negociación con los fondos buitre? ¿Se vienen anuncios destinados a incrementar el consumo en el país?

Si bien es cierto que la Presidenta volverá a sus actividades paulatinamente, la espera una enorme cantidad de decisiones trascendentes para el futuro del país.

 

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