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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La radicalización de un caos evitable

Miércoles, 11 de diciembre de 2013 02:15

El conflicto que ya padecen casi todas las policías del país refleja como pocos la falta de previsión de los gobernadores, sean oficialistas u opositores, pero también del Gobierno nacional, que centralizó los recursos en sí mismo como ninguno en la historia reciente de la Argentina.

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El conflicto que ya padecen casi todas las policías del país refleja como pocos la falta de previsión de los gobernadores, sean oficialistas u opositores, pero también del Gobierno nacional, que centralizó los recursos en sí mismo como ninguno en la historia reciente de la Argentina.

La radicalización de la protesta policial tiene lógica si se analizan los magrísimos sueldos que perciben los efectivos de todo el país y el avance imparable de la inflación, pero es indudable que los acuartelamientos masivos tienen un tinte extorsivo como denunció la Casa Rosada.

¿Se está buscando desestabilizar al Gobierno a 30 años del retorno de la democracia? Esa reflexión parece tirada de los pelos y más relacionada con la disputa política que con la realidad del problema: lo que parece prevalecer en este caso es una sensación de oportunismo que los uniformados no quieren desaprovechar.

“Los policías creen que es ahora o nunca. En muy pocos días consiguieron lo que no lograron en años, y eso fortaleció su protesta.

Encima muchas gobernaciones no sancionarán a ninguno de los acuartelados, lo que es interpretado por muchos de ellos como un vía libre”, aseguró a El Tribuno un alto funcionario nacional que pidió reserva de su identidad.

Si todos los sectores coinciden en que el reclamo de los policías es justo, ¿por qué se lo dejó llegar hasta este punto dramático y casi sin retorno en algunos casos? Esa pregunta, clave para entender la crisis que ya provocó ocho muertos, ningún dirigente quiso contestarla hasta el momento. Allí surge un dato imposible de pasar por alto: la mayoría de las provincias contaba con fondos para aumentar a sus policías y recién lo anunciaron cuando los saqueos eran una realidad.

¿Hace falta una situación de estas características para recordar que los policías son trabajadores igual que cualquier otro? Por supuesto que no, y ese costo político seguramente será pagado por la mayoría de los mandatarios en sus gestiones cotidianas.

Al querer diluir su responsabilidad y trasladársela exclusivamente a las provincias, el Gobierno entró en un complicado escenario a futuro, ya que muchas de las policías movilizadas están en distritos manejados por el kirchnerismo más duro.

Es el caso de Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco Tucumán, Jujuy, Mendoza y Chubut. Las tres primeras, paradójicamente, están conducidas por los tres presidenciables del oficialismo para 2015, lo que representaría una crítica del Gobierno hacia sí mismo. Más aún, si se tiene en cuenta que el jefe de Gabinete Jorge Capitanich condujo los hilos de Chaco, una de las provincias más convulsionadas, hasta hace menos de un mes y es el principal vocero del kirchnerismo nacional.

La extensión del conflicto

Una protesta que abarca más de dos tercios de las provincias no puede ser vista como algo aislado que se repite casualmente en 17 distritos a la vez.

En todos los casos se mezclaron situaciones de alta fragilidad social, de delincuencia común, de gobernadores donde la Gendarmería llegó tarde o no llegó y de pésimas condiciones laborales por parte de las fuerzas de seguridad. Este último elemento también es extensible a la Policía Federal, a la Prefectura y a la Gendarmería, quienes aún no se manifestaron como la mayoría de sus pares provinciales, lo que podría cambiar con el paso de las horas.

En un país en el que la inseguridad es la principal preocupación, los policías ganan una miseria y hasta deben comprarse su ropa de trabajo.

Es cierto que eso no les da derecho a abandonar la seguridad de la población como hicieron en muchos casos, pero también lo es que una situación de esas características -con una inflación cercana al 27% anual- en algún momento iba a explotar.

Cuesta recordar en los últimos años alguna medida concreta destinada a fortalecer a las fuerzas de seguridad, ya sea en material salarial, de equipamiento o de formación ciudadana. ¿Qué explicación tiene eso si en la última década hubo un crecimiento inédito en la historia argentina? Desde el punto de vista racional ninguna, aunque puede sospecharse de que ocurrió por la imposibilidad de ese sector de protestar ante sus autoridades y por la subestimación del poder político hacia eso.

 

 

 

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