¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La navegación del río Juramento o Salado

Sabado, 23 de marzo de 2013 21:55

Hasta hace unos días, los salteños hablamos mucho del río Juramento desde el punto de vista histórico; de cuándo y porqué Belgrano cambió el nombre al río Pasaje.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Hasta hace unos días, los salteños hablamos mucho del río Juramento desde el punto de vista histórico; de cuándo y porqué Belgrano cambió el nombre al río Pasaje.

Hoy nos ocuparemos del mismo río pero lo haremos para recordar los esfuerzos que se hicieron a mediados del siglo XIX, para que el Juramento o Salado, fuera navegable y sirviera a la entonces insipiente integración territorial del país.

Las provincias que más empeño y entusiasmo pusieron para que este ambicioso proyecto se concretara fueron Santiago del Estero, Santa Fe, Salta y Tucumán. Y, además, contó con el apoyo del gobierno de la Confederación Argentina presidida por Justo José de Urquiza quien, el 3 de octubre de 1852, decretó la “libre navegación de los ríos interiores”. Esta norma abrió las puertas para que llegara, a la Argentina, el comandante de la marina norteamericana, Thomas J. Page, quien estudió la navegabilidad de varios ríos nuestros. Lo hizo recorriendo durante tres años los cursos de agua más importantes de la cuenta del Plata, entre ellos nuestros ríos Juramento y Bermejo.

Juramento o Salado

En la exploración del Juramento, Page usó un pequeño vapor llamado “Yerba”. Tenía dos pies de calado (1.20 m aproximadamente de profundidad), 14 de manga (8,54 m de ancho), 112 de eslora (unos 68 m de largo) y una caldera de 12 H.P. Partió de Santa Fe el 13 de julio de 1855 y su expedición culminó en Monte Aguará, a unos 250 kilómetros del punto de partida. Pero como la meta de Page era unir Santa Fe con Sepulturas -unos 60 km al este de la ciudad de Santiago del Estero-, resolvió hacer el resto del camino a Sepulturas por tierra y, de allí, regresar río abajo hasta Monte Aguarás, donde estaba su vapor.

El 13 de septiembre de 1855 Page partió de Sepulturas aguas abajo; el 19 llegó a Matará, poco después a El Bracho y el 12 de octubre a Las Cañitas o Esquina de las Cañas, unos 70 kilómetros de Monte Aguarás. En Las Cañitas, Page dio por finalizada su expedición por considerar que el trayecto que restaba hasta Monte Aguarás era similar al tramo recorrido y por lo tanto regresó a Santiago el 19 de octubre. En aquella ciudad, Page le encomienda al teniente Murdangh que expedicione el Juramento desde Miraflores (Salta) hasta Sepulturas (Santiago). La misión se cumplió en la segunda quincena de noviembre de 1855 y la conclusión fue que el tramo Miraflores-San Miguel

(casi en el límite entre Salta y Santiago), el río no era navegable, mientras que si lo era de San Miguel a Sepulturas. Sobre la base de estas expediciones Page elevó un informe al gobierno señalando que el río Juramento o Salado tenía 900 millas navegables entre San Miguel hasta Santa Fe, unos 1.450 kilómetros. El informe añadía un consejo: “la navegación debe hacerse preferentemente con buques a vapor de construcción adecuada”.

Cuando se conoció la conclusión de Page, cundió el entusiasmo entre los gobiernos de la Confederación y de las provincias de Santa Fe, Santiago, Tucumán y Salta. En nuestra provincia, el gobernador Manuel Solá mandó a construir un camino de Salta a Miraflores (Anta).

Primeros contratos

Por el “Informe Page”, la firma Smith Hnos. se entusiasmó tanto con el proyecto que de inmediato elevó una propuesta al gobierno de la Confederación. Este la aceptó en enero de 1856 firmando un contrato de navegación. Los Smith debía remover los obstáculos que “embarazasen la navegación”, es decir extraer troncos y raigones. Meses después, el contrato cayó por incumplimiento de la empresa. Pero pese a este traspiés, en junio de 1856, el gobierno de la Confederación firmó otro contrato con la firma “Esteban Rams y Rubert y Cía”. Fue aprobado por ley el 20 de junio de ese año y se estableció que la limpieza del río debían comenzar en agosto de 1856 y la explotación en octubre de 1857. Para adelantar, Rams contrató un baquiano (Lino Belbey) mientras que él buscaba en Europa fondos para capitalizar su futura empresa mercante.

Indios y crecientes

Pero indios, crecientes, raigones y hasta el tendido de las líneas férreas retrasaron las obras. Prórrogas tras prórrogas del contrato, permitieron a Rams continuar a duras penas con su trabajo.

En medio de grandes dificultades el proyecto avanzó hasta que el 16 de abril de 1867, el cólera puso fin a la vida del audaz empresario Rams, terminándose así el proyecto y las ilusiones.

 Estudios de  navegabilidad

Años después, se retomaron los estudios de navegabilidad del río. En 1957, la Comisión Nacional del Río Bermejo propuso la construcción de los canales “Río Bermejo” y “Santiago del Estero”, alimentados por los ríos Bermejo y Juramento. Pero cuando el proyecto fue transferido a la Comisión Nacional de la Cuenca del Plata, cayó en el olvido.

La declaración de Urquiza de 1852, sobre la libre navegación de los ríos interiores de la Argentina, sigue vigente pero al no concretarse las obras, estos siguen cerrados. Las clausuras de estos ríos fue la llave maestra que tuvo España para manejar el monopolio en la colonia. Después de 1810, la herramienta pasó a manos de los intereses portuarios de Buenos Aires. Por eso, obras como las del Juramento, del Bermejo y de tantos otros cursos, nunca se concretaron.

Temas de la nota

PUBLICIDAD