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Corea del Norte, asfixiado y en pie de guerra

Domingo, 31 de marzo de 2013 09:35

El contexto internacional nos pone de nuevo frente a la encrucijada del huevo y la gallina. Las últimas sanciones aplicadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a Corea del Norte hacían prever un desenlace “non sancto”. Es que el norte de la península sufre nuevamente un embate que ahonda las penurias que atraviesa el pueblo desde el alto al fuego de 1953, que dividió al país.
Estado Unidos presionó en los últimos meses para que se aplique un paquete de nuevos ajustes contra Pyongyang, como represalia a los ensayos con misiles. A su vez Corea del Norte manifestó que éstos eran un llamado de atención a la creciente realización de maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos en la región.
Lo cierto es que el país comunista, desde la década del 50, desarrolló una industria armamentística a la espera de una invasión estadounidense. Esta la convirtió en uno de los países más militarizados del mundo. Es miembro, además, del selecto club de poseedores de tecnología nuclear. Pero la falta de recursos naturales sumado a las sanciones internacionales mantienen al pueblo sumido en una hambruna que es apaciguada superficialmente por donaciones de la ONU.

Un lugar estratégico

Otro punto a tener en cuenta es el crecimiento de China, único aliado de Corea del Norte. El desarrollo del Gigante Asiático convirtió nuevamente a Norcorea en un sector estratégico en la mira de EE.UU., para mantener firmes sus alianzas con Japón y Corea del Sur, y mantener su posición en la región.

Otra vez Bush

En esta larga historia de tensión con EE.UU., Bill Clinton había logrado un acuerdo para que Corea del Norte congele su plan nuclear, a cambio de tecnología para la producción de agua liviana y la provisión de fueloil. Pero la llegada de George Bush (h) echó por tierra el acuerdo y puso nuevamente en guardia a Pyongyang.
Con las nefastas experiencias de Irak y Afganistán, el mundo espera que este conflicto de intereses latente entre las principales potencias del mundo, que utilizan como escenario de disputa a la península coreana, encuentren una vía de negociación diplomática que evite nuevos derramamientos de sangre inútiles, como los de Medio Oriente.

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El contexto internacional nos pone de nuevo frente a la encrucijada del huevo y la gallina. Las últimas sanciones aplicadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a Corea del Norte hacían prever un desenlace “non sancto”. Es que el norte de la península sufre nuevamente un embate que ahonda las penurias que atraviesa el pueblo desde el alto al fuego de 1953, que dividió al país.
Estado Unidos presionó en los últimos meses para que se aplique un paquete de nuevos ajustes contra Pyongyang, como represalia a los ensayos con misiles. A su vez Corea del Norte manifestó que éstos eran un llamado de atención a la creciente realización de maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos en la región.
Lo cierto es que el país comunista, desde la década del 50, desarrolló una industria armamentística a la espera de una invasión estadounidense. Esta la convirtió en uno de los países más militarizados del mundo. Es miembro, además, del selecto club de poseedores de tecnología nuclear. Pero la falta de recursos naturales sumado a las sanciones internacionales mantienen al pueblo sumido en una hambruna que es apaciguada superficialmente por donaciones de la ONU.

Un lugar estratégico

Otro punto a tener en cuenta es el crecimiento de China, único aliado de Corea del Norte. El desarrollo del Gigante Asiático convirtió nuevamente a Norcorea en un sector estratégico en la mira de EE.UU., para mantener firmes sus alianzas con Japón y Corea del Sur, y mantener su posición en la región.

Otra vez Bush

En esta larga historia de tensión con EE.UU., Bill Clinton había logrado un acuerdo para que Corea del Norte congele su plan nuclear, a cambio de tecnología para la producción de agua liviana y la provisión de fueloil. Pero la llegada de George Bush (h) echó por tierra el acuerdo y puso nuevamente en guardia a Pyongyang.
Con las nefastas experiencias de Irak y Afganistán, el mundo espera que este conflicto de intereses latente entre las principales potencias del mundo, que utilizan como escenario de disputa a la península coreana, encuentren una vía de negociación diplomática que evite nuevos derramamientos de sangre inútiles, como los de Medio Oriente.

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