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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El nuevo guía de la Iglesia, convocante y reformista

Lunes, 01 de abril de 2013 12:56

El papa argentino Francisco ha multiplicado los gestos en sus dos semanas de pontificado, en particular durante esta Semana Santa, pero el más esperado será un cambio en la polémica curia romana, el gobierno central de la Iglesia.

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El papa argentino Francisco ha multiplicado los gestos en sus dos semanas de pontificado, en particular durante esta Semana Santa, pero el más esperado será un cambio en la polémica curia romana, el gobierno central de la Iglesia.

Desde que fue elegido el pasado 13 de marzo, casi no pasa un día sin que este jesuita de gustos sencillos y carácter de hierro introduzca algún cambio en la liturgia, como se ha visto en las ceremonias de esta Semana Santa, o prefiera, por el momento, una humilde habitación de la residencia de Santa Marta, una especie de colegio mayor de religiosos, en vez del lujo del apartamento papal del Vaticano.

El Jueves Santo decidió ir a una cárcel de menores para la ceremonia del lavado de pies a doce reclusos de varias nacionalidades, sexos e incluso confesiones religiosas, pues entre ellos había dos musulmanes, y se permitió decirles a estos jóvenes emocionados y alucinados que “quien está en lo más alto debe servir a los demás.”

Pequeños gestos

Para el sacerdote español Juan Rubio, director de la revista Vida Nueva y autor del libro “La viña devastada”, la “gran responsabilidad del nuevo Papa es devolver la credibilidad que la iglesia estaba perdiendo”.

“Hemos pasado del Vaticano como una corte a una gran parroquia”, declaró. Rubio considera que los “pequeños gestos” que ha prodigado el exarzobispo y cardenal de Buenos Aires “preceden a los grandes cambios”.

Y es que para Francisco, la Iglesia debe “salir de sí misma e ir a la periferia, no solo geográfica, sino existencial”.

Este trabajo sin duda lo ha facilitado su predecesor, Benedicto XVI con su renuncia, lo que en sí ya ha supuesto un paso gigantesco, reconoce Rubio.

Y al menos en las apariencias hay una gran complicidad entre el viejo y cansado Papa emérito, que pasa sus días en la residencia de verano papal de Castel Gandolfo, y el nuevo ocupante del trono de Pedro.

En estos quince días se han reunido o han hablado en varias ocasiones, la última el Jueves Santo en una “larga” llamada telefónica “intensa y significativa”, según el vocero del Vaticano, Federico Lombardi.

La depuración

Según Rubio, el escándalo “Vatileaks”, la filtración a la prensa de documentos confidenciales del papa Benedicto XVI, y el informe secreto que éste le entregó a Francisco servirán para empezar a depurar a la Iglesia.

“Escucha a todos pero las decisiones las toma solo”, dice por su parte el vaticanista italiano Bruno Bartoloni.

“Da la sensación de que sabe lo que quiere y lo que hace”, agrega, antes de vaticinar que el nuevo Papa puede “ir bastante lejos” en las urgentes reformas de esta Iglesia salpicada en los últimos años por grandes escándalos, como las luchas de poder intestinas, los casos de pederastia entre el clero o los turbios tejemanejes del Banco del Vaticano, el IOR, en la mira de la Justicia italiana por blanqueo de dinero.

Se esperan cambios sobre todo en la curia romana, considerada un avispero por las luchas descarnadas por el poder. Por eso, los nombramientos que haga Francisco, en particular el poderoso secretario de Estado, darán la pauta del alcance de sus cambios.

Hasta ahora, la curiosidad que suscita el primer Papa jesuita y procedente del Nuevo Mundo ha sido mayor que la irritación que genera su intención de comportarse como “obispo pobre” entre los prelados más conservadores, recuerda el vaticanista Marco Politi.

Por eso, nadie espera que su labor vaya a ser fácil.

Poder convocante

Este nuevo Papa con su origen jesuita le dio aires a la adoquinada Iglesia. La primera muestra está en la plaza de San Pedro y las siguientes en la renovación que provocó en iglesias de Argentina.

“Es imposible estimar una cifra, pero han sido miles los fieles, turistas y curiosos, más que otros años, los que llegaron hasta la Catedral metropolitana”, dijo el rector del templo porteño, presbítero Alejandro Russo.

Uno de los momentos más emotivos fue el multitudinario Vía Crucis de la Ciudad, que este Viernes Santo reunió a más de 40.000 personas por la Avenida de Mayo.

El administrador apostólico de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza, presidió la vigilia pascual en la catedral, donde subrayó la importancia de ser “hermanos” ante un templo colmado.

Ayer, la misa de Resurrección del Señor fue presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Eduardo García, también con un templo repleto.

El hincha de San Lorenzo en Roma

Una vez más y como ya había sucedido el día de su asunción, cuando una gran bandera de San Lorenzo con el rostro del Papa se viera en la Plaza de San Pedro, el club de los amores de Francisco volvió a hacerse presente en el Vaticano.
En esta oportunidad, se trató de una remera del ciclón, que uno de los miles de fieles congregados para escuchar la primera misa de Pascuas de Francisco le entregó al flamante Papa, mientras éste recorría la plaza arriba del papamóvil, tras la culminación de la ceremonia religiosa.
Como se sabe, el Sumo Pontífice es hincha y socio del equipo de Boedo, y los jugadores de San Lorenzo retribuyeron su fanatismo luciendo una remera con una foto de Francisco durante el partido en el que derrotaron a Colón milagrosamente (jugando de visitante, con un hombre menos y marcando el gol a minutos que se cumplieran los 90), dos semanas atrás.
Minutos antes de recorrer la plaza, donde además de recibir la casaca, saludó a los fieles y se detuvo para besar a niños y bebés, Francisco pidió paz en mundo.

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