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Urtubey, ante uno de sus momentos más delicados

Domingo, 14 de abril de 2013 16:28

El solo hecho de que se rumoreé que Juan Manuel Urtubey pueda llegar a ser candidato testimonial en las elecciones de este año muestra hasta qué punto el gobernador atraviesa un momento delicadísimo de su gestión ejecutiva. Delicadísimo por el escándalo sin precedentes con las viviendas del IPV, delicadísimo por la falta de adhesión popular a sus colaboradores, delicadísimo por los magros índices sociales que tiene la Provincia, y delicadísimo por sus incomprensibles reacciones ante las adversidades que le toca afrontar.

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El solo hecho de que se rumoreé que Juan Manuel Urtubey pueda llegar a ser candidato testimonial en las elecciones de este año muestra hasta qué punto el gobernador atraviesa un momento delicadísimo de su gestión ejecutiva. Delicadísimo por el escándalo sin precedentes con las viviendas del IPV, delicadísimo por la falta de adhesión popular a sus colaboradores, delicadísimo por los magros índices sociales que tiene la Provincia, y delicadísimo por sus incomprensibles reacciones ante las adversidades que le toca afrontar.

Urtubey sabe a la perfección que buena parte de su futuro político se juega en los comicios de este año y que -pese a contar con todo el aparato estatal y el apoyo de la mayoría de los intendentes- el escenario según las encuestas dista mucho de ser el mejor para él y su hermano. Eso representa un elemento de suma preocupación para el gobernador, pero minúsculo si se lo compara con la sensación de que hubo corrupción y amiguismo con el reparto de las viviendas. No hay que olvidar un dato: Salta es una de las provincias más pobres, con mayor desempleo y con enormes deficiencias en materia habitacional, lo que agiganta el bochorno y roza peligrosamente la frivolidad.

En ese hecho, Urtubey dejó al desnudo la improvisación a la que se ve sometido en varios sucesos de gravedad institucional. Desadjudicó viviendas a personas que cumplían con los requisitos, adjudicó casas a ciudadanos que tenían hasta nueve propiedades en su haber -como María Alejandra Llaya-, no despidió a ningún funcionario por la discrecional designación de los beneficiarios y, encima, acusó a El Tribuno de “extorsionador”, simplemente por difundir la lista publicada anteriormente por otro medio. ¿Acaso Urtubey quería que no se supiera lo que estaba pasando? ¿Eso debió haber hecho El Tribuno para ser un “buen medio de comunicación”? Teniendo en cuenta que todos los nombres de la lista eran reales, el argumento de una prensa extorsiva es lisa y llanamente una falta de respeto a la ciudadanía, que mira atónita como el IPV le adjudica casas a los ricos y deja esperando por años a los pobres.

Ese escándalo, si bien no fue el primero que le tocó vivir a Urtubey en los últimos tiempos, fue por lejos el que más desgaste parece haberle causado a su figura política. Esto es así porque parte medular del discurso oficialista es la supuesta preocupación por los que menos tienen: con este bochorno, ese relato parece haber quedado hecho trizas ante la mirada de la opinión pública.

Los costos

Lo del IPV le generó a Urtubey más desgaste que la insólita designación de Gabriela Buabse como fiscal, aquella funcionaria que emitió un dictamen que sostenía que una nena de nueve años podía ser “objeto de deseo”. Le produjo más desgaste que haber tenido que dar marcha atrás con su desmesurada propuesta inicial de protocolo de aborto no punible. Le produjo más desgaste que el que proporcionaron las torturas policiales que dieron vuelta al mundo en la comisaría de Gemes. Y le produjo más desgaste que la pésima gestión en Salud y las constantes denuncias contra el Materno Infantil. Esto parece haber sobrepasado todo lo imaginable para Urtubey.

Es de tal magnitud la escasez de viviendas que tiene Salta que parece una burla adjudicarle una a un alto funcionario de su Gobierno, como el secretario Legal y Técnico Pablo Robbio Saravia, quien en su última declaración jurada reconoció tener varias propiedades a su nombre, una de ellas en la Costa Atlántica. Allí, un Urtubey visiblemente nervioso eligió defenderse directamente con una mentira: dijo que esa declaración jurada era de hace cinco años, lo que no es cierto, y también dijo que ese funcionario era “pobre”, mientras se encontraba de viaje por Nueva York.

Los últimos días trascendió que algunos de los beneficiarios de las viviendas de Lomas de Medeiros pensaban hasta hacer ampliaciones para tener una casa de dos pisos. Sin palabras.

El escenario electoral

Ya pasaron varios días desde que se lanzó la noticia de la eventual candidatura testimonial de Urtubey y él aún no la desmintió de su propia boca. Solo se escuchó a su hermano -el principal afectado por los rumores- afirmar que esa hipótesis era una “fantasía de El Tribuno”. Esa “fantasía” fue alimentada ni más ni menos que por el vicegobernador Andrés Zottos y por el ministro de Gobierno Julio César Loutaif, los dos principales alfiles del PRS en la gestión Urtubey. ¿Estarán complotados con la “extorsión” de El Tribuno? Es tan pobre el ataque a la prensa que ya no tiene ni impacto.

La lógica marca que sería un absurdo que el gobernador decida enfrentar a Juan Carlos Romero este año, ya que el riesgo de una eventual derrota sería mayúsculo y dejaría bastante renga la gobernabilidad de la Provincia por dos años.

Lo que muestra esta especulación -aunque seguramente no se transformará en realidad- es que el oficialismo provincial se está quedando sin alternativas para presentarle a la sociedad. Ejemplos sobran: Rodolfo Urtubey, pese a manejar millones de pesos del Fondo de Reparación Histórica no levanta cabeza en ningún sondeo. Sus principales ministros -Carlos Parodi, Rubén Fortuny y Enrique Heredia- no suman tampoco y no aparece ningún renovador que despierte demasiado interes en la gente. Si a eso se le suman problemas para encontrar una figura femenina que traccione una buena porción de votos, la encrucijada del gobernador es aún más importante.

No hay que olvidarse que cuando el kirchnerismo decidió impulsar en 2009 las postulaciones testimoniales de Daniel Scioli, Sergio Massa y “Nacha” Guevara -Néstor Kirchner asumió su banca- lo hizo en las únicas elecciones que le tocó perder en más de diez años de gestión. Las candidaturas falsas llevan consigo mismas la confesión de un fraude al elector, por lo que parece más posible que resten a que sumen.

Urtubey no es de negar la existencia de los problemas estructurales que padece su Gobierno como hace Cristina con la inflación o la inseguridad, pero en algo se parecen mucho: ambos tienden a desviar la atención sobre sus responsabilidades cuando las papas queman. ¿El culpable? El Tribuno, quién más.

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