Recién regresado del interior, el poeta y director de la Biblioteca Provincial “Dr. Victorino de la Plaza”, Benjamín Toro, señaló que con la muerte de Juan Balderrama “se cierra una época de la vida de Salta”. “Hasta a mí me parece raro decirlo, pero la verdad que nunca me preparé para este momento. Hay gente que a uno le da la sensación que no se va a morir nunca. Con Balderrama me pasó eso... ¡Qué macana! Para mí, es una franja de la vida muy importante. Yo soy de ese barrio, de Villa Cristina y lo conocía al "Gordo" de toda la vida. A él, a su viejo, a sus hermanos. ¿Te imaginás?"
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Recién regresado del interior, el poeta y director de la Biblioteca Provincial “Dr. Victorino de la Plaza”, Benjamín Toro, señaló que con la muerte de Juan Balderrama “se cierra una época de la vida de Salta”. “Hasta a mí me parece raro decirlo, pero la verdad que nunca me preparé para este momento. Hay gente que a uno le da la sensación que no se va a morir nunca. Con Balderrama me pasó eso... ¡Qué macana! Para mí, es una franja de la vida muy importante. Yo soy de ese barrio, de Villa Cristina y lo conocía al "Gordo" de toda la vida. A él, a su viejo, a sus hermanos. ¿Te imaginás?"
"Es inenarrable lo que estoy sintiendo con esta noticia, se me vienen todos los recuerdos encima... Nunca he pensado sobre el momento en que iba a ocurrir esto, nunca me he preparado. Lo siento como si esa esquina tendría que haber permanecido así para siempre, como si no tuviésemos un fin alguna vez... No recuerdo la edad que yo tendría, pero lo conozco a Balderrama desde que estaba en la Ituzaingó, donde era nada más que un billar y una casa fonda de paso. Al tiempo se trasladó a la esquina en la que está ahora y de pronto apareció esa Balderrama mítica y comenzó a ser esta esquina que significa tanto para la comunidad. Hasta ese momento era como un faro en la noche de Salta. No había nada más para los que tenían que atravesarla hasta el amanecer. Al lado del boliche estaba el Sindicato de Cocheros, que llevaba y traía gente de ahí. Y ahí también le vendían maíz y alfalfa", recordó.
Y agregó: "Para gente de Villa Cristina como Manuel Castilla, el boliche era una luz en la oscuridad. Después de la zamba que le escribieron con el Cuchi, la gente lo llevó hasta el mito que es ahora. Un descanso en la noche, un reparo... Eso era. Realmente me conmueve hasta lo indecible, una de las cosas que nunca pensé que iban a ocurrir. Son hitos de la vida de la ciudad y de quienes estuvimos ahí involucrados. Así que es una señal para llegar a darse cuenta que has sido y cómo has sido en esta vida”.