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Las fundaciones en Salta luchan para salir adelante

Viernes, 05 de abril de 2013 23:24

263 organizaciones no gubernamentales hay en la ciudad de Salta, según el último censo municipal.

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263 organizaciones no gubernamentales hay en la ciudad de Salta, según el último censo municipal.

Mónica Zannier y María Figallo empezaron sin nada, pero si miran para atrás, alcanzaron mucho. Cansadas de pasear de ministerio en ministerio solicitando alguna ayuda que durante años buscaron y nunca encontraron, consideran que el Gobierno no está interesado en trabajar con las fundaciones. “Te ignoran y ni siquiera les interesa qué es lo que tu fundación hace. Te dicen, sí, sí, vení mañana, podés pasar un mes en la puerta de la oficina de un funcionario y no te atienden”, sostuvo Zannier. Ambas resignaron mucho de ellas para que la Fundación Ceos Sol crezca.

Esta institución se dedica al cuidado de la salud y del medio ambiente. Juntan cartones, papeles y plásticos que envían a Buenos Aires para que se reciclen. Claro que lo entregan por una suma irrisoria, ya que al ser una fundación no pueden vender sino solo recibir una compensación por el material recolectado. Pero ahí no acaba la tarea de ellas. Crearon el Sistema Solidario de Salud que beneficia a 31.000 salteños gracias a que reciben atención médica solo con un pago de $35 a $40 por orden, que es el monto exacto que se le paga al médico que los atiende. De otro modo, tendrían que pagar casi el doble. “Con el dinero que recibimos por juntar material para reciclado compramos sillas de ruedas, anteojos y todo lo que necesitan las personas carentes de los barrios más pobres. Por eso cualquier ayuda de los salteños nos viene bien”, cuenta Figallo, una joven abogada. “El Estado tiene que entender que debe ser una política pública trabajar codo a codo con las fundaciones. No hablo solo de apoyo económico, sino de la importancia de coordinar y desarrollar programas con metas y objetivos claros”, piensa. “Es tan grande el trabajo que muchas ONG hacen, que jamás serían sustentables económicamente por sí mismas, y eso es lógico porque no somos empresas, no lucramos sino que trabajamos para el otro, a cambio de nada”, dijeron juntas.

Corina maneja la Casita de Belén, hogar que depende del Arzobispado. Hace pocos días fue de público conocimiento la dura situación por la que atraviesa esta fundación. Alimentan, les dan atención médica y albergue a más de 150 niños. Por eso, su lucha es inmensa. La contención que sus familias no les pueden dar a los niños, ellos la encuentran allí. El Estado sí contribuye. Les aporta $1.500 mensuales para alimentar a esa cantidad de niños. Unos $10 por chico, y no se quejan, “pero todo el mundo sabe lo que implica hoy llenar un carro de supermercado”, dice Corina. Pasaron “momentos muy duros”, cuenta la mujer. Y con la misma actitud que toma el resto de las fundaciones, no van a dar marcha atrás, pero sí piden que la gente colabore con ellos.

En la Fundación Hope no niegan la ayuda del Estado. Le agradecen inclusive. Reciben y asisten a niños que padecen cáncer. Los cobijan con sus familiares en la ciudad durante el tratamiento. Reciben $3 mil mensuales. Tienen dificultades y no son pocas. Siempre están preparados para recibir a los niños pero los recursos escasos los pone contra la pared. “Asesoramos a los padres sobre cómo tienen que desenvolverse con las obras sociales, y les proveemos ropa, mercadería para cubrir las carencias”, contó una de las mujeres que allí trabaja. Han hecho de todo para que no las ignoren y “nos las ingeniamos para no depender 100% del Estado”.

La supervivencia es tan vital como las ganas de trabajar por el otro. Así lo vive Lucrecia Miller, que maneja la Fundación P.A.P.I.S. “Desde el 2008 que le estoy pidiendo ayuda al Estado. Estamos en la misma que el resto de las fundaciones. No nos alcanza para nada. Dan ganas de resignarse pero no lo vamos a hacer”.

El rol de las ONG hoy

Si no existiera el trabajo que cientos de fundaciones realizan en la provincia, las falencias del Estado serían mucho mayores. Es tal la cobertura que brindan que no cabe pensar cómo serían las cosas si no estuvieran. Y es que justamente por eso nacieron. La imposibilidad del Estado de abarcar todos los problemas sociales motivó el compromiso ciudadano. Voluntad, sacrificio, tiempo y ninguna contraprestación más que la propia satisfacción de contribuir con hacer el bien. Eso es lo que sienten los salteños que todos los días trabajan en distintas fundaciones. No son políticos.

Tampoco quieren imitarlos, ya que de ese modo no hubiesen obtenido los resultados alcanzados. Reman contra la corriente, pero no se dan por vencidas. Siguen. Siguen, pero solo le piden al Gobierno provincial que les tienda una mano y no solamente económica. Quieren articular con el Estado, trabajar conjuntamente y no ser ignoradas. La falta de programas conjunto con el Gobierno de Salta, la escasa ayuda que reciben y la necesidad de ser consideradas las motivó a levantar la voz.

“Los reclamos son entendibles”

Desde el Ministerio de Derechos Humanos informaron a El Tribuno, que actualmente otorga ayuda a 97 fundaciones. En 2012, el total de dinero que les destinó en subsidios se acerca a los $3 millones.

La secretaria de Gestión Administrativa del Ministerio, Mercedes Uldri, explicó a este medio, que “hay una gran cantidad de ong's que nacen para tratar todas las dificultades sociales que hay”. Consideró Uldri que “los reclamos de varias ong"s son entendibles. Siempre nos quedemos cortos con el presupuesto por la cantidad de necesidades”. Desde 2013, las fundaciones perciben un aumento del 20% en los subsidios, en caso de que lo soliciten y requieran.

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