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Arturo Pérez Reverte: "La mujer es más conciente de que el ser humano está solo?

Sabado, 11 de mayo de 2013 23:28

Arturo Pérez Reverte es un destacado novelista español, cuya inventiva despliega ácidas metáforas, adjetivos precisos y diálogos certeros.

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Arturo Pérez Reverte es un destacado novelista español, cuya inventiva despliega ácidas metáforas, adjetivos precisos y diálogos certeros.

Antes de dedicarse por completo a la literatura se desempeñó como periodista y corresponsal de guerra en diversos medios. Entre otros, ha cubierto la dolorosa guerra de Malvinas, la guerra del Golfo, Bosnia y Croacia, entre otras.

Ha escrito numerosas novelas, entre las que se cuentan “El maestro de esgrima”, “La piel del tambor” y “Las aventuras del Capitán Alatriste”. Su trabajo más reciente, “El tango de la guardia vieja”, recorre París, Buenos Aires y Sorrento, en épocas tan diversas como las postrimerías de los años 20 y el fulgor inicial de los 60. Asesorado por el reconocido poeta Horacio Ferrer y el lunfardista Oscar Conde, entre otros, el autor conjuga el amor con el arrabal.

En diálogo con un reducido grupo de medios, entre los que estuvo El Tribuno, Reverte reflexionó sobre su obra y rescató a autores antaño depreciados, como Soriano, Arlt y Puig.

En un análisis breve pero riquísmo el autor describe cómo la mujer es el eje central de su nuevo libro. “La mujer es la que, en este momento, puede aportar más novedad literariamente”, afirma Reverte.

Dos de los ejes centrales de su novela son el tango y el ajedrez.

Me gusta mucho el ajedrez. Creo que es lo que mejor simboliza la vida. Hay gente que va a la Iglesia a rezar, yo voy al ajedrez, cada uno tiene su manera de montarse la vida. El tango también es ajedrez. El rey, que aparentemente es el más poderoso, solo se mueve una casilla en cada dirección, es muy limitado, débil, vulnerable, necesita protección continua. Mientras que la reina, que es aparentemente débil, es la más poderosa del tablero. Entonces, cuando veo bailar el tango -y he visto mucho a partir de escribir esta novela- he llegado a la conclusión de que el tango es un ajedrez que la mujer teje en torno al hombre. El hombre está todo bacán, pero si te fijas, la fuerte en ese proceso de seducción es la mujer. Y si asociás con la vida, cuando un hombre se siente mal de la próstata ¿quién lo lleva al médico? Su mujer. Cuando una mujer tiene un bulto en el pecho, no se lo dice ni a su mejor amiga y va sola al médico. Esa diferencia, esa fortaleza moral, esa capacidad de hacerle frente a la realidad de la vida con mucha más entereza que el hombre porque está más cerca de la vida, por razones biológicas, esa intensidad intelectual y física, esa curiosidad porque la mujer es más lectora que el hombre, ella necesita empaparse de mundo. Entonces el tango es uno de los símbolos que he elegido para contar eso: esa falsa idea de la mujer y esa falsa superioridad del hombre.

¿Qué importancia la da a la mujer en sus novelas?

El hombre como héroe de novelas está exprimido como un limón de paella, no queda nada, ya se ha contado todo. Pero en la mujer hay un aspecto muy interesante. Madame Bovary o Anna Karenina ya no existen, eso se ha terminado. La mujer ahora, por razones históricas y sociales afortunadas, hace frente a nuevos desafíos. Pero al mismo tiempo no ha dejado de ser lo que era. Hablo del mundo occidental moderno. La mujer trabaja, se enfrenta a la vida, tiene un nuevo desafío vital al que hacer frente, pero al mismo tiempo no ha dejado de ser lo que ha sido durante siglos, porque el instinto, la educación, no se borran con una ni dos ni tres generaciones siquiera. La mujer se encuentra con una esquizofrenia muy peligrosa: es la mujer del futuro y no ha dejado de ser la mujer del pasado y eso la somete a unas tensiones violentísimas, complejísimas de las que no siempre el varón es consciente. Eso está dando lugar a conflictos nuevos, a personajes literarios que nunca se habían escrito porque esa mujer no existía, está dando lugar a una épica femenina que nada tiene que ver con lo que era la épica clásica masculina. La mujer es lo que, en este momento, puede aportar más novedad literariamente. Narrativamente es el personaje más prometedor y más apasionante. En mis novelas, sin darme cuenta, me he ido acercando más a ese enigma, porque me interesa mucho más la mujer, pero la mujer de ahora, que tiene un trabajo entre hombres, que tiene un hijo en casa, que tiene un amante, los conflictos de esa mujer me interesan muchísimo. Y la literatura es una forma de afrontarlos, estudiarlos, comprenderlos o utilizarlos.

¿Qué diferencias marca?

La mujer como héroe me interesa muchísimo, creo que es el único héroe posible en el siglo XXI. Hay otro aspecto paralelo a eso: los hombres hemos estado construyéndonos consuelos, analgésicos, reductos donde refugiarnos del fracaso, del dolor y la realidad de la vida durante muchísimos siglos: el sexo, la amistad, el bar de la esquina, el fútbol, el burdel. La mujer no ha tenido esa capacidad de crease sus trincheras, entonces es mucho más consciente del estrago de que el ser humano está solo, de que muchas veces el fracaso no tiene segunda oportunidad. La mujer es mucho más consciente de que el mundo es un lugar hostil y peligroso. Conozco muy pocas mujeres de más de 40 años que no estén solas. No digo físicamente, a lo mejor están casadas, con hijos, pero están intelectualmente solas. Eso es algo muy significativo que hace que la mujer sea un animal muy complejo. Por ejemplo, para detener un reloj el hombre le da un golpe, la mujer lo analiza, desmonta pieza por pieza. Eso crea un montón de posibilidades narrativas que hace que cualquier escritor con buena voluntad encuentre un giro muy interesante.

Las canciones son muy importantes en la obra ¿cuál de todas ellas tiene más relevancia en la historia? ¿imagina editar en CD, como en su momento sucedió con Rayuela?

Tengo lectores en muchos sitios y algunos ya han hecho unos recopilatorios de “El tango de la guardia vieja” y han dejado esas canciones destacadas. Eso ya existe. Los tangos son fundamentales. Yo creo que la canción que mejor resume el espíritu de la cosa es “El hombre que desbancó Montecarlo”. Es muy poco conocida. En mi Twitter colgué un enlace donde un tipo inglés la canta muy bien. Montecarlo era el símbolo, el lugar donde las fortunas se jugaban y se ganaban o se perdían. Esta novela está basada en un perdedor, es una novela sobre el fracaso elegante. Entonces “El hombre que desbancó Montecarlo” me parecía la más adecuada para poner en los labios y en la memoria del hombre que fracasa de una manera elegante. Mi padre la silbaba cuando yo era chico.

La canción que nombra aparece al comienzo y al final de la novela. También emerge al principio y al final de la historia una cuestión relacionada con las sombras y la fragilidad de los hombres ¿Cuáles cree que son las luces y las sombras de la literatura actual?

La literatura actual me importa absolutamente un bledo. Nunca hablo sobre literatura actual. Yo leo literatura, soy lector, tengo mi biblioteca, pero nunca opino sobre literatura actual, me da igual. Yo hago novelas, me interesan mis problemas narrativos, lo que haré la próxima novela, lo que he hecho. Me parece bien: hay librerías, hay libros, el que quiera puede leer, se publica mucho, pero no tengo una opinión, no tengo un juicio crítico sobre ella ni sobre la anterior. A mí los lectores no me pagan por hablar de literatura, me pagan por escribir literatura.

¿Cómo ve hoy a la Argentina?

Tampoco me pagan por hablar de la Argentina hoy. Cuando uno va a una casa no critica los muebles, cuando lo invitan a una casa no critica los cuadros que están colgados en la pared. Lo que puedo decir sobre ello es que me gusta reconocer la Argentina que amo y me entristece reconocer la Argentina que detesto. Y eso me ocurre en cada viaje, porque yo a Argentina la amo y la detesto en partes iguales, como ustedes mismos o como hago con España, con la que soy ferozmente crítico muy a menudo, mucho más de lo que sería con Argentina o con cualquier otro país.

¿Qué escritores argentinos lo han influenciado?

Siempre han sido fundamentales Borges y Roberto Arlt, esos al principio. Después, en una segunda etapa Manuel Puig y Osvaldo Soriano. Cuando yo vine a la Argentina por primera vez en el 76 hablaba de Roberto Arlt y Puig y veía caras de profundo desprecio en los intelectuales de la época. Lo mismo me pasó con Osvaldo Soriano, nunca lo conocí en persona, pero hablé por teléfono muchas veces. Un día leí “A sus plantas rendido un león” y lo llamé: “Maestro, a sus plantas rendido, novela estupenda” y hablamos mucho y él siempre se mostraba triste porque nunca le reconocían su mérito ni su peso en la literatura. Si no leo a Soriano, no entiendo la Argentina moderna. Y leyendo a Arlt, se entiende a la Argentina de su época. Todos esos que antes ninguneaban a Soriano, Arlt y Puig ahora escriben los prólogos de sus obras reeditadas y eso creo que es justicia recordar que eso fue así.

Alguna vez afirmó que “la vida te va despojando de cosas”. ¿A qué hacía referencia?

Me refería a que, cuando uno es joven y llega a la línea de salida, todas las palabras se escriben con mayúscula: Patria, Dignidad, Amor, Amistad, Lealtad, Trabajo, y después la vida, poco a poco, va convirtiendo las mayúsculas en minúsculas. Comprendes que tras la palabra “honor” hay muchos sinvergenzas, la palabra bandera tanto en Argentina como en España. La vida te va despojando de esas certezas que tenías. Los jóvenes creíamos que la vida daba certezas, dice mi personaje Max Costa, y es al revés, cuanto mayor te haces, más incertidumbres tienes. La mayor sabiduría a la que un ser humano puede aspirar es a esa ausencia de certezas y a esa mochila llena de incertidumbre. A eso me refiero con “la vida te despoja”, te quita inocencia y te da eso.

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