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¿Cuáles son las chances de toparnos con extraterrestres?

Viernes, 24 de mayo de 2013 12:01

Cada vez que cae a tierra (no al océano, al mar o a los lagos y hay que tener en cuenta que casi tres cuartas partes de la superficie terrestre está cubierta por el agua, generalmente salada) un objeto que viene del espacio exterior, o sea un objeto extraterrestre, que puede ser un meteorito, un pedazo de algún lejano planeta o un cometa o un trozo de éstos, los humanos comienzan a inventar que se trata de ovnis (objetos voladores no identificados).

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Cada vez que cae a tierra (no al océano, al mar o a los lagos y hay que tener en cuenta que casi tres cuartas partes de la superficie terrestre está cubierta por el agua, generalmente salada) un objeto que viene del espacio exterior, o sea un objeto extraterrestre, que puede ser un meteorito, un pedazo de algún lejano planeta o un cometa o un trozo de éstos, los humanos comienzan a inventar que se trata de ovnis (objetos voladores no identificados).

Claro que lo son, por supuesto. No fueron identificados ni antes ni después. A lo mejor, muy casualmente algún astrónomo aficionado, que son los que más miran los cielos, los encontró saliéndose del entorno y avisó: “Ahí vienen”.

Desde el año 1998 hay un organismo que se encarga de detectar los objetos que se acercan. También hay unos cientos de telescopios que toman fotografías digitales, segundo a segundo, del aspecto que tiene un trozo del cielo. Todo está ubicado. Cuando algo se sale de lo antes registrado, se hace un seguimiento y se ve si puede ser un elemento peligroso para la subsistencia de nosotros los humanos y los cientos de miles de millones de “bichos” que habitan nuestro bello planeta.

Lluvia de estrellas

Cada día caen toneladas de “pedazos” de materia celeste. Vienen de 300 mil objetos del espacio cercanos. Unos son de unas pocas decenas de kilos (para el caso podría ser el que iluminó el cielo hace días y alumbró parte de Santiago del Estero, Córdoba y sitios de Cuyo y pueblos cercanos). Como venimos de un suceso que fue noticia, la caída del meteoro sobre un pueblo de Rusia, que estalló en el aire y generó una onda sonora, que hizo estallar varios ventanales y los vidrios rotos lastimaron alguna gente, este segundo fenómeno, eso sacudió a todos.

Hay una enorme cantidad de elementos espaciales que caen y que no son observados ni denunciados como tales. Salvo que los tripulantes de algún barco que anda por ahí cerca los vean, no quedan en los registros.

Pero atención, que suman unos cuantos cientos los pilotos que ven objetos no identificados en los cielos. Hay otros cientos de personas que van a bordo de naves aerocomerciales, que han visto “cosas extrañas”. No se trata de meteoritos, pues los siguen en sus vuelos por cientos kilómetros y desaparecen en forma instantánea de la visión de los que los observan.

Esos casos son denunciados a menudo y luego, es creencia generalizada, escondidos por las autoridades que les dan explicaciones absurdas a esos hechos. La ansiedad por “ver algo extraño” es permanente.

“Toparse con algo”

Algunos han tenido la fortuna de “toparse con algo” (no es nuestro caso). Yo guardo para siempre en mi memoria el relato de un fenómeno espacial de un ingeniero amigo que vio un objeto brillante, inmóvil y de varios colores, navegando lentamente sobre el dique de Cabra Corral, al tiempo de ser inaugurado. Ese testigo ya falleció. Era un hombre honesto, muy correcto y un científico de kilates, incapaz de inventar nada. Conozco otros tres casos similares de salteños testigos. Un hombre con su familia vieron por largos minutos un “habano espacial”, al que rodeaban pequeños elementos luminosos que iban y venían en torno a la nave madre (así le dicen). Hasta que en un momento desaparecieron todos, perdiéndose en el firmamento.

Conozco otro caso de profesionales y sus familias que vieron en Paraná, Entre Ríos, varios navíos luminosos que se movían coordinadamente a una velocidad pareja, hasta que se dispararon en sentido oeste, hacia el río.

“Creer o reventar”, eso queda a su criterio. Pero las ocasiones de ver algo extraño son muy escasas, más allá de los “drones” (aviones robóticos no tripulados) que aparecen ahora sobre ciudades de Medio Oriente.

“Toparse con un ovni”, o con los tripulantes de esas naves extraterrestres, son cuestiones que no se dan con facilidad. Hay ciertas evidencias o relatos de tales que no dejan rastros. De manera que hay que contemplar la chance de que cada uno que vea algo, diga algo parecido a lo que otro vio.

Recuerdo con claridad, de los casos que yo he vivido, de cruzarme en lugares muy lejanos con conocidos en lugares muy distantes, en pocos segundos. Uno con un ingeniero cordobés y su señora que subió al ascensor donde yo iba (Nueva York, 1980). Otro de una amiga que iba manejando su auto saliendo de una estación de servicio, a la que corrí por media cuadra.

Yo iba a pie. Otra más de un amigo al que me crucé en un subterráneo en Londres e iba caminando delante mío... Ese día, a esa hora del mediodía...

Bueno, ya ve usted que cuando algo se da, por coincidencia o casualidad, se da. Somos más de siete mil millones de humanos que estamos sobre la Tierra. Las naves del espacio, si las hay, están tripuladas por seres ultrainteligentes, mucho más capacitados que nosotros. Ellos llegaron, nosotros no. El problema es que vienen de planetas de otras estrellas muy lejanas, que están a no menos de cuatro millones de años luz de nosotros. O sea que vienen viajando hace siglos, salvo que tengan algún medio para “cruzar el tiempo y la distancia”.

Dato: los ovnis comenzaron a verse sobre la Tierra apenas dos años después del lanzamiento vergonzante de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki (primera semana de agosto de 1945).

En fin, le dejo la inquietud. Si ve algo, deje constancia de lo que observó ante autoridades aeronáuticas. Que no quede como una fantasía más, como -disculpe usted- esta misma nota.

Desde el año 1998 hay un organismo que se encarga de detectar los objetos del espacio que se acercan a la Tierra.

Cuando algo se sale de lo antes registrado, se hace un seguimiento y se ve si es peligroso para los humanos
 

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