Los choques entre manifestantes y policías dejaron al menos 27 heridos en Belo Horizonte, sureste de Brasil, luego de que miles de personas intentaron burlar el cerco de seguridad alrededor del estadio Mineirao, donde se disputa la Copa de las Confederaciones.
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Los choques entre manifestantes y policías dejaron al menos 27 heridos en Belo Horizonte, sureste de Brasil, luego de que miles de personas intentaron burlar el cerco de seguridad alrededor del estadio Mineirao, donde se disputa la Copa de las Confederaciones.
Lugo de los incidentes, nuevas marchas, concentraciones y hasta paralización de actividades seguían convocándose a través de las redes sociales en Brasil, para continuar con la ola de protestas que se inició hace dos semanas, la mayor en las últimas dos décadas.
En el barrio más rico de Río, Leblon, un grupo de jóvenes continuaba acampando frente a la casa del gobernador Sergio Cabral, informó la prensa local.
La jefa de Estado tiene un borrador de medidas de alto impacto en las que se destaca revertir el déficit de miles de médicos en hospitales públicos y puestos de atención en barrios populares, consignó en la noche del sábado el canal Globonews, basado en fuentes del Gobierno.
Las medidas, que podrían ser lanzadas mañana martes, se concentrarían en especialidades donde se detectó mayor demanda popular, como pediatría y oncología, a la vez que se seguirá avanzando en la captación de médicos extranjeros.
Esto pese a la resistencia expresada por las entidades que reúnen a los médicos brasileños, algunas de las cuales se manifestaron el sábado en una marcha realizada en Sao Paulo, donde hubo varias demandas relacionadas a la Justicia, la corrupción y los derechos de las minorías sexuales.
En el Gobierno del vecino país, según publicaron diarios de ayer domingo, aún campea el desconcierto y la incertidumbre frente a la inédita secuencia de movilizaciones en todo el país ocurridas desde hace dos semanas.
Líneas de acción
Rousseff analiza varias líneas de acción que le fueron sugeridas por sus asesores a los que consulta permanentemente desde los últimos días.
Según publicó ayer el diario Folha de Sao Paulo, la presidenta puede reforzar su discurso contra la corrupción, el mismo que ya le redundó buen rédito político en el primer año de gobierno, cuando dimitieron varios ministros, heredados del gobierno del expresidente Lula da Silva y envueltos en supuestas irregularidades y casos de fraude al Estado.
Se pregunta cómo resucitar su “milagro”
La nueva clase media es fruto de la historia de éxito del país, pero sus hijos hoy se rebelan contra las fallas y deudas del modelo
Brasil todavía está en shock. Más de un millón de personas tomaron el jueves pasado las calles de todo el país en reclamo de más y mejor educación, salud, transporte y seguridad, mientras repudiaban la impunidad frente a la corrupción y criticaban los enormes gastos para el Mundial de fútbol 2014.
Aunque las históricas protestas de la última semana fueron mayoritariamente pacíficas , pequeños grupos extremistas de izquierda y de derecha protagonizaron saqueos, destrozos y sangrientos choques con la policía.
Lo cierto es que frente a este escenario convulsionado que puso fin a la idea del milagro brasileño, ¿cómo hará el país para sostener su historia de éxito?
No será fácil. Los cambios en la distribución de recursos que exigen los manifestantes requieren remedios amargos para estos momentos en que la economía del gigante sudamericano está dando señales de estancamiento, con una inflación en alza. Además, la presidenta Dilma Rousseff buscará la reelección el próximo año y el juego político no es una habilidad que haya heredado de su padrino, el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva.
Una historia de éxito y marketing
“Durante el lulismo se vendió una idea de Brasil que no es la realidad. La historia del éxito de Brasil es una historia de éxito de marketing. No hay duda de que el país mejoró en los últimos 20 años, pero no es aquel paraíso que fue representado por la propaganda oficial. Principalmente en el campo ético-moral, en el pésimo funcionamiento del Estado, en los terribles problemas de infraestructura y en las brutales deficiencias en los servicios públicos. A Brasil le llegó el momento de la verdad, de reconocer las fallas y avanzar en serio”, destacó el historiador Marco Antonio Villa, profesor de la Universidad Federal de San Carlos.
Eso mismo es lo que expresan, a través de los más variados y originales carteles, los cientos de miles de jóvenes que salieron a las calles de todo el país. En su mayoría, son personas que cuando Lula llegó al poder, tenían entre 8 y 15 años.