La violencia parece estar a la orden del día desde que comenzaron las protestas en suelo brasileño. Alrededor de 5.000 manifestantes antigubernamentales se enfrentaron ayer con la Policía cerca del estadio donde jugaban España e Italia por la segunda semifinal del torneo de fútbol Copa Confederaciones. Un estudiante de 21 años es el quinto muerto desde el comienzo de las revueltas.
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La violencia parece estar a la orden del día desde que comenzaron las protestas en suelo brasileño. Alrededor de 5.000 manifestantes antigubernamentales se enfrentaron ayer con la Policía cerca del estadio donde jugaban España e Italia por la segunda semifinal del torneo de fútbol Copa Confederaciones. Un estudiante de 21 años es el quinto muerto desde el comienzo de las revueltas.
Ayer los manifestantes marchaban pacíficamente pero se enfrentaron con la Policía cuando se acercaron a la zona de seguridad a unos 2 kilómetros del estadio de Fortaleza. Esta es la protesta más reciente en Brasil desde que comenzaron las manifestaciones masivas el 17 de junio. Los manifestantes están molestos por la corrupción y los malos servicios públicos, a pesar de los elevados impuestos. Las protestas también denuncian los miles de millones de dólares gastados para organizar la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos de Río en 2016, dinero que a su juicio debería destinarse a mejorar hospitales, escuelas y transporte público.
Victoria Ferreira, de 16 años, que protestaba cerca del estadio Castelao en Fortaleza, dijo que era irónico que “si algo pasara aquí, si hubiera violencia, no habrá hospitales para cuidar de nosotros”. Unos 3.000 estudiantes marcharon ayer pacíficamente por las calles de Brasilia para exigir que el 10 por ciento del producto interno bruto (PIB) se destine a la educación, en un reclamo que se inscribe en la ola de protestas que sacude al país desde hace más de dos semanas. La marcha transcurrió en forma pacífica y fue convocada por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), un movimiento afín al Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, que dirigió sus reclamos al Congreso, hacia donde se dirigió la manifestación. Como ha ocurrido en casi todas las protestas de los últimos días, los estudiantes también se manifestaron contra la corrupción, la homofobia y en demanda de mejores servicios públicos, entre otros asuntos.
Asimismo, expresaron su apoyo a la celebración del plebiscito propuesto por la presidenta para forzar una reforma política estancada en las Cámaras desde hace quince años.
Las multitudinarias protestas que se registraron desde el 10 de junio en más de 400 ciudades brasileñas, en algunos casos con una marcada violencia, han perdido fuerza, pero aún así se siguen convocando para los próximos días diversas manifestaciones en Río de Janeiro y en otras ciudades del país.