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Nelson Mandela: el hombre que convirtió la cárcel en un canto a la libertad

Domingo, 30 de junio de 2013 11:22

Nació en Qunu, el 18 de julio de 1918. Su padre murió cuando tenía 12 años, y su tío, jefe de la tribu, se ocupó de él.

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Nació en Qunu, el 18 de julio de 1918. Su padre murió cuando tenía 12 años, y su tío, jefe de la tribu, se ocupó de él.

Tras una militancia basada en la lucha pacífica Mandela organiza el brazo armado del ANC, del que es comandante.

Nelson Mandela es una de las figuras más relevantes del siglo XX y la vigilia mundial que acompaña su agonía es el preludio a su ingreso glorioso a la historia universal.

Al cabo de su vida, luego de la lucha, la cárcel y el triunfo, este sabio de nuestro tiempo enseñó que: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”.

Sin embargo, en su juventud, la barbarie del apartheid no dejaba espacio para la tolerancia y la transformación pacífica. Británicos y afrikáners preferían la Sudáfrica esclavista.

Comparable con los grandes

Parece demasiado comparar a este líder sudafricano con las grandes figuras de la humanidad; no lo es, sin embargo, si se evalúa lo que significan sus casi 95 años de vida en el avance contra el racismo, la discriminación de cualquier índole y la miseria en los países colonizados.

Su insobornable sonrisa y el lazo morado de la batalla contra el sida son el testimonio de una forma distinta de transformar el mundo.

Nelson Rolihlahla Mandela iba a ser el jefe de la tribu de los Tembu, pero él terminó siendo “Mkhulu” (abuelo) para todos su connacionales y un paradigma de la construcción de la dignidad humana.

Nació en Qunu, el 18 de julio de 1918. Su padre murió cuando tenía sólo 12 años, y su tío, jefe supremo de la tribu, se ocupó de su educación. Escapó a Johanesburgo para evitar un matrimonio impuesto. Allí cambió su destino. Allí comenzó a construir su epopeya.

Otro ejemplo a destacar

Sesenta años más tarde, al convertirse en el primer presidente negro y Premio Nobel de la Paz, renunció a la tercera parte de su salario para dedicarlo a la creación del Fondo Nelson Mandela para la Infancia. “Estar preso durante 27 años sin ver niños es una experiencia terrible”.

Fue estudiante combativo y abogado comprometido con los suyos, los pobres, que en Sudáfrica eran y son los negros.

En 1943 se afilió al Congreso Nacional Africano y fundó la Liga de la Juventud.

Mandela se convirtió en un negro sudafricano revolucionario, nacido en un país atravesado por las tensiones tribales, la violencia de los colonos y el odio entre holandeses, británicos y alemanes.

Un poco de historia

En 1652, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales instaló un puesto en el cabo de Buena Esperanza. A principios del siglo XIX, el Cabo era una colonia británica, resistida violentamente por los descendientes de los primeros colonos holandeses, los afrikáners, ferozmente racistas.

En 1910, las cuatro provincias que configuraban Africa del Sur se unieron, poniendo a millones de negros bajo el dominio de los blancos, quienes se quedaron con el 90% de la tierra. Durante los 80 años siguientes, la resistencia negra se convirtió en la principal dinámica política del país.

En 1948, el ultraderechista Partido Nacional afrikáner sistematizó la segregación racial en un sistema legal e ideológico que regulaba todos los aspectos de la vida de los sudafricanos, desde el nacimiento a la muerte, según la raza. El apartheid. El objetivo era la pureza racial, el poder de los blancos y el uso de los negros como mano de obra barata.

El régimen fue endureciéndose hasta el extremo.

“Lanza de la Nación”

Tras una militancia basada en la lucha pacífica, en la que sufrió cárcel y represión y se lo asoció con el comunismo, Mandela organiza el brazo armado del ANC, Umkhonto weSizwe, “Lanza de la Nación”, del que es comandante en jefe.

En 1962 fue detenido, acusado de sabotaje y condenado a cadena perpetua.

Allí comenzó una de las prisiones más revolucionarias y con mayor contundencia transformadora que se conozca. Mandela fue un líder al que la cárcel no detuvo.

Tras la masacre de Soweto en 1976, Sudáfrica se precipita a una guerra civil. El país se quedó aislado del mundo. Desde el Papa, hasta el Gobierno de EEUU, todos los líderes mundiales exigieron la liberación de Mandela. El presidente Frederik Willem de Klerk se vio obligado, en 1990 a legalizar el CNA y a los demás partidos políticos. Nelson Mandela fue liberado después de 27 años de cárcel.

Salió sin odios, tratando de evitar el revanchismo y, por sobre todo, de construir una Sudáfrica moderna y sin racismos de ninguna índole.

Una mayoría abrumadora

En las primeras elecciones libres, en las que veinte millones de sudafricanos pudieron votar, Mandela obtuvo el 62,6% de los votos que lo convirtieron en presidente de la nación, tras trescientos años de colonialismo blanco y 46 de apartheid. Sudáfrica inició así el camino de la paz y empieza a contar en el mundo como un país libre, ingresa en la ONU, al Movimiento de Países No Alineados y a la Organización para la Unidad Africana.

Mandela gobernó hasta 1999, cuando dejó el mando a Thabo Mbeki

Winnie Mandela fue su segunda mujer, la primera asistenta social negra del país e infatigable activista. Su matrimonio duró 34 años, 26 de los cuales con Nelson en la cárcel. Se separaron en 1992. En 1998 el líder se casó con la viuda del presidente de Mozambique, Graca Machel.

Luego de la presidencia, Mandela se convirtió en emblema. Quienes lo veían como un subversivo lo reconocieron como ejemplo pacificador. Gobiernos, entidades internacionales y universidades se honraron con su presencia.

La educación en prisión

Con su sonrisa inclaudicable, siempre, Mandela se va despidiendo. “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, dijo este hombre que durante 27 años solo contó con la libertad interior. “Nada resulta tan deshumanizador como la ausencia de contacto humano”, dijo, pero agregó: “La prisión es una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia”.

Como Martin Luther King, Mandela luchó contra cualquier racismo; no solo el de los blancos. “Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

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