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Mirá el mensaje del argentino que conmovió en la JMJ

Martes, 23 de julio de 2013 18:01

Una fama inesperada cobró Alberto Pérez, un peregrino argentino que fue escogido entre 60.000 jóvenes junto con otros cinco provenientes de Siria, Mozambique, China, Brasil y México. Ellos participaron de la conferencia de prensa dada en el centro para medios, instalado en el Forte de Copacabana. Su historia resultó la más esperanzadora, por su mensaje de total entrega al prójimo.

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Una fama inesperada cobró Alberto Pérez, un peregrino argentino que fue escogido entre 60.000 jóvenes junto con otros cinco provenientes de Siria, Mozambique, China, Brasil y México. Ellos participaron de la conferencia de prensa dada en el centro para medios, instalado en el Forte de Copacabana. Su historia resultó la más esperanzadora, por su mensaje de total entrega al prójimo.

Durante su breve discurso, en el que pidió al “Señor que todos los que están en Río de Janeiro vuelvan renovados”, dado ayer en el marco de la charla “Don Orani, arzobispo de Río de Janeiro y cinco jóvenes explican las Jornadas”, no dejó de apretar una foto de Renzo Antonelli, un niño correntino de dos años que nació con una miocardiopatía y estuvo conectado a un corazón artificial hasta junio pasado, cuando finalmente llegó su milagro.

En diálogo con El Tribuno, Alberto contó que el 9 de mayo inició su camino para llegar a Río de Janeiro, desde Resistencia (Chaco). En dos meses recorrió 2.147 kilómetros y fue acompañado por miles de jóvenes a través de las redes sociales. El 9 de julio llegó a la catedral de San Sebastián. Alberto dice que sintió dentro de su corazón un llamado por involucrarse en una causa noble, por inspiración del papa Francisco.

“Cuando escuché que decían Giorgio Bergoglio no lo podía creer, no podía parar de llorar”, recordó. Esa remezón espiritual continuó dentro de sí hasta que se enteró, a través de su hermana, de la desesperada lucha de Renzo y su familia. Entonces sintió que “necesitaba obrar un cambio en el pensamiento de la sociedad argentina para que el corazón aparezca. Empecé a caminar y ofrecer cada kilómetro a nuestro Señor para que me ayude. La historia se empezó a difundir incluso en la ruta con personas que encontraba por ahí -católicas o no, o incluso con personas que estaban en contra de la donación de órganos-. Me tomaba un tiempito para charlar y llevar el mensaje justamente”, explicó este joven que trabajaba en el Instituto de Cultura de Resistencia, empleo que dejó para ir tras los pasos de Francisco. Como varios peregrinos vino en busca de un viento de cambio, una voz interna en consonancia con un clima de honda espiritualidad.

“Ahora en Campus Fidei tendré la certeza de a qué me voy a dedicar”, dijo. Prometió detallar los pormenores de su viaje, en el que halló a muchas personas dispuestas a ver en él a un hijo o un hermano.

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