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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Relato de los peregrinos del ?fin del mundo?

Viernes, 26 de julio de 2013 02:55

El Papa no es un rockstar, sino un instrumento de Dios, y sin embargo... Durante la madrugada lluviosa de ayer, desde las 22 del miércoles, podía verse una línea de paraguas, pilotos y plásticos, en hilera. Sobre ellos caía una llovizna irregular pero constante. Al que llegaba, el resto -solidario- advertía: “No están dejando entrar con mochilas, paraguas ni banderas con asta”. Entonces había que tomar una decisión crucial: perder unos lugares en la fila o reales -de por sí escasos en el bolsillo peregrino y juvenil- para volver en taxi al hotel, la casa de familia o la parroquia donde se estuviera hospedado. La idea fue de los tucumanos. Vieron un hotel en una calle cercana y comenzaron a pasar la voz al resto. Nadie dudó en confiar sus pertenencias y dinero a Francisco (23), el cordobés y estudiante de Ingeniería Industrial que fue como “el ekeko” para alquilar una “diaria” de ochenta reales para las 56 mochilas amarillas, verdes y azules, curiosos huéspedes inanimados. Francisco, el homónimo del Papa, en quien todos depositaron su buena fe, viajó con su novia María Celeste (23), estudiante de Análisis de Sistemas.

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El Papa no es un rockstar, sino un instrumento de Dios, y sin embargo... Durante la madrugada lluviosa de ayer, desde las 22 del miércoles, podía verse una línea de paraguas, pilotos y plásticos, en hilera. Sobre ellos caía una llovizna irregular pero constante. Al que llegaba, el resto -solidario- advertía: “No están dejando entrar con mochilas, paraguas ni banderas con asta”. Entonces había que tomar una decisión crucial: perder unos lugares en la fila o reales -de por sí escasos en el bolsillo peregrino y juvenil- para volver en taxi al hotel, la casa de familia o la parroquia donde se estuviera hospedado. La idea fue de los tucumanos. Vieron un hotel en una calle cercana y comenzaron a pasar la voz al resto. Nadie dudó en confiar sus pertenencias y dinero a Francisco (23), el cordobés y estudiante de Ingeniería Industrial que fue como “el ekeko” para alquilar una “diaria” de ochenta reales para las 56 mochilas amarillas, verdes y azules, curiosos huéspedes inanimados. Francisco, el homónimo del Papa, en quien todos depositaron su buena fe, viajó con su novia María Celeste (23), estudiante de Análisis de Sistemas.

Contó a El Tribuno que “nos pelamos los dedos vendiendo empanadas. Hace dos meses casi desistimos. Pero se dieron dos vacantes en otro grupo pastoral y nos vinimos”. Desde Córdoba hasta Porto Alegre, donde hicieron la prejornada, tuvieron dos paradas: una involuntaria, cuando el ómnibus que los transportaba fue retenido en Paso de los Libres por el parabrisas rajado. “¿Ustedes eran los del vidrio rajado”, intervino Luz, de Azul, provincia de Buenos Aires. El contingente del que ella forma parte llegó el 19. Ahora la espera de aquel día le resulta graciosa. Ellos se hospedan en la Baixada de Jacarepaguá, zona oeste de Río.

“Empezamos a hacer la campaña en octubre del año pasado sin saber que Francisco iba a ser nuestro Papa”, agregó. Los primeros en la fila eran tucumanos y se habían enterado que Francisco iba a recibir a los argentinos en la catedral de Río. “Ahí mismo nos quedamos debajo de un hotel y nos pedimos una pizza. Un padre de habla inglesa que estaba entrando a ese hotel pensó que estábamos perdidos y se ofreció a pagarnos comida y una noche en ese hotel”, contó Gabriel.

No fue el único hombre del ministerio pastoral en prestar colaboración. Un padre bonaerense acompañaba a sus 21 jóvenes peregrinos, de entre 16 y 23 años. “Pensar que en diciembre pasado nosotros, los sacerdotes, teníamos un celular de comunicación directa con Bergoglio, un número que no revelábamos a nadie; pero con el que sabíamos que entre las 6 y 8 de la mañana nos iba a atender sin mediar su secretaria, sin embargo, ahora me tengo que amanecer aquí para verlo”, bromeó.

Durante la mañana encabezó un procedimiento para que los argentinos que iban llegando no se colaran. La Policía Militar inició el vallado pasadas las 11, cuando se generó un clima de tensión porque “muchos habían sido los llamados y poco los escogidos”: solo 5.000 de las 22.000 personas que caben en la catedral. Una vez que se realizó el vallado y comenzaron a pasar los peregrinos volvió la calma. Quienes sabían que iban a quedarse en la calle alentaron a quienes iban a mantener un contacto cercano con el Papa. Agitaban sus banderas, cantaban y saludaban. Iguales a quienes en casa habían enviado fotos, cartas y abrazos para Francisco. “Te abrazo y se lo das al Papa”, me dijo todo el mundo y conseguí tocarle la mano decía una joven niña, con acento porteño pero que solo lloraba por la emoción de haber apretado unos instantes la mano conductora y regente de la Iglesia.

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