La honestidad debería ser una moneda corriente en nuestro país, en nuestro modo de vida, pero como existe poca, cuando una persona realiza un gesto que debería ser habitual, se convierte en forma inmediata en noticia. Y eso ocurrió con una mujer que se había inscripto en el IPV hace 30 años. Nunca fue favorecida con una vivienda hasta que el sorteo y la fortuna tocó su puerta. Claro que tarde, ya que poseía una casa fruto del esfuerzo de su familia.
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La honestidad debería ser una moneda corriente en nuestro país, en nuestro modo de vida, pero como existe poca, cuando una persona realiza un gesto que debería ser habitual, se convierte en forma inmediata en noticia. Y eso ocurrió con una mujer que se había inscripto en el IPV hace 30 años. Nunca fue favorecida con una vivienda hasta que el sorteo y la fortuna tocó su puerta. Claro que tarde, ya que poseía una casa fruto del esfuerzo de su familia.
La mujer al ver su nombre entre las personas favorecidas, se acercó hasta el Instituto Provincial de la Vivienda y pidió que la borren de la lista, ya que ya contaba con una casa propia. “Estuve esperando desde el año 83 y como nunca salí beneficiada, con mucho esfuerzo compramos un terreno y construimos nuestra casa. Yo la devuelvo para que se la adjudiquen a alguna familia que la necesite”, señalo la vecina.
Fuente: Radio Ciudad Orán