Mientras muchos dirigentes kirchneristas pedían públicamente una autocrítica interna sobre el duro revés del domingo, la Presidenta hizo ayer todo lo contrario y profundizó un relato triunfalista tan absurdo como los números inflacionarios del Indec. A nadie le gusta que le mientan en la cara, por más que lo que tenga que escuchar no sea lo que le gustaría. ¿Cómo se motivarán los militantes oficialistas para mejorar la perfomance en octubre si su líder les dice abiertamente que no hay nada para corregir? El mensaje de ayer provocó irritación en los sectores antikirchneristas y confusión entre los convencidos adherentes al modelo nacional.
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Mientras muchos dirigentes kirchneristas pedían públicamente una autocrítica interna sobre el duro revés del domingo, la Presidenta hizo ayer todo lo contrario y profundizó un relato triunfalista tan absurdo como los números inflacionarios del Indec. A nadie le gusta que le mientan en la cara, por más que lo que tenga que escuchar no sea lo que le gustaría. ¿Cómo se motivarán los militantes oficialistas para mejorar la perfomance en octubre si su líder les dice abiertamente que no hay nada para corregir? El mensaje de ayer provocó irritación en los sectores antikirchneristas y confusión entre los convencidos adherentes al modelo nacional.
El aislamiento político que vive actualmente Cristina, acentuado por la obsecuencia de La Cámpora, contrasta con la apertura que están teniendo varios oficialistas para analizar el verdadero impacto de las primarias. Una vez más, la realidad vuelve a chocarse de frente con el relato, solo que ahora ocurre en el peor momento del kirchnerismo en toda la década.