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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La lluvia fue mucho más que una bendición

Domingo, 15 de septiembre de 2013 02:15

Muchos levantaron la mirada y agradecieron al cielo cuando en las primeras horas del viernes vieron caer las gotas de lluvia que trajeron un poco de alivio a la dramática sequía.

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Muchos levantaron la mirada y agradecieron al cielo cuando en las primeras horas del viernes vieron caer las gotas de lluvia que trajeron un poco de alivio a la dramática sequía.

Las precipitaciones, aunque insuficientes, fueron una verdadera bendición para humedecer los campos afectados por los incendios que acabaron con plantaciones de todo tipo en el norte y sur de la provincia.

El fuego pasó y su siniestralidad dejó como saldo miles de hectáreas afectadas, mientras el Gobierno salteño aún gestiona el ingreso de repuestos para poner en funcionamiento el helicóptero hidrante.

La lluvia, indiscutiblemente, fue una bendición para los productores y un verdadero milagro para Juan Manuel Urtubey.

Pero, objetivamente y sin herir susceptibilidades de orden religioso, hay que decir que es imprescindible contar con métodos más terrenales para afrontar las consecuencias de los desastres con un grado de previsión. Está bien orar a Dios pero, como dice el refrán, “A Dios rogando y con el mazo dando” o “Hay que rezar, pero también remar”; las alternativas del mazo y el remo resultan una práctica que el Gobierno provincial no debería desestimar.

Es que, para el caso del campo salteño donde se desarrollan miles de familias, el argumento de los imprevistos climáticos está funcionado muy bien como excusa en la política del Estado hacia la producción. Nadie puede prever heladas ni sequías, ni siquiera los incendios forestales, pero, curiosamente, la maldita emergencia climática resulta en ciertos niveles del Gobierno una bendita emergencia donde se descargan responsabilidades, se justifica la inoperancia y se adopta a la oración como única salida.

Sin distraer la mirada sobre el campo y su desarrollo, tanto en las grandes producciones como en las de tipo social y de subsistencia, las estadísticas desnudan precariedad desde el año 2009 en la provincia.

Se notan claramente retrasos en la producción de granos y en los indicadores ganaderos. El freno al desarrollo, admitido por el propio gobernador Urtubey, se hizo más notable desde ese año cuando comenzó la debacle y el Gobierno provincial anunció un plan estratégico que hasta aquí -cinco años después- nunca se cumplió.

No se avanzó en ninguno de los objetivos propuestos, ni siquiera en aquellos más promocionados. El crecimiento del stock ganadero y de la faena; el desarrollo de la cuenca lechera, la habilitación de nuevas categorías de mataderos a nivel regional, pese a las ventajas que otorga la ley de carnes: todo quedó en anuncios.

Desde 2009 a 2011 las mismas estadísticas dejan a la provincia lejos de cualquier recuperación en el mediano plazo y sin posibilidad de retorno a los índices anteriores.

No hay capacidad ni reacción para el abordaje de la emergencia. Así quedó demostrado con lo que les pasó a los pequeños productores afectados por la sequía. Les dieron maíz y como suplemento verde para los animales les repartieron semillas de alfalfa, cuando se sabe que este cultivo necesita riego por inundación. Casi una burla para los pequeños productores del Chaco salteño que solicitaban ayuda desde junio.

 

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