El 5 de enero de 2012, el Escuadrón 54 de Gendarmería Nacional, que custodiaba el límite internacional por donde pasa el 90% de la cocaína que ingresa a la Argentina, se mudó desde Salvador Mazza hasta la localidad vecina de Aguaray, unos 20 kilómetros frontera adentro, dejando en el lugar una “sección reforzada”. Los vecinos denunciaban un abandono de la principal fuerza en la lucha contra el narcotráfico y pidieron la inmediata revisión de la medida. El Tribuno fue el primero en anunciar el polémico traslado, el primero en publicar las preocupaciones de los habitantes del lugar y hasta dedicó varios editoriales al tema. Ayer, el Gobierno nacional dio marcha atrás. Después de 20 meses, Gendarmería volvió a tener escuadrón propio, en uno de los pasos limítrofes más calientes del país. “De los errores se aprende”, dijo ayer en Pocitos el ministro de Seguridad de la Nación, Arturo Puricelli, consultado por un periodista local cuando se inauguraba el Escuadrón 61. Es una buena noticia para los vecinos de Salvador Mazza. Muchos de ellos podrán desde ahora dormir más tranquilos. Sus reclamos fueron escuchados y obligaron a las autoridades a volver sobre sus pasos. Con la medida, queda en evidencia que el traslado de las fuerzas hasta Aguaray fue, al menos, un paso en falso. En su momento, altas fuentes de Gendarmería en Aguaray hablaban de razones estratégicas, de logística. Al parecer, todas esas cuestiones “secretas” que buscaban resguardar la “seguridad nacional”, quedaron en el olvido.
El 30 de agosto, una fuente de las fuerzas le adelantó a El Tribuno que Gendarmería reabriría el escuadrón de Pocitos en los próximos días. La misma fuente había dicho que el verdadero motivo del traslado del escuadrón se debió a un tema de corrupción y disciplina: “Había muchos gendarmes que terminaban operando para el narcotráfico”, dijo.
inicia sesión o regístrate.
El 5 de enero de 2012, el Escuadrón 54 de Gendarmería Nacional, que custodiaba el límite internacional por donde pasa el 90% de la cocaína que ingresa a la Argentina, se mudó desde Salvador Mazza hasta la localidad vecina de Aguaray, unos 20 kilómetros frontera adentro, dejando en el lugar una “sección reforzada”. Los vecinos denunciaban un abandono de la principal fuerza en la lucha contra el narcotráfico y pidieron la inmediata revisión de la medida. El Tribuno fue el primero en anunciar el polémico traslado, el primero en publicar las preocupaciones de los habitantes del lugar y hasta dedicó varios editoriales al tema. Ayer, el Gobierno nacional dio marcha atrás. Después de 20 meses, Gendarmería volvió a tener escuadrón propio, en uno de los pasos limítrofes más calientes del país. “De los errores se aprende”, dijo ayer en Pocitos el ministro de Seguridad de la Nación, Arturo Puricelli, consultado por un periodista local cuando se inauguraba el Escuadrón 61. Es una buena noticia para los vecinos de Salvador Mazza. Muchos de ellos podrán desde ahora dormir más tranquilos. Sus reclamos fueron escuchados y obligaron a las autoridades a volver sobre sus pasos. Con la medida, queda en evidencia que el traslado de las fuerzas hasta Aguaray fue, al menos, un paso en falso. En su momento, altas fuentes de Gendarmería en Aguaray hablaban de razones estratégicas, de logística. Al parecer, todas esas cuestiones “secretas” que buscaban resguardar la “seguridad nacional”, quedaron en el olvido.
El 30 de agosto, una fuente de las fuerzas le adelantó a El Tribuno que Gendarmería reabriría el escuadrón de Pocitos en los próximos días. La misma fuente había dicho que el verdadero motivo del traslado del escuadrón se debió a un tema de corrupción y disciplina: “Había muchos gendarmes que terminaban operando para el narcotráfico”, dijo.
Según se anunció, el escuadrón contará en principio con una dotación de 200 hombres, que en el futuro podrían ser 400. Se alojarán en un edificio construido por la Provincia, que puede albergar a 160 oficiales.
El complejo le costó a Salta, la segunda provincia más pobre del país, más de un millón de pesos, mientras que Gendarmería Nacional manejó el último año la impresionante suma de 25.900 millones de pesos.
El albergue cuenta con 20 cuartos, entran ocho gendarmes en cada uno, con baños, aire acondicionado y calefacción. El nuevo escuadrón está equipado con motocicletas, cuatriciclos, vehículos todo terreno y hasta una nueva ambulancia. Según se había anunciado en mayo, el pabellón iba a albergar 300 efectivos y se tendría que haber terminado a mediados de julio.
“Se hizo un esfuerzo enorme para crear otro escuadrón de Gendarmería en Salta, que desde ahora tiene cinco escuadrones, con más de 1.700 efectivos. Nunca Gendarmería estuvo tan dotada de tecnología, infraestructura edilicia y herramientas. Hicimos este escuadrón para contrarrestar la influencia del narcotráfico y la trata de personas en la zona”, dijo el ministro nacional Arturo Puricelli. Además, aseguró que “se están fabricando radares nacionales para dotar a la frontera norte de los mismos y controlar mejor el espacio aéreo”.
En este punto hay que aclarar que la construcción de los radares lleva más de una década, después de la cual, según la ONU, la Argentina se transformó en el tercer puerto proveedor de cocaína a nivel mundial.
Mudanza polémica y muy criticada
AUTORIDADES | EL DIRECTOR DE GENDARMERIA, ZACH, CON URTUBEY Y PURICELLI.
El dato
- El jefe del Escuadrón 54 de Aguaray había dicho, en 2012, que el traslado mejoraría la acción de Gendarmería en la zona.