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Alfredo Caniza: “La pobreza espiritual es peor que la pobreza material”

Domingo, 22 de septiembre de 2013 03:08

En realidad, Alfredo Caniza no quería una entrevista. Dice que no se la merece. Preguntaba porqué fue elegido para salir en una nota hablando de su vida y su trabajo. El equipo de El Tribuno le explicó los motivos, que dicho sea de paso, son muchos. Finalmente cedió y sin condicionamiento alguno. Le cuesta hablar y contar acerca de su trabajo porque tiene rasgos de humildad y timidez que le secan la voz.

No tiene nada que ocultar, eso es claro. Así como también es claro que quienes más hacen, menos necesidades tienen de demostrarlo. Este es otro caso de esos. Se trata de un hombre en quien las palabras “esfuerzo” y “sacrificio” estuvieron siempre presentes. Es que en su vida nada fue fácil. Caniza nació dentro de una familia humilde. Su padre era gendarme y su madre vendía hielo y realizaba distintos quehaceres para mantenerlos. Le quedó muy marcado cómo su mamá hacía malabares para que no les faltara nada, y eso, lo emociona. 

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En realidad, Alfredo Caniza no quería una entrevista. Dice que no se la merece. Preguntaba porqué fue elegido para salir en una nota hablando de su vida y su trabajo. El equipo de El Tribuno le explicó los motivos, que dicho sea de paso, son muchos. Finalmente cedió y sin condicionamiento alguno. Le cuesta hablar y contar acerca de su trabajo porque tiene rasgos de humildad y timidez que le secan la voz.

No tiene nada que ocultar, eso es claro. Así como también es claro que quienes más hacen, menos necesidades tienen de demostrarlo. Este es otro caso de esos. Se trata de un hombre en quien las palabras “esfuerzo” y “sacrificio” estuvieron siempre presentes. Es que en su vida nada fue fácil. Caniza nació dentro de una familia humilde. Su padre era gendarme y su madre vendía hielo y realizaba distintos quehaceres para mantenerlos. Le quedó muy marcado cómo su mamá hacía malabares para que no les faltara nada, y eso, lo emociona. 

Alfredo no tiene cualquier trabajo. Tampoco responsabilidades pequeñas. Sobre su escritorio, hay un cúmulo de solicitudes de ayuda. Día a día tiene que decidir cómo luchar contra la escasez, como asistir a la gran cantidad de personas que se presenta buscando ayuda. Es el director de Cáritas, institución que depende de la Iglesia Católica y que muchas veces hace de sostén de aquellos a los que el Estado les da la espalda.
Su visión es que “no solo existe la pobreza material, sino la espiritual, que es peor”, sostiene Caniza. Crítico de los niveles de pobreza, considera que hay un solo remedio: educación y trabajo; remedio del que no se cansa de recomendar. En su oficina recibió a El Tribuno y contó sus primeros pasos en la institución, su visión de la pobreza, la clase dirigente en general y sobre su vida.

Alfredo, ¿cómo llegó a Cáritas y cómo recuerda que se le despertó esta vocación de vivir para los demás?

A Cáritas llegué hace cuatro años. Me lo ofreció el obispo. No me imaginé en este cargo, pero me dijeron que yo era el indicado. No estaba seguro al principio, pero finalmente terminé aceptando. Cuando me jubilé del Ejército no me iba a quedar de brazos cruzados. Y aunque nadie lo sepa, lo voy a contar. Hasta 1996 yo no era practicante. Creía en Dios, Jesús y María pero tenía cierto recelo con la Iglesia y hasta era un crítico de ésta. Resulta que me convencen para ir a un retiro espiritual, me insistieron tanto que fui. Desde ahí, mi vida cambió un 100%.

¿Por qué? ¿Que pasó particularmente en ese retiro?

Me encontré conmigo mismo. Algo me pasó que me conecté fuertemente con Dios. Desde ahí que me volví un evangelizador. Todo cambió en mi vida. Me di cuenta que lo que yo pensaba que estaba bien, no era lo correcto. Además recapacité sobre mi modo de ver las cosas, la vida, el mundo, mi relación con mis hijos, etc.

O sea, ¿se le despertó una vocación nueva?

Sí. Lo que más feliz me hizo fue encontrar a Cristo, porque encontré un norte. Sé a donde voy, sé como seguir. Cambié mucho y... no quiero perder ese norte.

Usted siempre remarca su postura respecto de la pobreza. Nadie calla su pensamiento, y nunca tiene problemas en admitir que hay altos niveles de pobreza.

Voy a seguir haciéndolo. Siempre digo la verdad y nadie me va a callar. Yo le hablo al Estado. Por eso cuando escucho a algunos políticos que niegan la pobreza me da impotencia. Pienso que negando el problema es peor, nada se mejora y tampoco hay soluciones ni respuestas. Hay que tener cara para decir que no hay pobreza. Quiero que me lo digan mirándome a los ojos. Que se lo digan a la mujer que no tiene qué darle de comer a sus hijos.

Usted plantea la diferencia entre pobreza material y espiritual.

Es una diferencia que hay que tener presente. La pobreza del alma, la miseria humana, es un serio problema. Es peor que la pobreza material. Pensar en el egoísmo que hay, en la importancia que se le da a las cosas materiales, es triste. Sobre todo hoy cuando hay una indiferencia a lo que otra gente vive. Igual, gente solidaria sigue habiendo, eso es claro. Hay realidades tan duras, pero tan duras que son un golpe. Por eso siempre me cuestiono, ¿cómo alguien me puede decir que la inflación es del 0.7% y un séquito de personas aplaudir una mentira como esa? ¿Cómo voy a permitir que alguien me diga que no hay pobreza?

¿Cuál es su postura sobre los planes sociales?

Yo creo que son buenos siempre y cuando se utilicen de manera temporal. Es para el que no encuentra trabajo, pero con la condición que lo cobra mientras está buscando, no para tomarlo como una eterna pensión. Hay que explicarle a la gente que no se conforme con un subsidio. El dinero se gana trabajando, transpirando cada gota, con sacrificio y no esperando un ingreso mensual sin hacer nada. Trabajar dignifica.

¿Las donaciones son frecuentes en Cáritas?

No. La gente generalmente dona cuando algún hecho en particular que ven por la televisión o en los medios los conmovió. Aunque los salteños son solidarios, siempre.

Nota de la Redacción:
Cáritas es una institución creada en Argentina por la Conferencia Episcopal Argentina en 1956. Su estatuto expresa claramente el objetivo con el que se creó: “Animar y coordinar la obra social y caritativa de la Iglesia, insertada en la pastoral orgánica a través de formas adaptadas al tiempo y las circunstancias, para lograr el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres, con especial preferencia por las personas y comunidades más marginadas”. Esta institución logró juntar más de 32.000 voluntarios en todo el país y llegar a más de 3.000.000 de argentinos.
Su fin, desde que se creó hasta hoy, es combatir la marginalidad, la exclusión y la pobreza. Y en pos de ello es que organiza las colectas anuales.
En mayo de 1981, Cáritas se volvió un organismo de la Pastoral Caritativa de la Iglesia, que depende del Equipo Pastoral Social del Episcopado Argentino. Hoy es una de las instituciones con mayor credibilidad en Argentina.

¿Cuál es su mirada de la clase dirigente?

Y... yo creo que entre ellos y el pueblo hay una diferencia enorme; una diferencia a la que no le encuentro razones. La gente los elige, pero el poder es tan raro e inentendible a veces, que los convierte en intocables, cuando son simples servidores. Creen que están por encima de todos, pero no es así. No veamos así las cosas. La pérdida de valor de la palabra, la facilidad para inventar, la falta de humildad y la soberbia me sorprenden. Piense que si ellos harían bien las cosas, Cáritas no tendría motivos para existir. Los políticos son así. Les falta honestidad con ellos mismos. Siempre quieren tener más y más, cuando hay gente que no puede comer todos los días. Y yo me preguntó... ¿para qué querer tanto?

Además, ninguno es imprescindible...

No, pero tienen terror a quedar en el olvido.

¿Cuáles son los dos principales problemas que usted observa que hay en la sociedad?

La falta de educación y de trabajo. Hay que insistir en la educación. Creo que no hay otro remedio para salir adelante que con educación y trabajo. Trabajar, trabajar y trabajar. Esa es la mejor manera, la que nos enseñaban antes, la que yo tomé de mis padres y les enseñé a mis hijos.

¿La gente valiosa no se quiere comprometer para cambiar las cosas desde la política?

No sé si lo puedo generalizar pero los jóvenes están desilusionados. No consiguen trabajo aún siendo profesionales. Eso es durísimo. La situación es dura. Qué ejemplo, qué expectativas, qué país les vamos a dejar a nuestros hijos. Eso es algo que me duele pensarlo.

Sí, pero también está la satisfacción de que hay instituciones como Cáritas y muchas otras más, que hacen y mucho por mejorar las cosas.

Sí. En Cáritas siempre que nos reunimos en la comisión, remarcamos la importancia de ser coherentes con lo que pensamos y hacemos. Ser testimonio de decencia y de honestidad, eso es algo que tenemos muy en claro.

¿Cómo se sostiene la institución?

Nosotros hacemos una sola colecta anual, y con lo que recaudamos tratamos de tirar el mayor tiempo posible. Con eso tenemos que pagar los remedios que le damos a la gente, los alimentos, además le otorgamos a cada parroquia también fondos para sus necesidades.
También es importante que se sepa que Cáritas también genera oportunidades para que los jóvenes puedan salir adelante. Tenemos talleres, y lanzamos microemprendimientos para que se puedan generar fuentes de trabajo. No todo está perdido. Hay mucho por hacer.

Nota de la Redacción: La última gran colecta de Cáritas que se realizó en Salta, fue en junio. Se recaudaron alrededor de $270.000. Un tercio de lo recaudado va Buenos Aires, un tercio se queda en Cáritas de Salta y el resto va a las parroquias.

¿Hay muchas donaciones privadas?

Siempre que estamos ajustados llega una ayudita. La semana pasada vino un joven enfermo de Lupus. La tesorera me avisó que necesitaba medicamentos. No sabíamos cómo íbamos a hacer para poder comprarle los remedios pero justo apenas se fue el chico, llegó una donación de un señor que se acercó hasta acá. Entonces, ahí estaba Dios. Lo sé. Le pudimos comprar el remedio, finalmente.

¿Y situaciones como esas ocurren seguido?

Muy seguido.

¿Le ofrecieron trabajar en política?

No. Además me da temor que hablen, que me destruyan verbalmente. Igualmente, no lo veo como un lamento. Estoy convencido que Dios pone a la gente en el lugar en el que tiene que estar. Y alguna vez todos vamos a rendir cuentas por lo que hicimos en el lugar en el que fuimos ubicados.

¿Temor? Los agravios son un condimento muy utilizados hoy en día, para algunos una regla de juego.

Si, bueno, una regla que yo no acepto. Es incomprensible que uno viva tratando de hacer el bien, y de repente venga alguien y te humille o te difame con mentiras. Eso debe ser doloroso. Yo soy testimonio de fe. Y lo soy las 24 horas. Uno no puede ser un hombre con fe cuando está en Cáritas y dejar de serlo cuando sale de la institución, no.

Su partida y su regreso

A los 12 años viajó a la Escuela General Lemos del Ejército, en Buenos Aires.
“Me fui porque intenté ser una carga menos en términos económicos para mi familia. Cuando partí, allá trabajé y le enviaba ayuda a mis padres para que pudieran estar mejor”.

Se recibió a los 17 años y, a los 25, se casa con su mujer, con Esther Francisca Pastrana. Actualmente viven juntos y él la define a aquella docente como su “gran sostén”.
Volvió a la provincia de Salta cuando fue destinado al Quinto de Caballería. Ya tenía 35 años. Allí trabajó hasta que se retiró.

Con Esther Pastrana formó una familia. Tuvieron tres hijos, una mujer y dos varones.
A lo largo de la entrevista destacó la importancia de su familia en su vida.

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