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La corrupción y el curioso favoritismo

Domingo, 12 de octubre de 2014 00:30
"Vos estás loco yo esto no firmo ni en pedo. Que se hagan cargo los que son responsables". La frase salió de la boca de un reconocido dirigente partidario del Valle de Lerma y fue una respuesta categórica a un documento emitido hace unos días por el Foro de Intendentes. El papel tenía el sello del foro pero quienes lo vieron, inmediatamente supieron que la orden venía de arriba. Una vez más, la historia comenzaba a tejerse sobre esos frecuentes episodios de amor y odio entre el gobernador Juan Manuel Urtubey y los jefes comunales, donde "la billetera y el galán" no representan ninguna contradicción. El documento se difundió el lunes pasado a primera hora y buscaba la firma unánime de los jefes comunales hasta el mediodía para la difusión en los medios de prensa, en repudio a los informes que viene elaborando El Tribuno sobre la corrupción imperante en el municipio de Pichanal. Allí, el intendente Julio Jalit amasó una enorme fortuna en pocos años con apropiaciones de tierras, entre otros graves hechos de corrupción. Pero el documento no consiguió la adhesión suficiente; solo por eso no se distribuyó en la prensa oficialista. La respuesta de los intendentes, como la del viejo dirigente, no fue la esperada y disparó una vez más el mecanismo de apriete hacia las intendencias, con las fórmulas de la coparticipación y el fondo de la soja como elementos de presión. La descentralización municipal se paga caro y ahora es cuando los jefes comunales empiezan a recordarlo a la perfección. El Foro de Intendentes fue el arma elegida en esta oportunidad. La redacción del documento tiene rasgos tan evidentes de una orden emanada desde el Grand Bourg que hasta parece un infantilismo pensar que pudo haber surgido espontáneamente desde los jefes comunales. Para ser menos obvios y predecibles, aquellos que lo elaboraron deberían contar con una noción más aproximada sobre las jerarquías de la escritura para evitar desbandes políticos de esta naturaleza. Es que los intendentes van entrando de nuevo en esa odiosa etapa de devolver favores que se impone desde la gestión de gobierno provincial. Justo para la época previa a la campaña de las elecciones generales del año que viene, cuando la mayoría de ellos buscará la reelección. Pero con la experiencia de los últimos comicios, la incertidumbre sobre los futuros resultados electorales, los llena de dudas, desconfianza y paranoia, aunque este último es un rasgo más propio de los niveles superiores de poder en Salta. Desde el vergonzoso manejo administrativo en Salvador Mazza en la gestión del exintendente Carlos Villalba, hasta la actual corrupción reinante en Pichanal, donde Julio Jalit se ha transformado en el dueño y señor de vidas y tierras de cientos de personas, un cable conductor conecta a los jefes comunales sospechados y escondidos detrás de la impunidad. Antes, Urtubey defendió a Villalba y cuando no pudo contra el peso de las evidencias y el voto popular, le dio un espacio como próspero empresario del cuestionado Fondo de Reparación Histórica.
Cabe preguntarse ahora por qué Urtubey no sale a respaldar con tanto esmero a Jalit. ¿Si antes defendió a morir a un extrapartidario, por qué no lo hace ahora con un intendente de su mismo partido? ¿Será tal vez que la gestión de Jalit es indefendible? ¿Cuál es la diferencia en términos de corrupción entre Villalba y Jalit? ¿Por qué pretende usar al Foro para forzar un respaldo que no existe? La duda todavía está planteada y ante ello, lo más recomendable fue no firmar el documento. Saben que es un momento difícil y que acentuar el encubrimiento ante las evidencias de corrupción los puede dejar "pegados". No quieren el efecto Villalba sobre sus espaldas. Las prácticas políticas de la corrupción sobre los intereses de la gente más humilde son inocultables e insistir impunemente con ellas es algo certeramente peligroso. Los ejemplos sobran. Los pueblos aborígenes son los que están sufriendo las peores consecuencias con la farsa del Ordenamiento Territorial. Jalit quiere las tierras de las comunidades y pretende confinarlos en un terreno expropiado cerca de Pichanal donde hoy funciona el basural, los piletones de líquidos cloacales y el cementerio. Urtubey, quien promovió esa ley de expropiación,quiere ahora que los intendentes salgan a respaldar a Jalit. La respuesta es coherente. El círculo se cierra y se reanuda una vez más. El gobernador los aprieta por el lado de la billetera y amenaza con plata y con archivos pero parece que, al menos en este caso, ese método no surte efecto.

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"Vos estás loco yo esto no firmo ni en pedo. Que se hagan cargo los que son responsables". La frase salió de la boca de un reconocido dirigente partidario del Valle de Lerma y fue una respuesta categórica a un documento emitido hace unos días por el Foro de Intendentes. El papel tenía el sello del foro pero quienes lo vieron, inmediatamente supieron que la orden venía de arriba. Una vez más, la historia comenzaba a tejerse sobre esos frecuentes episodios de amor y odio entre el gobernador Juan Manuel Urtubey y los jefes comunales, donde "la billetera y el galán" no representan ninguna contradicción. El documento se difundió el lunes pasado a primera hora y buscaba la firma unánime de los jefes comunales hasta el mediodía para la difusión en los medios de prensa, en repudio a los informes que viene elaborando El Tribuno sobre la corrupción imperante en el municipio de Pichanal. Allí, el intendente Julio Jalit amasó una enorme fortuna en pocos años con apropiaciones de tierras, entre otros graves hechos de corrupción. Pero el documento no consiguió la adhesión suficiente; solo por eso no se distribuyó en la prensa oficialista. La respuesta de los intendentes, como la del viejo dirigente, no fue la esperada y disparó una vez más el mecanismo de apriete hacia las intendencias, con las fórmulas de la coparticipación y el fondo de la soja como elementos de presión. La descentralización municipal se paga caro y ahora es cuando los jefes comunales empiezan a recordarlo a la perfección. El Foro de Intendentes fue el arma elegida en esta oportunidad. La redacción del documento tiene rasgos tan evidentes de una orden emanada desde el Grand Bourg que hasta parece un infantilismo pensar que pudo haber surgido espontáneamente desde los jefes comunales. Para ser menos obvios y predecibles, aquellos que lo elaboraron deberían contar con una noción más aproximada sobre las jerarquías de la escritura para evitar desbandes políticos de esta naturaleza. Es que los intendentes van entrando de nuevo en esa odiosa etapa de devolver favores que se impone desde la gestión de gobierno provincial. Justo para la época previa a la campaña de las elecciones generales del año que viene, cuando la mayoría de ellos buscará la reelección. Pero con la experiencia de los últimos comicios, la incertidumbre sobre los futuros resultados electorales, los llena de dudas, desconfianza y paranoia, aunque este último es un rasgo más propio de los niveles superiores de poder en Salta. Desde el vergonzoso manejo administrativo en Salvador Mazza en la gestión del exintendente Carlos Villalba, hasta la actual corrupción reinante en Pichanal, donde Julio Jalit se ha transformado en el dueño y señor de vidas y tierras de cientos de personas, un cable conductor conecta a los jefes comunales sospechados y escondidos detrás de la impunidad. Antes, Urtubey defendió a Villalba y cuando no pudo contra el peso de las evidencias y el voto popular, le dio un espacio como próspero empresario del cuestionado Fondo de Reparación Histórica.
Cabe preguntarse ahora por qué Urtubey no sale a respaldar con tanto esmero a Jalit. ¿Si antes defendió a morir a un extrapartidario, por qué no lo hace ahora con un intendente de su mismo partido? ¿Será tal vez que la gestión de Jalit es indefendible? ¿Cuál es la diferencia en términos de corrupción entre Villalba y Jalit? ¿Por qué pretende usar al Foro para forzar un respaldo que no existe? La duda todavía está planteada y ante ello, lo más recomendable fue no firmar el documento. Saben que es un momento difícil y que acentuar el encubrimiento ante las evidencias de corrupción los puede dejar "pegados". No quieren el efecto Villalba sobre sus espaldas. Las prácticas políticas de la corrupción sobre los intereses de la gente más humilde son inocultables e insistir impunemente con ellas es algo certeramente peligroso. Los ejemplos sobran. Los pueblos aborígenes son los que están sufriendo las peores consecuencias con la farsa del Ordenamiento Territorial. Jalit quiere las tierras de las comunidades y pretende confinarlos en un terreno expropiado cerca de Pichanal donde hoy funciona el basural, los piletones de líquidos cloacales y el cementerio. Urtubey, quien promovió esa ley de expropiación,quiere ahora que los intendentes salgan a respaldar a Jalit. La respuesta es coherente. El círculo se cierra y se reanuda una vez más. El gobernador los aprieta por el lado de la billetera y amenaza con plata y con archivos pero parece que, al menos en este caso, ese método no surte efecto.

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