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Orígenes del pueblo y de la hacienda de Molinos

Domingo, 28 de diciembre de 2014 00:15
En la actualidad, el pueblo de Molinos es cabecera del departamento del mismo nombre. Está situado a la derecha del río Calchaquí, frente a la desembocadura del Amaicha, afluente del río Molinos.
El pueblo se levanta sobre los predios que supieron ser de la antigua Hacienda de Calchaquí, llamada también Encomienda de San Pedro Nolasco de los Molinos de Indios Pulares y Tonocotes, que abarcaba casi todo el actual departamento.
La Hacienda de Calchaquí fue dada en merced en el año 1659 al maestro de campo Diego Diez Gómez. Fue por orden del gobernador Alonso de Mercado y Villarcorta. Es entonces el encomendero Diego Diez Gómez quien estableció la hacienda con el nombre de San Pedro Nolasco.
A principios del siglo XVIII la propiedad pasó a manos de su hija Magdalena Diez Gómez y Escobar Castellanos, quien en segundas nupcias se casó con Domingo de Isasmendi.
Es muy probable que sea Magdalena Diez Gómez la que hizo construir la iglesia en un todo de acuerdo con las obligaciones prescriptas en el otorgamiento de mercedes. Al parecer, el templo ya estaba en pie cuando ella contrajo matrimonio con Domingo de Isasmendi en 1726.
De Magdalena Diez Gómez la hacienda pasó a manos de su esposo Domingo Isasmendi y de este a su hijo Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar.
De todos modos fue Domingo de Isasmendi (teniente gobernador entre 1729 y 1759) quien le dio un gran impulso a la Hacienda de Calchaquí. Fue él quien construyó gran parte de la hacienda, obra que más tarde fue continuada por su hijo Nicolás Severo, quien en 1794 compró todos los derechos a sus hermanos.
Donación de la iglesia
Hacia mediados del siglo XVIII, Molinos se había convertido en el epicentro político y económico de los Valles Calchaquíes. En 1760, a solicitud del obispo del Tucumán, monseñor Manuel Abad Illana, Domingo Isasmendi cedió la iglesia al obispado. Lo hizo con todos los paramentos -señala Atilio Cornejo- sagrados y necesarios, para que sirviera de matriz. También donó un terreno de 400 varas de sur a norte y 100, de naciente a poniente "para cómoda habitación de los curas". En 1767, al morir Domingo de Isasmendi, fue su hijo Nicolás Severo de Isamendi quien quedó al frente de la hacienda. Primero lo hizo bajo tutoría, y a partir de 1775 como titular. Entre 1838 y 1853, el cura y vicario de la parroquia, don José Antonio Rioja, dio inicio a la venta de tierras cercana a la iglesia para que los feligreses construyeran sus viviendas dando lugar al nacimiento del pueblo.
Nace el pueblo
Entre 1838 y 1853, el cura y vicario de la parroquia José Antonio Rioja comenzó a vender las tierras aledañas a la iglesia para que los feligreses construyeran allí sus casas. Esto dio lugar al nacimiento del pueblo de Molinos, que fue ratificado por la Ley Nº 28 de 1934, durante la gobernación de don Avelino Aráoz.

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En la actualidad, el pueblo de Molinos es cabecera del departamento del mismo nombre. Está situado a la derecha del río Calchaquí, frente a la desembocadura del Amaicha, afluente del río Molinos.
El pueblo se levanta sobre los predios que supieron ser de la antigua Hacienda de Calchaquí, llamada también Encomienda de San Pedro Nolasco de los Molinos de Indios Pulares y Tonocotes, que abarcaba casi todo el actual departamento.
La Hacienda de Calchaquí fue dada en merced en el año 1659 al maestro de campo Diego Diez Gómez. Fue por orden del gobernador Alonso de Mercado y Villarcorta. Es entonces el encomendero Diego Diez Gómez quien estableció la hacienda con el nombre de San Pedro Nolasco.
A principios del siglo XVIII la propiedad pasó a manos de su hija Magdalena Diez Gómez y Escobar Castellanos, quien en segundas nupcias se casó con Domingo de Isasmendi.
Es muy probable que sea Magdalena Diez Gómez la que hizo construir la iglesia en un todo de acuerdo con las obligaciones prescriptas en el otorgamiento de mercedes. Al parecer, el templo ya estaba en pie cuando ella contrajo matrimonio con Domingo de Isasmendi en 1726.
De Magdalena Diez Gómez la hacienda pasó a manos de su esposo Domingo Isasmendi y de este a su hijo Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar.
De todos modos fue Domingo de Isasmendi (teniente gobernador entre 1729 y 1759) quien le dio un gran impulso a la Hacienda de Calchaquí. Fue él quien construyó gran parte de la hacienda, obra que más tarde fue continuada por su hijo Nicolás Severo, quien en 1794 compró todos los derechos a sus hermanos.
Donación de la iglesia
Hacia mediados del siglo XVIII, Molinos se había convertido en el epicentro político y económico de los Valles Calchaquíes. En 1760, a solicitud del obispo del Tucumán, monseñor Manuel Abad Illana, Domingo Isasmendi cedió la iglesia al obispado. Lo hizo con todos los paramentos -señala Atilio Cornejo- sagrados y necesarios, para que sirviera de matriz. También donó un terreno de 400 varas de sur a norte y 100, de naciente a poniente "para cómoda habitación de los curas". En 1767, al morir Domingo de Isasmendi, fue su hijo Nicolás Severo de Isamendi quien quedó al frente de la hacienda. Primero lo hizo bajo tutoría, y a partir de 1775 como titular. Entre 1838 y 1853, el cura y vicario de la parroquia, don José Antonio Rioja, dio inicio a la venta de tierras cercana a la iglesia para que los feligreses construyeran sus viviendas dando lugar al nacimiento del pueblo.
Nace el pueblo
Entre 1838 y 1853, el cura y vicario de la parroquia José Antonio Rioja comenzó a vender las tierras aledañas a la iglesia para que los feligreses construyeran allí sus casas. Esto dio lugar al nacimiento del pueblo de Molinos, que fue ratificado por la Ley Nº 28 de 1934, durante la gobernación de don Avelino Aráoz.

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