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Es placero a la mañana y curandero a la tarde

Sabado, 22 de marzo de 2014 01:42

Con un cartel escrito a mano que dice: “Por cada foto y curación, sale $ 50 cada una. La piedra son cara. Gracia (sic)”, Florencio anuncia a las más de 30 personas, que pasan todos días por su improvisado local, cuál es la tarifa que deberán pagar y por qué.

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Con un cartel escrito a mano que dice: “Por cada foto y curación, sale $ 50 cada una. La piedra son cara. Gracia (sic)”, Florencio anuncia a las más de 30 personas, que pasan todos días por su improvisado local, cuál es la tarifa que deberán pagar y por qué.

La historia de Florencio es fantástica. Algunas personas llegarán a pensar que es irreal, y hasta podrán burlarse, pero lo cierto es que Florencio tiene muchos seguidores que creen en cada una de las palabras que les dice. De ocupación placero y de profesión “curandero”, Florencio nació en Resistencia, Chaco, pero cuando él tenía 17 años, toda su familia decidió mudarse a Salta.

Este particular y pintoresco personaje hace 30 años que realiza curaciones. El argumenta que tiene poderes gracias a que su madre se los pasó. “A mí me enseñaron a realizar curaciones los chamanes del Chaco, y después mi mamá me pasó sus poderes, se pasan de generación en generación. Yo seguramente se los voy a pasar a algunos de mis hijos”, explicó el curandero.

Florencio tiene 61 añoS, es placero municipal de la plaza de los Tribunales y desde hace 3 años que atiende a sus pacientes en una garita ubicada sobre la calle Rivadavia, por donde acceden los vehículos a la Legislatura provincial. En esa casilla los empleados encargados del cuidado de la plaza guardan sus herramientas. “Yo para atender acá tuve que hablar con mis jefes, ellos saben cuál es mi movimiento. Entonces ellos me dijeron, "hacé eso después de tu trabajo'”, explicó a El Tribuno.

Florencio contó que mientras atiende a sus clientes, se hace un tiempo para continuar con el cuidado de la plaza. “Cada tres clientes me levanto y muevo la manguera para regar las plantas, para seguir manteniendo así de hermosa esta plaza. Yo no le cobró a la Municipalidad por las horas extras o por extenderme en mi horario. Yo les agradezco a ellos la voluntad que tienen de dejarme trabajar con la gente”, añadió.

El curandero argumenta que puede curar dolores inexplicables, mal de amores, y hasta gualichos, con el secreto de las piedras. “Yo realizo todo tipo de curaciones, pero lo que no hago nunca son cosas malas para otras personas. Solo hago sanaciones”, comentó.

Las personas que lo visitan tienen que abonar 50 pesos por consulta para ser tratadas con sus piedras mágicas. Desde temprano la gente se llega al lugar y realiza largas filas para pedir número, ya que Florencio atiende desde las 2 de la tarde en adelante. El curandero uno a uno les va entregando un pedazo de cartón cortado a mano y con un número dibujado con lápiz rojo. Florencio asegura que por día vienen más o menos 30 personas. “Si no les doy número las personas se pelean, entonces nosotros hacemos esto para que esté todo en paz, acá nos manejamos por orden de llegada”, explicó.

“Cuando las personas vienen y me dicen me duele la pierna, yo les digo "bueno, ahora vamos a pasar unas piedras y vamos a ver el fuego'. Ahí puedo ver si es fulería o el dolor viene por otro lado, entonces lo que hago es limpiarlo y después lo quemo, ahí se ve con qué maldad vinieron. Las curaciones que más satisfacciones me dan son aquellas en las que pude hacer caminar a personas inválidas o ver a personas ciegas. Hay personas que venían con gangrenas y que ya les querían cortar el pie, ¿para qué iban a quedar ellos motos? Entonces yo les hice unas curaciones y quedaron bien. Yo les digo que esas cremas de farmacias no usen y usábamos otras, y así van a sanar”, ilustró. Florencio asegura que muchas veces tiene que dejar de lado sus poderes de curandero y aconsejar a las personas que vienen. “Yo a veces los hablo. A las chicas de 16 o 17 años les digo: estudiá mamita, que mañana va a ser un futuro para vos, dejá de joder con los vagos, mañana te van a embarazar ¿y qué vas a hacer vos? No vas a tener tu futuro, tus estudios. Mirá, este es un estudio fabuloso para vos, vas a tener tu plata y no vas a estar esperando nada de otros. ¿Qué tenés que andar trasnochando, vagoniando, ladroniando por ahí? Entonces estudiá, sacate tus materias y con tu diploma vení y te vamos a hacer entrar donde vos quieras”, comentó.

Una de las grandes visiones que Florencio se adjudica es la de encontrar los cuerpos de los hermanitos Leguina. “La policía vino a verme acá para que les diga dónde estaban muertos los chiquitos Leguina. Yo les dije: no se encuentran donde están buscando. ¿Saben dónde están los chicos?, les pregunté. Frente al cementerio de La Silleta, 150 metros a la derecha. Si yo les estoy mintiendo me entrego para que me metan preso. Y ahí estaban, quedaron con la boca abierta”, finalizó.

Producto de la seducción de este personaje pintoresco, de la desesperación o de la ignorancia de la gente, lo cierto es que las personas no deben poner en peligro su propia vida o la de sus seres queridos y tener como única referencia para sus problemas de salud.

Los testimonios de sus clientes

Carola tiene esclerodermia y hace 12 años que lo conoce. “Por culpa de esta enfermedad me hinchaba mucho. Hace muchos años tomaba mucha medicación que me hacía a veces bien y a veces mal. Después lo conocí a Florencio y así empecé a venir a él y con el tiempo dejé las pastillas. Ahora solo tomo 3 pastillas, que es nada en comparación con lo que tomaba antes. El me dijo: "Yo te voy a ayudar, vos te vas a componer, y el médico te va a empezar a sacar los remedios', y fue así. Y cada vez que tengo dolores vengo, me deja como nueva. Yo le agradezco mucho lo que hace por mí”, comentó la señora.

Andrés tiene a la madre enferma con una inflamación en el pie y no sabe lo que es. “Los médicos tampoco saben qué decirme. Yo vengo a que me dé turno para traerla a mi madre para ver qué es lo que puede tener. Yo llegué a don Florencio porque lo escuché en la radio y vengo a ver qué pasa”, finalizó el señor.

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