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Peleas entre patotas: una problemática en la ciudad

Domingo, 22 de junio de 2014 12:33

En la capital salteña, las patotas se expanden y suman cada vez más miembros. La mayoría están integradas por adolescentes y jóvenes que sufren problemas de adicción al alcohol y las drogas, que no estudian ni trabajan y suelen asolar las distintas barriadas, principalmente los fines de semana. Por lo general se enfrentan unas a otras a pedradas, trompadas, patadas y en los peores casos, con armas blancas como cuchillos, puñales, hechizas, o pistolas y revólveres. También cometen delitos como robos y acostumbran provocar daños en la vía pública como escrituras en paredes, ataques a puestos policiales y destrozos de vehículos que perjudican a vecinos.

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En la capital salteña, las patotas se expanden y suman cada vez más miembros. La mayoría están integradas por adolescentes y jóvenes que sufren problemas de adicción al alcohol y las drogas, que no estudian ni trabajan y suelen asolar las distintas barriadas, principalmente los fines de semana. Por lo general se enfrentan unas a otras a pedradas, trompadas, patadas y en los peores casos, con armas blancas como cuchillos, puñales, hechizas, o pistolas y revólveres. También cometen delitos como robos y acostumbran provocar daños en la vía pública como escrituras en paredes, ataques a puestos policiales y destrozos de vehículos que perjudican a vecinos.

Fuentes policiales extraoficiales informaron que existen unos 500 grupos en la ciudad, según un relevamiento concretado hace meses.

Hay siete sectores críticos en los que operan distintos grupos.

El barrio Limache, en la zona sur, es uno de los más complicados. Una de las patotas más representativas y violentas del lugar es la autodenominada “Los Duendes” que abarca a jóvenes de diferentes edades y domiciliados en distintas etapas. Los enfrentamientos entre bandos se producen casi todos los sábados. Según los vecinos, también los grupos conocidos como “La 1” y “La 3” mantienen una rivalidad desde hace años. Otras patotas son: “La 2”, “La 5 Pesa”, “La 6” “Los Demonios de la 10” y “La Bora de Ampliación Bancario”, que se mueve en el sector de los edificios y un descampado que colinda con la ruta nacional 68. En Ciudad Valdivia también opera una banda denominada “Los Piperos”.

Por otra parte, en la zona sudeste, más precisamente en el humilde barrio Solidaridad, existen grupos llamados “Los Cirujas”, “La 34” y “Los Pibes”. Los primeros se reúnen en torno a un murallón donde pintaron un grafitti.

En la zona este, los miembros de “La Banda del Este”, residentes en villa Floresta, tienen a maltraer a los vecinos. Suelen pelearse con jóvenes de villa Mitre y villa Mónica.

Otro punto crítico es la zona norte, puntualmente el barrio Unión, donde constantemente se registran hechos de violencia y caminar por las calles puede ser muy peligroso. El destacamento policial inaugurado allí en diciembre de 2011, sufrió más de 12 ataques por parte de las patotas conocidas como “Los del Espacio Verde”, “La 3” y “La 5”, que si bien se enfrentan entre sí, no dudan en unirse para agredir a policías con la intención de despojarlos de la zona y ganar territorio. El barrio está compuesto por 2.500 personas y son sólo 40 las que se resisten a la presencia policial. El último ataque se registró a principios de abril, cuando 30 jóvenes encapuchados apedrearon el establecimiento, tras un control vehicular en el que la Policía había secuestrado una motocicleta a dos hombres que circulaban de forma ilegal. En la misma zona también son frecuentes los enfrentamientos entre dos patotas conocidas como “Los Cuervos de 17 de Octubre” y “Los Pibes de Juan Manuel de Rosas”.

Como consecuencia de esta rivalidad, un vecino, Gonzalo Serrudo (22) fue baleado en la cabeza el 13 de abril, cuando salió de su casa para comprar una garrafa y quedó en medio de un violento episodio. Los vecinos del sector relataron que “aquí las dos barritas se tienen bronca y se golpean y apedrean desde hace años”.

Los vecinos, siempre los más perjudicados 

Las patotas y su violencia le robaron la tranquilidad a los salteños. Las calles ya no se caminan como en años anteriores, en los que ver a los niños jugando en la vereda hasta tarde era moneda corriente.
Hoy la droga, el alcohol, la rivalidad entre equipos de fútbol y las peleas territoriales, sumado a la falta de tolerancia hacia la diferencia, han convertido a las calles de los barrios salteños en intransitables.

Durante la noche muchos se despiertan con las corridas, los golpes, gritos y en el peor de los casos disparos. Atemorizados se asoman a las ventas y miran con horror cómo grandes grupos de jóvenes y adolescentes se enfrentan violentamente. Asustados llaman una y otra vez al 911 pidiendo ayuda, pero pocas veces logran salvar sus casas y autos de las pedradas.

Las patotas o grupos antagónicos, están compuestas en su mayoría por jóvenes y adolescentes que utilizan las esquinas o espacios verdes para juntarse y generalmente a ingerir bebidas alcohólicas. Ante su presencia intimidante, muchos niños ya no salen a jugar a la calle y los vecinos los evitan para no tener inconvenientes.

Las denuncias son la única vía que tienen para visibilizar la situación y estas se registran en todos los barrios de la ciudad cada vez con mayor frecuencia.

Los reclamos son siempre los mismos, autos rotos, casas apedreadas, vecinos asaltados, desórdenes en las calles, peleas, gritos, corridas.

Las respuestas aún no llegan, a lo sumo los miembros de las patotas son demorados por algunas horas en las comisarías, pero cuando recuperan su libertad vuelven a sus andanzas.

Con el correr de los meses estos grupos fueron creciendo en número y en violencia y la mayoría de sus miembros caminan por las calles de la ciudad armados, ya sea con cuchillos, puntas, pistolas y hasta armas hechizas.

Su accionar no es controlado y mucho menos combatido. Los vecinos vulnerables ya no saben a quien recurrir para buscar un poco de seguridad.

Sin estadísticas y muchas denuncias

Las comisarías están abarrotadas de denuncias en contra de las patotas. Las acusaciones son de todo tipo. Los vecinos conocen bien sus nombres y los apodos de sus líderes, pero no hay disponible un listado oficial de la cantidad de patotas que hay en la ciudad.

El Tribuno intentó comunicarse con el jefe de la Policía, Marcelo Lami, en varias oportunidades pero el comisario inspector no atendió los llamados.

Por otro lado, desde la Central de Policía informaron no tener conocimiento sobre estadísticas de grupos antagónicos.

Este medio pudo individualizar las patotas más peligrosas de la ciudad gracias al aporte de fuentes que recorren las calles diariamente y en el anonimato.

Los grupos que actualmente se caracterizan por su violencia circulan por las calles amedrentando a los vecinos con armas.

“Los líderes y algunos miembros de las patotas más peligrosas de la ciudad antes caminaban empuñando cuchillos, puntas, palos. Pero hoy la realidad es muy diferente ya que estos chicos utilizan armas hechizas que son de alta peligrosidad y también pistolas, las cuales generaron una investigación para saber dónde, cómo y a qué precio las adquieren”, contaron policías de civil a este medio.

Lo cierto es que ante la falta de números fehacientes la tarea se dificulta ya que es muy complejo realizar un mapeo de la situación y proponer acciones para combatirlas, a pesar de que extraoficialmente se dijo que son más de 500 los grupos antagónico en la ciudad, sumado a que los grupos son muy cerrados y el diálogo es casi imposible.

En la zona oeste y céntrica

Los vecinos de la zona oeste, conviven con pandillas como “El Puente Verde”, “El Pasaje”, “El Medio” y “Los Anónimos”. Los conflictos en villa Asunción, según los residentes no cesan y son constantes los asaltos. En el barrio San Silvestre, dos grupos se disputan el liderazgo: “Los Fumas” con “Los Sansi”. Allí también están “Los Peques”, quienes se pelean con “Los Re Piola”, del barrio Roberto Romero. En esta última barriada existe otro grupo autodenominado “Los Vatos Locos”. Por otro lado, a unas 17 cuadras de la plaza central de la capital, actúa la patota “El Zaire”, sobre la avenida Independencia. También está el grupo “Los Maleantes” del barrio Hernando de Lerma, además de la barra “La Plaza” de Ceferino. Sus miembros son hinchas de Juventud Antoniana. En tanto, en el macrocentro, en villa Cristina, residen “Los Fonky” y en el barrio Santa Victoria, son comunes los ataques a pedradas entre “Los Alberros” y “Los Halcones”.

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